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Diego Barceló

En qué consisten los últimos avances de Milei para convertir el peso en una pieza de museo

Las nuevas medidas ratifican el rumbo: se aprovecha el indeseable ensanchamiento de la brecha cambiaria para acelerar la libre elección de moneda

Actualizada 04:30

Las cosas en Argentina van muy rápido. Aunque hace pocas semanas se logró la aprobación definitiva de la «Ley de Bases», cuyos efectos recién comienzan a desplegarse, la firma del «Pacto de Mayo» y el anuncio de acabar con la emisión monetaria han cambiado el eje del debate. Vayamos por partes.

La aprobación de la Ley de Bases es un logro en sí mismo: Milei apenas cuenta con 7 de 72 senadores y 38 de 257 diputados. La Ley tiene más de 300 artículos, por lo que cubre un montón de materias. Lo fundamental es un nuevo régimen para incentivar grandes inversiones, medidas tributarias (facilidades para «blanquear» capitales, rebaja de los impuestos que gravan la compra de dólares y la riqueza; derogación de la reforma del IRPF que había hecho el kirchnerismo, que complicaba las finanzas provinciales ) y medidas laborales (ampliación del período de prueba y facilidades para autónomos).

El presidente de Argentina, Javier Milei, ofrece un discurso al recibir este sábado en la ciudad alemana de Hamburgo

El Presidente Javier MileiWolf-Henry Dreblow EFE

El Pacto de Mayo es la forma de ir construyendo un consenso detrás del cambio cultural que lidera Javier Milei. Lo firmaron 18 de los 24 gobernadores provinciales (ninguno es del partido de Milei) y los presidentes de las cámaras de Diputados y Senadores, además del propio presidente. El contenido del Pacto es muy breve y cristalino respecto al nuevo rumbo de la Argentina: inviolabilidad de la propiedad privada, equilibrio fiscal «innegociable», reducción del gasto público al equivalente del 25% del PIB (desde más del 40% en 2023) y apertura comercial. El Pacto deroga el socialismo empobrecedor impuesto en 20 años de kirchnerismo.

La «brecha» entre el tipo de cambio oficial y el «paralelo» es un indicador clave. Si es muy grande, provoca expectativas de devaluación, alienta el aumento de la inflación y distorsiona el comercio exterior.

El tema de estos días son las medidas para acabar con la emisión monetaria. En Argentina hay un tipo de cambio oficial (ARS 920 por dólar) que se deprecia a un ritmo del 2% mensual. Hay, además, un mercado informal. La «brecha» entre el tipo de cambio oficial y el «paralelo» es un indicador clave. Si es muy grande, provoca expectativas de devaluación, alienta el aumento de la inflación (por la expectativa de devaluación) y distorsiona el comercio exterior. Esa brecha, que superaba el 100% al final del gobierno kirchnerista, se redujo hasta cerca del 15% en los primeros meses del nuevo gobierno. Luego comenzó a ensancharse, volviendo al 50%.

Los dólares se compran con pesos. Por eso, para estabilizar el dólar hay que limitar la emisión de pesos. La primera fuente de emisión monetaria, que era el déficit fiscal, se terminó (ya van siete meses seguidos de superávit fiscal). La segunda fuente son los pasivos remunerados del banco central argentino, que se van reduciendo aceleradamente. Pero quedaba una tercera fuente: los pesos que emite el banco central cuando compra dólares, por ejemplo, a los exportadores. Lo que acaba de decidir el gobierno es neutralizar esta tercera fuente.

Cada vez que el banco central compre dólares, de inmediato venderá en el mercado informal la cantidad de dólares necesaria para absorber los pesos emitidos

Simplificadamente, cada vez que el banco central compre dólares, de inmediato venderá en el mercado informal la cantidad de dólares necesaria para absorber los pesos emitidos. Como en el mercado informal la cotización es mayor, el banco central solo deberá vender una parte de los dólares que compre.

Lo superficial es que la brecha deberá reducirse y, eventualmente, eliminarse. En ese caso, el mercado cambiario quedaría unificado, lo que mejoraría las condiciones para suprimir los controles a la compra y venta de divisas (el «cepo»). A su vez, eso es un prerrequisito para concretar la competencia de monedas («dolarización»).

Se congela la cantidad de pesos para forzar el aumento de la circulación de dólares, de modo de arrinconar gradualmente el peso hasta convertirlo en una «pieza de museo»

La idea que venía explicando Milei era que, una vez cerrados todos los grifos de emisión monetaria, la cantidad de pesos quedaría fija «para siempre». Pero la economía, a medida que se recupere, necesitará más dinero. Esa necesidad de dinero será cubierta por dólares. Dólares que ahora están en el «colchón», en cajas de seguridad o en el exterior. Se congela la cantidad de pesos para forzar el aumento de la circulación de dólares, de modo de arrinconar gradualmente el peso hasta convertirlo en una «pieza de museo».

Lejos de suponer ningún cambio al plan económico en marcha, las nuevas medidas ratifican el rumbo: se aprovecha el indeseable ensanchamiento de la brecha cambiaria para acelerar la libre elección de moneda (cosa que se conoce como «dolarización» porque predomina el uso del dólar).

La mayor o menor confianza en el rumbo propuesto y la capacidad de ponerlo en práctica, condicionada por la memoria de tantos fracasos previos, será la que determine el ritmo al que se recupere la economía, lleguen las inversiones y las rebajas de impuestos que completen un círculo virtuoso. Ahora hay un elemento inédito: un presidente que hace lo que dice. Un motivo central para creer que esta vez sí puede ser diferente.

  • Diego Barceló Larran, director de Barceló & asociados (@diebarcelo)
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