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Fernando Rayón
Fernando Rayón

El PNV se hace con el impuesto a la banca en el País Vasco mientras el Gobierno sube los impuestos a todos los españoles

El Ejecutivo se vio obligado el miércoles por la tarde a renunciar al impuesto extraordinario que vencía el 31 de diciembre

Actualizada 04:30

Pedro Sánchez realiza una declaración institucional para informar sobre la DANA, en directo

El Gobierno sigue a lo suyo, a que le salgan las cuentas que tiene que presentar en Bruselas. Unas cuentas que ya van con un segundo retraso y con más de medio centenar de nuevos impuestos.

La cosas se le complicaron a Pedro Sánchez cuando Junts, y luego el PNV, se plantaron en el impuesto a las energéticas. Lógicamente los dos partidos independentistas querían garantizar su control sobre las empresas, impuestos e inversiones del sector en Cataluña y País Vasco. La amenaza de Iberdrola, Repsol y compañeras les salió bien a los nacionalistas y todo el mundo pensó que el impuesto a la banca se retiraría también. Para nada. La estrategia del PNV era la venganza; la venganza de todos aquellos bancos que trasladaron sus residencias fiscales e inversiones fuera de Euskadi. A partir de ahora le va a tocar al PNV gestionar en el País Vasco cómo se aporta este impuesto y en función de qué inversiones. No solo se rompe la solidaridad entre territorios -ya desaparecida desde el cupo catalán- sino que se prima a las empresas en función del lugar donde trabajen y sus inversiones. El colmo.

Algo tan difícil de vender a la opinión pública ha encontrado en María Jesús Montero, nuestra lumbrera de Occidente, una explicación que luego repitieron sus socios del PNV: el tributo a la banca también incluía un impuesto complementario a las multinacionales; «porque claro, los más ricos son los que deben pagar más». Se pueden imaginar lo que tardarán las multinacionales en mover ficha. Pero antes, un pequeño recuerdo para no despistarnos.

Junts fue el primero que confirmó que no apoyaría el impuesto a las energéticas porque perjudicaba una inversión de 1.100 millones de euros en Tarragona. Aquel plante, estropeó los planes del PNV que ya había aceptado su continuidad siempre y cuando se transformara en un impuesto que fuera concertado en Euskadi y Navarra. Es decir, que el PNV apoyaba la continuidad del impuesto siempre y cuando fuera gestionado por ellos. Por otro lado, Bildu, Esquerra Republicana, Podemos y Sumar estaban a favor de mantenerlo. Incluso Yolanda Díaz, la lumbrera de Occidente II, señaló que hacer permanente el impuesto a energéticas «es obligatorio» para reequilibrar la balanza fiscal, mientras que Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso, defendía mantener el tributo a empresas como Repsol que «emite el 62% del dióxido de carbono (CO2) del Ibex 35». Siempre tan sutil.

El Gobierno se vio obligado el miércoles por la tarde a renunciar al impuesto extraordinario que vencía el 31 de diciembre

Así las cosas, el Gobierno se vio obligado el miércoles por la tarde, con DANA y puente incluidos, a renunciar al impuesto extraordinario que vencía el 31 de diciembre, pero consiguió pactar con Junts y PNV mantener el de la banca, un gravamen que prevé una deducción del 25 % en Sociedades y será progresivo, y que las haciendas forales podrán autogestionar. Las haciendas forales y la Generalitat. Junts ya recibió el ok de Caixabank a la jugada y ahora estudian cómo meter esta recaudación en el nuevo cupo. No habrá problemas con Salvador Illa.

¿Y cómo se ha conseguido esta cacicada? Pues introduciendo una enmienda al proyecto de ley que transforma lo que era el impuesto extraordinario a la banca, en un impuesto sobre los intereses y comisiones de las entidades financieras. Se convierte así lo que era una prestación patrimonial de carácter no tributario en un impuesto, lo que hará posible que las haciendas forales de Euskadi y Navarra gestionen ese tributo. ¡Voilá!

De paso, tipo trampa para elefantes, crean un impuesto mínimo global del 15 % a grandes multinacionales, con el que «toda gente de bien debe estar contenta». Y aquí se coló la trampa. El Gobierno, tras negociar con Sumar –nunca fue tan fácil negociar con el partido de Yolanda– metió de rondón en esta enmienda otras subidas fiscales que evidentemente nada tenían que ver con los ricos: afectaban entre otros al diésel, a los vapeadores, al tabaco, o a los ahorradores. ¿Y esto qué tiene que ver con las multinacionales? Pues poco, la verdad, pero como ya consiguieron sacar de la cárcel a los etarras con una enmienda fantasma, tampoco nos sorprende.

Equiparar el gasóleo de automoción al de la gasolina resulta tan sorprendente como el nuevo impuesto al vapeo y al tabaco

Equiparar el gasóleo de automoción al de la gasolina resulta tan sorprendente como el nuevo impuesto al vapeo y al tabaco. Por lo que respecta a los vapeadores, el PSOE explicó que se ha decidido proponer este impuesto a los cigarrillos electrónicos por la importante proporción de adolescentes y adultos jóvenes que los usan, a la espera de la directiva europea que armonice la fiscalidad de estos productos. Fascinante esta preocupación por la salud de nuestros jóvenes, que ni siquiera existe en Europa.

Parecido argumento incluye la subida de impuestos al tabaco desde el 1 de enero de 2025. ¿Argumento? «Es un instrumento al servicio de la política sanitaria» pues, como dice la enmienda socialista, «el precio del tabaco desincentiva su consumo». Y se quedan en su paz.

Pero hay más, muchos más impuestos. El PSOE también propone aumentar la tributación del ahorro para rentas altas, de manera que las rentas que superen los 300.000 euros pagarán por este tramo un IRPF del 29 %, un punto más que ahora (0,5 puntos de la escala estatal y 0,5 puntos de la autonómica). También quiere eliminar las deducciones por doble imposición, así como con la reversión los deterioros de valor.

Y por si alguien pensaba que iban a dejar tranquila a la vivienda, en otra de las enmiendas proponen gravar los alquileres de corta duración, inferiores a los 30 días, en las zonas donde estos alojamientos dificultan el acceso a la vivienda o implican saturación turística. ¿Y esto qué quiere decir? Pues que los alquileres de corta duración que hoy están exentos de IVA pasarán a tributar igual que los alojamientos hoteleros.

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