La baja natalidad está dinamitando el futuro económico
El futuro de nuestra sociedad depende de nuestra capacidad para revertir la tendencia de las tasas de natalidad en declive
La tasa de natalidad es un factor crucial para el crecimiento económico y la sostenibilidad a largo plazo de una sociedad. Sin embargo, las tasas de natalidad en declive en muchos países desarrollados presentan un desafío alarmante. En Europa, la tasa de fertilidad total ha disminuido de 2,6 hijos por mujer en 1960 a 1,6 en 2020. En Estados Unidos ha descendido de 3,65 en 1960 a 1,64 en 2020, muy por debajo del nivel de reemplazo de 2,1 necesario para mantener una población estable.
Esta tendencia preocupante tiene implicaciones de gran alcance para el futuro. Sin suficientes nacimientos, la población envejece y la fuerza laboral se reduce. Según las proyecciones de la ONU, se espera que la proporción de personas mayores de 65 años en Europa aumente del 20 % en 2020 al 30 % en 2050. En Japón se prevé que esta proporción alcance el 38 % para 2065. Una población que envejece ejerce una presión inmensa sobre los sistemas de pensiones, atención médica y servicios sociales.
Una población que envejece ejerce una presión inmensa sobre los sistemas de pensiones, atención médica y servicios sociales
Además, una tasa de natalidad baja obstaculiza el crecimiento económico. Con menos trabajadores jóvenes para impulsar la innovación y la productividad, el dinamismo económico se ve afectado. Según un estudio del McKinsey Global Institute, el envejecimiento de la población podría reducir el crecimiento del PIB anual en un 40 % para 2030. Esto tiene implicaciones profundas para el nivel de vida y la prosperidad futura.
Para asegurar un futuro sostenible, es crucial que las tasas de natalidad vuelvan a niveles superiores a 2.1 hijos por mujer. Esto proporcionaría la base para una población estable y una fuerza laboral adecuada. Sin embargo, revertir la tendencia actual requerirá un esfuerzo concertado para apoyar a las familias y fomentar la formación familiar.
Los países con políticas familiares más sólidas tienden a tener tasas de fertilidad más altas
Las políticas como el permiso parental remunerado, la atención médica asequible y el cuidado infantil de calidad pueden ayudar a reducir las barreras para tener hijos. Según un estudio de la OCDE, los países con políticas familiares más sólidas tienden a tener tasas de fertilidad más altas. Francia, por ejemplo, con su enfoque integral de apoyo familiar, ha mantenido una tasa de fertilidad relativamente alta de 1.84 en comparación con otros países europeos.
Además, es necesario abordar los factores sociales y culturales que pueden desalentar la formación familiar. Esto incluye promover un equilibrio entre el trabajo y la vida familiar, desafiar las normas que priorizan las carreras sobre la familia y fomentar una valoración social de la paternidad. Los estudios muestran que los países con actitudes más favorables a la familia tienden a tener tasas de fertilidad más altas.
También es crucial reconocer el papel vital que desempeña la familia en la crianza de la próxima generación. La inversión de los padres en sus hijos, tanto en tiempo como en recursos, es fundamental para el desarrollo del capital humano. Las familias estables proporcionan el entorno ideal para nutrir el potencial de los niños y prepararlos para ser miembros productivos de la sociedad.
En última instancia, abordar el desafío de las tasas de natalidad en declive requerirá un cambio en las prioridades sociales y económicas. Requerirá inversiones significativas en políticas y programas que apoyen a las familias. Y requerirá un reconocimiento renovado del valor intrínseco de la familia y su contribución al bien común.
El futuro de nuestra sociedad depende de nuestra capacidad para revertir la tendencia de las tasas de natalidad en declive. Al tomar medidas audaces para apoyar a las familias y fomentar una cultura que valore la paternidad, podemos sentar las bases para un futuro próspero y sostenible. La alternativa, una población que envejece y una economía estancada, es un precio demasiado alto a pagar.
- Nuria Chinchilla es profesora del IESE y Juan Pablo Rodríguez-Falcón, director financiero de Shalion