Carlos Cuerpo: el ministro invisible más valorado
En su mano está impedir el dislate. Ni la economía ni los españoles nos merecemos que este tecnócrata también nos salga rana
Cuentan los funcionarios del Ministerio de Economía que desde que se fue Nadia Calviño y llegó Carlos Cuerpo, han ganado mucho en tranquilidad. Más que nada por el buen talante del uno frente al mal carácter de la otra con sus subordinados. «Son dos personas tan distintas que sorprende que se hayan hecho amigos», opina alguien que ha tratado a los dos y que ya trabajó con el extremeño entre febrero de 2020 y agosto de 2021, cuando dirigía el departamento de Análisis Macroeconómico. Luego llegaría su nombramiento al frente del Tesoro y posteriormente, contra todo pronóstico, la cartera de Economía, Comercio y Empresas.
Aunque pronto cumplirá nueve meses en el cargo, sólo el 22,2 % de los españoles dicen saber quién es, según el CIS de Tezanos. Y seguramente por eso, porque la discreción es un plus importante en un Gobierno achicharrado, el barómetro de julio le daba una puntuación de 5,22 sobre 10 convirtiéndole en el ministro más valorado por delante de Margarita Robles. El problema es que a él le gustaría estar más en el candelero. En varias ocasiones se ha quejado de que PP y Vox nunca le preguntan en las sesiones de control al Ejecutivo del Congreso o del Senado. Su interpretación es que a la oposición no le interesa la economía porque va bien. Pero obviamente, no se trata de eso. El motivo reside en que Carlos Cuerpo gusta refugiarse siempre en lugares comunes, apelando machaconamente a la cohesión social, la competitividad del tejido productivo o la responsabilidad fiscal como las supuestas prioridades de la política económica del sanchismo. No dice lo que piensa, no se moja, no da juego.
Pensará que no debe poner en riesgo su reputación de técnico competente con un papel relevante durante la presidencia española de la Unión Europea
Pocas veces ha sacado los pies del tiesto. Todavía se recuerda con perplejidad aquella entrevista en el salmón del Grupo Prisa en la que defendió la condonación de deuda a Cataluña. Se atrevió a razonar que era algo positivo para la sostenibilidad de las cuentas del Estado en contra del sentido común y del criterio de las agencias de calificación. Ahora cabe agradecerle que esté siendo algo más prudente cuando se le interroga sobre el «desconcierto fiscal» para Cataluña pactado por el PSC y ERC, que conduciría a la ruina a la mayoría de las comunidades autónomas si acaba aplicándose. Pensará que no debe poner en riesgo su reputación de técnico competente con un papel relevante durante la presidencia española de la Unión Europea. O la relación con los bancos e inversores internacionales, entre otros méritos contrastados durante su trayectoria profesional reciente.
El ministro de Economía acompañó la semana pasada a Pedro Sánchez en la recta final de su campaña de imagen por Mauritania, Gambia y Senegal. Hace poco viajó también a Ucrania con una delegación de empresas españolas interesadas en participar en la reconstrucción del país cuando acabe la guerra. Ahí tendrá mucho que decir, por cierto, el BEI de Nadia Calviño. Y estuvo en Tokio, donde se metió a todos en el bolsillo pronunciando en japonés parte de su discurso inaugural en un evento que organizaba el ICEX. Ocasiones no le han faltado a Carlos Cuerpo estos meses para demostrar públicamente su rigor y cualificación. Lo mismo que en privado le ha tocado lidiar ya con un buen puñado de problemas generados o alimentados por un Gobierno tan errático como el que preside Pedro Sánchez. Desde la compra del 10 % de Telefónica para sentar a un afín en el Consejo de Administración, al reciente veto de la OPA de la húngara Ganz Mavag sobre Talgo, pasando por los incendios que Yolanda Díaz se empeña en provocar cada dos por tres. Si no fuera por la intercesión de Cuerpo, la reducción de la jornada laboral, sin ir más lejos, sería un hecho, pues la vicepresidenta segunda nunca tuvo la más mínima intención de negociarla con la CEOE.
Las decisiones de política monetaria no pueden estar supeditadas a los intereses del poder ejecutivo y esto lo sabe Carlos Cuerpo mejor que nadie
La instauración de las 37,5 horas semanales a partir de enero de 2025 es uno de los principales asuntos económicos que quedaron pendientes para el curso que estamos estrenado. Otro de naturaleza bien distinta pero que compete de lleno al ministro Cuerpo, pasa por el nombramiento del nuevo gobernador del Banco de España. El próximo día 11 acaba el mandato de la subgobernadora Margarita Delgado, que recibió el encargo de tomar las riendas de la institución cuando se marchó Hernández de Cos el pasado 11 de junio. Queda poco más de una semana y el nombre que sigue sonando con más fuerza es el de José Luis Escrivá, el candidato que el PP rechaza por motivos obvios. Porque el que un ministro pase a ser gobernador compromete seriamente la independencia y el prestigio del Banco. Las decisiones de política monetaria no pueden estar supeditadas a los intereses del poder ejecutivo y esto lo sabe Carlos Cuerpo mejor que nadie. En su mano está impedir el dislate. Ni la economía ni los españoles nos merecemos que este tecnócrata también nos salga rana.