La 'cara B' del incremento del SMI: «Importamos camareros mientras exportamos ingenieros»
El propio grupo de expertos del Ministerio de Trabajó alertó de apelotonamiento salarial en los tramos más bajos de la escala
El Ministerio de Trabajo ha reunido este miércoles a los agentes sociales para tratar la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) en un fingido encuentro –dada la poca o nula disposición de las partes– para alcanzar un acuerdo, que se cerrará previsiblemente en una revalorización del 4,4 %, unos 50 euros más. Lo llamativo es que los propios expertos del Departamento de Yolanda Díaz han advertido de su preocupación por la concentración de sueldos en los segmentos más bajos.
No es que la titular de Trabajo tenga al comité de expertos que ella misma creó en especial estima. En 2023, el SMI se incrementó un 8 % a pesar de que el informe recomendaba un máximo del 5,05 %, y, para el de 2024, la ministra tuvo el decoro de no consultarles. Aun así, llama la atención que este grupo de expertos –en el que participan varios profesores universitarios, así como miembros de Economía, Hacienda y sindicatos– haya dado la luz de alarma en su último documento.
«El rápido aumento del SMI producido desde 2019 ha dado lugar al aumento de la concentración de personas trabajadores en una estrecha banda salarial en torno al salario mínimo –lo que en literatura se conoce como bunching o agrupamiento– con el peligro potencial de que las personas trabajadoras experimentadas con una cualificación media queden dentro de dicha banda, cuando el salario mínimo debería ser la referencia salarial para las personas trabajadores sin cualificación o sin experiencia. Un hecho con potenciales implicaciones en materia de gestión de recursos humanos que merece la pena estudiar», señala el informe en sus reflexiones finales.
No es un tema baladí. En los últimos diez años, el salario mínimo ha crecido un 80 % desde los 9.172,8 euros de 2016 hasta los 16.576 que se impondrá previsiblemente este año. Ni las pensiones ni mucho menos la mediana salarial ha crecido tanto en ese tiempo. Esto ha provocado una paradójica situación: el porcentaje de trabajadores que ganaba menos de dos SMIs ha pasado de suponer el 45,7 % en 2016 al 65,3 % en 2022. Y eso que la Encuesta de Estructura Salarial del INE de donde proceden esos datos todavía no incluyen los incrementos de 2023 y 2024, que fueron particularmente altos.
«La economía es cada vez menos competitiva en aquellos sectores que proporcionan mayor valor añadido, directamente relacionado con los salarios», explica Jesús Vega, exdirector de Recursos Humanos de Inditex y Banco Santander y conocido conferenciante. «En España seguimos un modelo económico todavía basado en servicios de bajo nivel añadido como es el turismo, que sigue suponiendo un porcentaje muy alto de nuestro PIB. Mientras no se busque de forma productiva un modelo donde la economía sea más competitiva en valor añadido, lamentablemente los salarios seguirán a la baja por mucho que se suba el SMI», comenta.
La competitividad, precisamente, ha sido una de las palabras más repetidas por la patronal en su rechazo a nuevos incrementos del SMI. Un reciente estudio de Cepyme sobre la situación del tejido empresarial español destacó que, sin contar al sector financiero y el agrícola, España tenía uno de los promedios más bajos de ventas de toda Europa solo superada por Portugal y Rumanía, lo que impide el crecimiento de los salarios.
Según dicho informe, «el Valor Añadido Bruto por persona ocupada es, en las grandes empresas, 2,7 veces mayor que en las microempresas. Estas diferencias derivan en que las empresas más pequeñas no puedan pagar salarios más altos». Con un tejido empresarial en el que las microempresas –de menos de 10 empleados– suponen el 94,2 % del total, la situación es preocupante.
«Subir el SMI es positivo, pero hay que hacerlo quirúrgicamente, cuidando el momento», explica José Canseco, experto en talento y liderazgo, y fundador de la empresa de recursos humanos The Human Touch. «El empresario no se niega a que sus empleados cobren más, lo que quiere es que cobren más porque aportan más valor añadido», afirma.
Canseco además advierte de un curioso fenómeno. Desde el año 2005, los puestos intermedios están siendo cada vez menos demandados, lo que aumenta la brecha salarial entre sueldos altos y bajos, acumulando estos cerca del SMI. Con la llegada de la tecnología, esta situación se ha agravado.
«La subida del SMI debería tener un impacto en toda la pirámide salarial, según la lógica económica, pero en algunos casos no se produce porque el empresario se ve lastrado por un salario mínimo superior a lo que considera en función de sus costes laborales, que además están creciendo respectivo al resto de Europa. Necesitamos aumentar la productividad de nuestro país de forma dramática», apunta.
Para Vega, con estas subidas arbitrarias del SMI no se deja vía libre al mercado, «que es el que sabe discriminar entre lo que vale y lo que no». «Con tal de que el SMI crezca, estamos ahuyentando aquellos salarios que realmente aportan al país. Estamos importando camareros y albañiles mientras que exportamos médicos e ingenieros, lo cual es un drama porque nos hemos gastado una fortuna en formarlos y suponen el gran talento del que depende del crecimiento del país y la concentración de empresas de alto valor añadido», concluye.