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29 de junio de 2024

José María Rotellar

Distintas políticas dan distintos resultados: Cataluña frente a Madrid

Querer acabar con la prosperidad de una región no sólo es injusto, es absurdo porque si se empobrece la región más próspera, habrá menos para repartir entre el resto, elemento que perjudicará a todas

Actualizada 04:30

Madrid tiene muchas facetas por la que se la distingue: la calidez con la que sus ciudadanos acogen a todo el que llega a Madrid; su riqueza monumental y su importancia en los acontecimientos históricos a lo largo de los siglos; una buena gastronomía y una variedad perfecta de lugares para visitar y disfrutar de ellos; y la mejor asistencia sanitaria de España y una de las mejores de Europa, un transporte de vanguardia y una escuela pública bilingüe en inglés.

Unido a todo ello, se encuentra su política económica, que se basa en una gran libertad y lo que se ha convertido en la seña identidad de la misma: una política continuada en el tiempo de rebaja de impuestos para todos los contribuyentes, que ha hecho que Madrid sea la región española donde menos impuestos se paga, pese a que las regiones forales tienen más competencias para poder bajar más, si quieren, los impuestos.

Por tanto, no hay una única política económica posible. Hay una, intervencionista, basada en una mayor intromisión en la economía, gasto público creciente, déficit alto, deuda elevada y subida de impuestos, además de una ausencia total de reformas. La otra, liberal, basada en la austeridad y reducción del gasto, la estabilidad presupuestaria, la reducción ordenada y selectiva de impuestos y la eliminación de trabas que libera renta para la economía productiva, genera un marco de confianza y credibilidad y dinamiza la actividad económica y el empleo.

El Gobierno está empeñado en llevar a cabo la armonización fiscal que obligará a Madrid a subir impuestos

Cataluña brama contra la política económica de Madrid. Es más, el propio Gobierno de la nación se empeña en tratar de llevar a cabo lo que llaman homogeneización o armonización fiscal, que significa que obligará a Madrid a subir impuestos. Todo movido por tres motivos: el disgusto nacionalista –caso del País Vasco– por no ser los que mejores registros consiguen; el rencor socialista por no gobernar en Madrid desde hace dos décadas y media; y la envidia de los independentistas catalanes, que ven cómo ellos mismos hunden a su región mientras Madrid despunta.

No deberían atacar a Madrid, sino copiarla o, si consideran que ese camino no es el apropiado, mantenerse en el suyo, y que cada uno se lo explique a los ciudadanos. Es legítimo optar por una o por otra política, pero sabiendo siempre que cada una de ellas dará diferentes resultados, porque distintas políticas dan distintos resultados. Eso se ve claramente en las políticas aplicadas por la izquierda y el separatismo en Cataluña durante todos estos años, que al compararse con la aplicada por la Comunidad de Madrid desde hace dos décadas y media y, de manera especialmente intensa, desde 2003, muestra cómo el intervencionismo lastra la economía y la libertad económica la impulsa.

De hecho, recordemos que ya se aplicaron políticas de izquierda en Madrid, entre 1983 y 1995, y consiguieron un peor resultado. Comparando con la otra región de igual tamaño, como es Cataluña, el crecimiento económico de Madrid solía ir por debajo. Y eso pasaba en comparación con una política de izquierdas que era socialdemócrata, muy moderada, como la aplicada entre 1983 y 1995. Imaginemos qué sucedería si ahora gobernase la izquierda con sus planteamientos radicales actuales.

Por el contrario, desde 1995, el crecimiento de la región madrileña ha sido superior siempre tanto a la media nacional como a Cataluña. En la serie que publica el INE, que parte de 2010 y llega hasta 2022, se ve de manera clara este resultado. Madrid creció un 83,14 % más que el conjunto nacional o que Cataluña, casi el doble. Distintas políticas dan distintos resultados: las de izquierda mantenían a Madrid como una economía sostenida, sin vigor, empujada sólo por su peso institucional, y las liberal-conservadoras la han convertido en una economía sostenible por ella misma, dinámica, una región de oportunidades.

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Eso hace que el PIB per cápita para 2022 (últimos publicados) sea muy superior en Madrid frente a Cataluña y el conjunto nacional, de manera que Madrid es la primera región en PIB per cápita, cuando en el inicio del Estado de las Autonomías era la quinta, y Cataluña queda ahora relegada a la cuarta posición, con Aragón pisándole los talones.

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Si lo llevamos a 2023, tenemos que emplear los datos de crecimiento que dan para su región los institutos regionales correspondientes, porque la Contabilidad Regional de España no incorporará el dato de 2023 hasta finales de año. También Madrid crece 3 décimas más que Cataluña y cuatro décimas más que el conjunto de España.

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Y si hablamos del ITR-2024, tanto la Comunidad de Madrid, como Cataluña, como el conjunto nacional crecen un 0,7 % intertrimestral, pero en tasa interanual vuelve a crecer más Madrid.

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La seguridad jurídica de la Comunidad de Madrid y la facilidad para realizar en ella la actividad económica, con eliminación de trabas, frente al creciente intervencionismo de Cataluña, ligado a la inseguridad que da el proceso independentista, hace que la inversión extranjera se decante por Madrid frente a Cataluña.

Poniendo los números negro sobre blanco, Cataluña hace tiempo que decidió darle la espalda a la economía. Pierde inversión extranjera, pasando a representar un 14,7 % del total recibido en España, frente al más del 60 % que recibe Madrid en los últimos veinticinco años (hasta 2023, último año completo).

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Es más, cada vez pierde más terreno. Si analizamos sólo el acumulado del presente año, 2023, el efecto compensador de los años antiguos, donde todavía no se habían extremado con los delirios independentistas –aunque siempre el nacionalismo catalán ha sometido al resto de España a un permanente chantaje–, el porcentaje de Cataluña respecto a la inversión extranjera recibida en España baja y se queda por debajo del 7 %.

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Eso no es más que el reflejo de lo que muestran la inmensa mayoría de los indicadores, que no es otro que el peor comportamiento de Cataluña desde 2017, habiendo perdido hace ya tiempo el liderazgo como mayor economía regional de España, lugar que ha ocupado Madrid.

La Comunidad de Madrid aplica, desde 2003, una política de prosperidad basada en el gasto austero y eficiente, los impuestos bajos, el cumplimiento de la estabilidad presupuestaria, la eliminación de obstáculos para emprender y una libertad y seguridad jurídica económicas completa.

Eso ha hecho que Madrid se haya convertido en el principal motor económico de España, de manera muy destacada y con una fuerza y diferencia cada vez mayores, gracias a que su mayor libertad económica favorece la inversión y el empleo. Al compararla con la región económicamente similar, como es Cataluña, podemos ver cómo Madrid avanza cada vez más y Cataluña se estanca o retrocede. La política económica aplicada en Madrid es la de la libertad económica y la aplicada en Cataluña es la del intervencionismo

Todo ello, ha hecho que Madrid se convierta no sólo en la región más próspera, sino también en la mayor economía por volumen de PIB, pese a contar con menor extensión y población que Cataluña.

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Eso hace que también Madrid atraiga más población, creciendo 2,7 puntos más que Cataluña desde el año 2000 hasta 2022 (último dato disponible).

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Esta política económica liberal en Madrid es el binomio perfecto entre menos impuestos y más servicios de alta calidad, que ha hecho posible en los últimos veinte años que los madrileños tengan los impuestos más bajos de España y los mejores servicios públicos, mientras el intervencionismo de Cataluña hace que se rezague la región catalana.

Ésa es la realidad, no otra. Querer acabar con la prosperidad de una región que, además, la reparte solidariamente, a través del Fondo de Garantía de los Servicios Públicos Fundamentales del Sistema de Financiación Autonómica, con las demás regiones, no sólo es ir contra la corresponsabilidad, no sólo es injusto, sino que, además, es absurdo, porque si se empobrece la región más próspera, habrá menos para repartir entre el resto, elemento que perjudicará a todas, al tiempo que el problema de Cataluña no es de financiación, sino de mala gestión, donde el independentismo y el intervencionismo empobrece a la economía. Distintas políticas dan distintos resultados.

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