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19 de septiembre de 2024

Carlos Torres (BBVA) y Josep Oliu (Sabadell)

El presidente de BBVA, Carlos Torres, y el del Sabadell, y Josep OliuPaula Andrade

La fusión de BBVA y Sabadell parece cada vez más improbable

Las semanas y los meses pasan, pero la posibilidad de que BBVA compre el Banco Sabadell sigue sin estar clara. La entidad presidida por Carlos Torres lanzó su oferta de compra (OPA) hostil sobre el banco catalán (hoy con sede social en Alicante) el pasado 9 de mayo, y casi cuatro meses después no se ve un signo claro de que vaya a salir adelante.

Como ya hemos contado en otras ocasiones, al BBVA le interesa mucho que la operación triunfe. Tiene una dependencia excesiva de su negocio en México (Bancomer representa la mitad de sus beneficios) y no marcha bien el de Turquía (su filial Garanti gana cada vez menos y no genera valor desde hace catorce años). Diversificar comprando Sabadell sería una solución para ellos.

El problema es que Sabadell no quiere. Considera que tiene mejor futuro siguiendo libre, y por ello BBVA le lanzó una OPA hostil.

Para que esta oferta siguiera avanzando, BBVA presentó hace un mes su folleto en la Comisión de Valores de Estados Unidos (la SEC, por sus siglas en inglés). En este folleto se quejaba de que Sabadell no le proporcionaba información para darla a los inversores más allá de la información pública, pero Sabadell no tiene ninguna obligación de darle ninguna información al haber formulado BBVA una OPA hostil. Si hubiera habido un acuerdo amistoso entre los bancos, la idea sería distinta.

En este ambiente se mueve el proceso de compra, en el que la oferta que planteó BBVA ha visto cómo su valor se ha esfumado. La prima del 30 % que la entidad madrileña planteó en su OPA (una acción de BBVA por cada 4,83 de Sabadell) se ha quedado en un 2,4 %.

BBVA dice que esta evolución se debe a que los inversores y los fondos de arbitraje descuentan que la operación va a salir. Sabadell sostiene que ellos han subido como sus equivalentes y que BBVA está notando su exposición a México. Si no saliera la OPA, BBVA asegura que la cotización de Sabadell se hundiría, pero lo cierto es que la acción de Sabadell había subido un 52 % desde el inicio de la pandemia (el 31 de enero de 2020, primer caso en España, marcaba 0,81 euros) hasta unos días antes del lanzamiento de la oferta del BBVA (el 26 de abril de 2024 estaba en 1,69 euros), y luego solo ha subido un 13 % (ayer cerró a 1,95 euros). El proceso le está perjudicando. Hace tres años preocupaba la situación del Sabadell. Entonces la compra por parte de BBVA habría tenido más sentido, pero hoy en día el Sabadell presenta unos resultados sólidos, se plantea dar más dividendos, tiene potencial de crecimiento y sus directivos piensan que van a volar mejor solos.

En cualquier caso, la realidad es que el proceso sigue avanzando. El Banco de España ha dicho que ve bien la operación desde un punto de vista de la solvencia, y es de esperar que el Banco Central Europeo se exprese en breve en la misma línea.

La clave va a ser la decisión que tome sobre la competencia en el mercado la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Como ya comentamos en su día, una fusión BBVA-Sabadell reduciría la competencia en el mercado bancario español. CaixaBank y la entidad fusionada dominarían más del 70 % del negocio. Es un dato importante, pues los bancos extranjeros y las entidades españolas restantes perderían capacidad de plantear competencia. Junto con el Santander, los tres coparían el 74 % del crédito en España. El grado de concentración superaría al de Alemania, Francia, Italia o Portugal. Seguramente le obligarían a que se desprendiera de algo si la fusión se llevara a cabo.

Si a raíz de estos datos la CNMC vetara la operación o impusiera unas condiciones (remedies) muy exigentes (vender oficinas en Cataluña, por ejemplo, en donde el Sabadell es más fuerte), el BBVA tendría seguramente que cambiar su oferta, y quizá ya no sería entonces tan interesante para los inversores. Quizá pueda pasar como con IAG (matriz de Iberia) y Air Europa. Tras las condiciones impuestas por Europa hace dos meses, la primera dejó de ver interesante la compra de la segunda.

El dictamen de la CNMC es lo que frena de momento el informe que haga sobre la operación la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Por otra parte, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, reiteró ayer que el Gobierno está en contra de la operación por sus dudas en torno a la competencia. Como se puede comprobar, la fusión se ve cada vez más improbable, y habrá que ver cuánto se tarda en tomar una decisión. El proceso de CaixaBank y Bankia, que se toma como referencia, duró ocho meses. El de BBVA y Sabadell es más complejo y podría durar más, o menos, si se toma pronto una decisión contraria a la fusión.

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