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06 de julio de 2024

José María Rotellar

Los costes laborales frenan el crecimiento estructural de la economía

Supone un impacto negativo en el medio y largo plazo en la actividad económica y el empleo, que hará que se pierda productividad y competitividad, mercados y puestos de trabajo

Actualizada 04:30

Como ya he comentado en anteriores ocasiones, la economía española cuenta con un gran problema estructural en su seno: una ausencia importante de productividad total de los factores y, a partir de ésta, de competitividad, ya que somos menos eficientes, los costes son más elevados y logramos un menor valor de producción en relación al coste de los factores empleados.

Eso provoca que nuestra economía sea más sensible a las variaciones del ciclo económico, de manera que lidere la creación de empleo en los momentos de crecimiento y sea la economía que más empleos destruye en los momentos de caída económica.

Si analizamos la evolución de los costes laborales, es preocupante, pues desde el IITR-2020 iniciaron una tendencia alcista que, aunque ahora se ha suavizado algo, sigue creciendo a ritmos cercanos al 4% interanual, sobre un nivel previamente alcanzado muy elevado, que lo único que hace es presionar más los costes al alza.

Evolución de los costes laborales del IITR-2020 al ITR-2024

De hecho, este dato es más preocupante si analizamos el coste laboral por hora efectiva, ya que, en este caso, el incremento es de un 7,4% interanual.

Evolución interanual del coste laboral ITR-2024 (por trabajador y por hora efectiva)

Y ese preocupante incremento, si analizamos sólo el coste salarial es todavía más preocupante, pues crece prácticamente al mismo ritmo que los costes laborales, que empuja a los mismos y que si se sale de la contención salarial mantenida hasta ahora, puede presionar al alza a la inflación en los llamados efectos de segunda ronda, a través de una espiral precios-salarios que, hasta ahora, afortunadamente, no se ha dado.

Evolución interanual del coste salarial ITR-2024 (por trabajador y por hora efectiva)

Adicionalmente, el aumento del coste laboral, además de por el componente salarial, se ve presionado al alza por el incremento que se está produciendo de cotizaciones sociales, que, recordemos, puede asfixiar a las empresas. La subida de la cotización adicional iniciada este año, pasando de un 0,6% adicional (0,5 a cargo de la empresa y 0,1 a cargo del trabajador) hasta el 1,2% en 2029 (1% el empresario y 0,2% el trabajador), medida que será mantenida hasta 2050, supondrá una barrera al empleo, encareciendo la contratación de los trabajadores y mermando su renta disponible, que puede desembocar en una caída de contrataciones y de recaudación, perjudicando a la sostenibilidad del sistema. Además, la imposición de una cuota adicional a los trabajadores con base máxima, que en 2025 será un punto adicional, con subidas incrementales de 0,25 puntos, hasta llegar a 6 puntos más en 2045, también elevará los costes laborales.

Todo esto, provoca un impacto negativo en el medio y largo plazo en la actividad económica y el empleo, que hará que se pierda productividad y competitividad, mercados y puestos de trabajo.

Las empresas se encuentran asfixiadas por los costes crecientes, por el aumento del absentismo que hemos conocido recientemente, al mayor nivel de la serie y por los impuestos que tienen que abordar y que suponen una merma de su competitividad, de generar actividad y de crear puestos de trabajo. Eso hace que el crecimiento potencial o natural de la economía, su frontera de posibilidades de producción, no crezca apenas, elemento que supone una limitación al crecimiento de largo plazo de nuestra economía, debilitándola. Por eso, el camino es el contrario al seguido actualmente. Por eso, en estos momentos se hace más esencial que nunca incrementar la productividad y la competitividad de la economía española que nos permita abordar la adecuación del sistema económico español a las nuevas circunstancias. Para ello, hay que eliminar obstáculos a la generación de actividad económica, disminuir gasto e impuestos y reducir trabas burocráticas, a la par que generar confianza, y acabar con la inseguridad jurídica. Si se logra, será el mejor impulso que se puede dar a la economía, no el gasto público, que tiene corto recorrido y deteriora el crecimiento de largo plazo, al no ser sostenible, sino el crecimiento productivo real, que ahora se está atenazando con una política económica equivocada que lo cercena.

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