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Fernando Rayón
La crónica económicaFernando Rayón

El Gobierno y Óscar Puente se meten en otro lío con Talgo y sus opas y contraopas

El argumentario es de traca: resulta que aplicando una normativa de la época de la covid los trenes y maquinaria de Talgo resultan ahora fundamentales para la supervivencia nacional

Actualizada 04:40

El ministro de Transportes, Oscar Puente, a bordo de una locomotora

El ministro de Transportes, Oscar Puente, a bordo de una locomotoraEFE

Últimamente en verano pasan cosas. Incluso muchas cosas… y no me refiero solo a los eventos deportivos. Hay quien prefiere este momento tranquilo del año para anunciar compras, ventas, reducciones de plantilla o dar a conocer en agosto su cuenta de resultados. Como muchos están de vacaciones, las cosas resultan más inadvertidas y llevaderas. Una estrategia tan falsa como otra cualquiera.

No quería referirme hoy a la opa del BBVA sobre el Sabadell. Estos días van a ser de febril actividad para opantes y opados. Ni tampoco a Indra, donde Ángel Escribano anunció esta semana que su empresa Mechanical & Engineering, quiere aumentar su participación en la armamentística-tecnológica. ¡Oh sorpresa! Cuando lo dije hace un par de meses me cayó la del pulpo. Nada como esperar.

No: esta vez quería hablar de un personaje y del lío que está montando. Me refiero al ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, don Óscar Puente Santiago que esta semana ha celebrado sus dos apellidos, al menos en Madrid, que para eso es el patrón de España. El caso es que el ministro del ramo y el gobierno de Pedro Sánchez se empeñaron en cargarse la OPA que el grupo húngaro Magyar Vagon había lanzado a través de Ganz-MaVag sobre Talgo. No me digan por qué. Tampoco lo han dicho. El caso es que liaron a Criteria Caixa para poner el dinero de la operación, que para eso siempre está bien dispuesto Isidro Fainé, mientras buscaban una alternativa a la oferta de los húngaros. El caso es que la encontraron ¡como no si te ponen la pasta! en la República Checa: Skoda Transportation.

El Gobierno sabía que la CNMV ya había aceptado la opa de Ganz-MaVag sobre Talgo, pero le dio igual. También le dio igual que la oferta en metálico por el 100 % superara los 600 millones de euros: un 15 % por encima del valor de la acción en bolsa. Incluso sabía el Gobierno español que el consejo de administración de Talgo estaba encantado con la oferta húngara. ¿Y cuál era el problema? Pues que Óscar Puente, no se sabe si como portavoz de la parte económica del Gobierno, o en ausencia vacacional del ministro de Economía y Empresas Carlos Cuerpo –que seguramente a estas alturas ya ha cambiado las zapatillas por las chanclas– decidió que Talgo, aquella empresa que languidecía olvidada por casi todos, era en realidad una empresa estratégica. ¡Anda! ¿Y eso? El argumentario era de traca: resulta que aplicando una normativa de la época de la covid los trenes y maquinaria de Talgo resultan ahora fundamentales para la supervivencia nacional.

Dice mi amiga María Jesús Pérez que ese razonamiento dura en Bruselas medio minuto. Seguramente, sobre todo por lo que supone de prevalencia a un país de la Unión sobre otro. Allí estas cosas se miran con lupa. Y no vale que te guste más aquel gobierno ni tampoco que resulte más afín a tu ideología. El caso es que llueve sobre mojado. El Gobierno sigue metiéndose en las empresas españolas y en operaciones que ni le van ni le vienen y, sobre todo, sin dar explicaciones de nada. Aunque de esto último ya han hecho virtud. Pero hay más.

En este circo de Talgo no es que crezcan los enanos, es que ya van a la universidad

Hay más porque en este circo de Talgo, no es que crezcan los enanos; es que ya van a la universidad, aunque tampoco diré a cuál para no liarla más. Hay más porque en medio de toda esta operación –en otros países parece que sí hay libertad de mercado– resulta que Skoda Transportation va y se vende. Vamos, que los propietarios de la checa –la mayoría bancos de inversión como JP Morgan– llevan un tiempo buscando compradores/inversores para su empresa. Y uno de ellos –la oferta ya se la han hecho– resulta ser Magyar Vagon. Otro lío porque los checos, mientras los compran o los venden, y al ver que cuentan con el apoyo del Gobierno español, mandaron una carta el jueves al consejo de administración de Talgo manteniendo su oferta. Algo que sigue beneficiando a los accionistas pues ese mismo día la bolsa cerraba la acción de la española a 4,26 euros, un 2,4 % más por debajo de la OPA húngara que estaba en cinco euros.

Pero todos estos movimientos en torno a Skoda están comprometiendo la posición del Gobierno Sánchez. La razón es sencilla: la capacidad financiera de la checa está en solfa. Y como recordó la CNMV a Skoda, cualquier oferta competidora o contraopa sobre Talgo debe mejorar la oferta húngara. Y la checa –por mucho apoyo que tenga del Gobierno español– aún no ha dicho ni mu de su oferta. Y hablando de dinero, Criteria Caixa tampoco quiere pagar los platos rotos en una operación con tantas aristas. Ya está bien de ser el pagafantas de un Gobierno que sigue buscando socios industriales donde no los hay.

Y al grito de éramos pocos, resulta que este mismo viernes el Gobierno español informó al consorcio húngaro de que suspendía el plazo –que concluía el 10 de agosto– para dictar una resolución sobre la inversión de Ganz-MaVag en Talgo. Sánchez y Óscar Puente tendrán tres meses más para decidir sobre la OPA húngara. ¿Qué pasará mientras tanto con la acción de Talgo? Parece que no importa mucho. Tampoco si para entonces los húngaros han comprado también Skoda, y ya el panorama es diferente. Todo un lío por meterse donde no deben y no saben. Y los accionistas pagaron los platos rotos. Al tiempo.

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