Eficiencia frente a cupo: Madrid y el egoísmo catalán
Se enfrentan dos modelos, el de la libertad económica de Madrid, que genera eficiencia, y el del intervencionismo independentista catalán, que quiere levantar prohibiciones para los demás
Madrid aplica una política económica, en el margen de sus competencias que, en la parte tributaria, se distingue por ser la región con los impuestos más bajos de toda España, pese a no gozar de ningún sistema privilegiado, como las forales. Su política económica se basa en una gran libertad, siendo su seña identidad una política continuada en el tiempo de rebaja de impuestos para todos los contribuyentes, que hizo que Madrid sea la región española donde menos impuestos se paga, pese a que las regiones forales tienen más competencias para poder bajar más, si quieren, los impuestos.
Las bajadas de impuestos en Madrid son una historia de éxito, que comenzó tras llegar Esperanza Aguirre a la presidencia de la Comunidad de Madrid y de la que ahora se han cumplido veinte años: de noviembre de 2003 a noviembre de 2023. Desde entonces, paso a paso, adecuando las rebajas a la coyuntura económica y al cumplimiento de la estabilidad presupuestaria, la Comunidad de Madrid bajó los impuestos de manera continuada.
Frente a ella, Cataluña lleva años aplicando una política económica intervencionista, de gasto desmedido, con una deuda que no pueden colocar en los mercados, ya que tienen que recurrir al Tesoro –vía FLA– para poder financiarse, ya que su calidad crediticia de «bono basura» durante mucho tiempo les cerró el acceso a los mismos. Paralelamente, ha sido una de las regiones que se ha distinguido por el aumento constante de impuestos, así como por pedir que el resto –Madrid, principalmente– no los puedan bajar.
Se enfrentan dos modelos, el de la libertad económica de Madrid, que genera eficiencia, y el del intervencionismo independentista catalán, que quiere levantar prohibiciones para los demás al tiempo que exige quedarse con toda la recaudación y establecer un concierto y cupo catalanes, que sólo genera egoísmo, injusticia, ineficiencia, insolidaridad y que es ilegal.
Las políticas de la Comunidad de Madrid permiten que en un impuesto como el IRPF todos los ciudadanos obtengan un ahorro importante gracias a las bajadas de impuestos. Por ejemplo, para un contribuyente madrileño con rentas del trabajo de 20.000 euros, el tipo medio estatal es de un 6,56% frente al 5,51% del tipo medio autonómico. Es decir, gracias a los impuestos más bajos de Madrid, se ahorra 1,05 puntos en el tramo autonómico, que equivale a 2,1 puntos si fuese sobre el total de la tarifa y que, en porcentaje, supone un tipo medio efectivo regional un 16% menor que el nacional.
Para un contribuyente madrileño con rentas del trabajo de 45.000 euros, el tipo medio estatal es de un 11,8% frente al 10,32% del tipo medio autonómico. Es decir, gracias a los impuestos más bajos de Madrid, se ahorra 1,48 puntos en el tramo autonómico, que equivale a 2,96 puntos si fuese sobre el total de la tarifa y que, en porcentaje, supone un tipo medio efectivo regional un 12,5% menor que el nacional. Es decir, además, la medida es progresiva, porque el ahorro porcentual sobre el tipo medio estatal es mayor en las rentas más bajas.
Para un contribuyente madrileño con rentas del trabajo de 60.000 euros, el tipo medio estatal es de un 13,63% frente al 12,25% del tipo medio autonómico. Es decir, gracias a los impuestos más bajos de Madrid, se ahorra 1,38 puntos en el tramo autonómico, que equivale a 2,76 puntos si fuese sobre el total de la tarifa y que, en porcentaje, supone un tipo medio efectivo regional un 10,1% menor que el nacional.
Para un contribuyente madrileño con rentas del trabajo de 100.000 euros, el tipo medio estatal es de un 17,15% frente al 15,65% del tipo medio autonómico. Es decir, gracias a los impuestos más bajos de Madrid, se ahorra 1,5 puntos en el tramo autonómico, que equivale a 3 puntos si fuese sobre el total de la tarifa y que, en porcentaje, supone un tipo medio efectivo regional un 8,8% menor que el nacional.
Para un contribuyente madrileño con rentas del trabajo de 200.000 euros, el tipo medio estatal es de un 19,89% frente al 18,13% del tipo medio autonómico. Es decir, gracias a los impuestos más bajos de Madrid, se ahorra 1,76 puntos en el tramo autonómico, que equivale a 3,52 puntos si fuese sobre el total de la tarifa y que, en porcentaje, supone un tipo medio efectivo regional un 8,8% menor que el nacional.
Para un contribuyente madrileño con rentas del trabajo de 300.000 euros, el tipo medio estatal es de un 20,77% frente al 18,93% del tipo medio autonómico. Es decir, gracias a los impuestos más bajos de Madrid, se ahorra 1,84 puntos en el tramo autonómico, que equivale a 3,68 puntos si fuese sobre el total de la tarifa y que, en porcentaje, supone un tipo medio efectivo regional un 8,8% menor que el nacional.
Es decir, además, la medida es progresiva, porque el ahorro porcentual sobre el tipo medio estatal es mayor en las rentas más bajas.
Frente a ello, el cupo catalán supone, como ya he contado en El Debate, injusticia e insolidaridad.
Si las CCAA repectoras netas son las que asumen el quebranto de la insolidaridad independentista catalana, entonces la parte neta que dejaría de aportar Cataluña es asumida como menores ingresos por todas las CCAA de régimen común receptoras netas (no Madrid ni Baleares) en función del porcentaje que reciben de la aportación de Cataluña.
Cataluña, en 2021, último liquidado, aportó de manera neta el 9,64% del FGSPF, con esos 1.522 millones de euros. Madrid aportó un 28,97%, con 4.577 millones. Baleares aportó un 1,70%, con 269 millones. La AGE aportó un 59,69%, con 9.429 millones.
Pues bien, cada región receptora neta recibió en 2021 (último liquidado de manera definitiva) lo siguiente del FGSPF de forma neta (lo recibido es mayor que lo aportado en esta cantidad):
Al aplicar el porcentaje de participación de Cataluña en la aportación neta al FGSPF (9,64%) sobre lo recibido neto por cada región receptora neta del FGSPF, se obtiene lo que reciben de Cataluña, que es lo que perderían. En este caso, las aportantes netas (Madrid, Baleares y la AGE) no pierden nada al no recibir nada de Cataluña.
Si el quebranto lo asumen entre todas las CCAA -también las aportantes netas-, entonces el quebranto queda como sigue:
La que más perdería sería Andalucía, seguida de Madrid y Valencia.
Si el quebranto fuese asumido por las aportantes netas, en ese caso, Madrid y Baleares aportan los 1.522 millones que deja de aportar Cataluña, con el peso antes citado, un 94% para Madrid, que son 1.432 millones y Baleares con 90 millones.
Y si lo sufragase la AGE -todos los españoles- y las dos aportantes netas, el quebranto quedaría distribuido de esta forma, como ya comenté con todas estas hipótesis hace algunas semanas en El Debate:
En cualquier caso, son dos modelos contrapuestos: el de eficiencia y solidaridad de Madrid, con el intervencionista, ilegal, insolidario, injusto y egoísta que se le quiere dar al independentismo catalán con su concierto y cupo, que perjudica, en cualquiera de los supuestos, al resto de españoles, estableciendo ciudadanos de primera y de segunda.
- José María Rotellar es profesor de Economía. Director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria