El riesgo de estanflación de la errónea política económica de Trump
El presidente de EE.UU. está llevando al límite a la economía y a los mercados, está aplicando una de las peores maneras del mercantilismo, que no del capitalismo, y está abrazando un duro intervencionismo empobrecedor
La errática política económica de Trump, más bien de la parte mala de su política económica, la guerra arancelaria, que, de momento, es la única que ha puesto en marcha, pues frivolidades aparte de Musk, no ha acometido todavía realmente una reducción profunda del gasto ni ha tomado decisiones claras en cuanto a la necesaria rebaja de impuestos, está generando una incertidumbre en la economía que puede acarrear graves consecuencias para el crecimiento económico mundial.
Trump, cuya victoria era necesaria para acabar con el wokismo y para aplicar un recorte de gasto y una bajada potente de impuestos; sin embargo, se ha centrado, al menos, de momento, en volver al error que supone entablar una guerra arancelaria, que sólo empobrecerá al conjunto de la economía. Sus más cercanos seguidores dicen que es una herramienta de negociación, pero algo tan serio como una parte de la política económica no puede utilizarse como instrumento negociador, porque la política económica tiene que generar certidumbre y seguridad, sean medidas mejores o peores, pero lo que es un riesgo exponencial para la economía es que al error de la guerra arancelaria le sume la incertidumbre en su aplicación. Aquí no está negociándose la compraventa de un rascacielos en Manhattan, ni se está regateando en la lonja de pescado; no, esto es muy serio, porque se trata de la política económica de la primera potencia mundial y no puede gestionarse con frivolidad, porque sus consecuencias, de no ser ortodoxo, pueden ser nocivas para toda la economía internacional, para Estados Unidos en primer lugar.
Comenzó con la falta de concreción en la aplicación de dichas medidas, que aumentó, todavía más, el efecto negativo de dicho proteccionismo, ya que hoy parece que se aplica un 25 % de aranceles a todos los bienes y servicios de México y Canadá, pero mañana se aplaza un mes; pasado se dice que al pasar dicho mes entrarán en vigor; al siguiente día se excluyen los productos del tratado de libre comercio que Trump firmó por EEUU con los otros dos países norteamericanos en su anterior mandato, y así sucesivamente.
De la misma manera, actuó con los anuncios arancelarios sobre determinados bienes o sectores o sobre otros países, como China o la UE, pero sin terminar de concretar nada, refiriéndolo al dos de abril. Y llegó dicho día, que Trump bautizó como «Día de la Liberación», pero que, realmente, podemos llamar «Día del Empobrecimiento». Ahora, tampoco contribuye a la credibilidad el sistema de cálculo empleado para calcular los supuestos aranceles que el resto de países impone a Estados Unidos, según Trump, empleando para ello el cociente entre el déficit comercial de Estados Unidos con ese país, dividiéndolo por los bienes importados de ese país, en lo que vienen a ser unas cuentas del Gran Capitán al otro lado del Atlántico.
Ahora, ha paralizado la aplicación de los aranceles a la mayoría de los países —quizás por el repunte de la rentabilidad de los bonos estadounidenses, que complicaba el coste de financiación futura de su deuda— durante noventa días, aumentando los aplicables a China, haciendo que, de nuevo, los mercados sufran convulsiones.
Esta frivolidad, esta inseguridad, esta incertidumbre, la economía las nota, y junto al empobrecimiento que sufrirá EE.UU. vía incremento de precios, la actividad económica general de dicho país se puede resentir, debido a la necesidad de aplicar una política monetaria más dura, al tiempo que las expectativas empeoran y pueden retraer la actividad, junto a la pérdida de poder adquisitivo. Eso es lo que ha venido a decir el presidente de la Reserva Federal, Powell, que ha dicho que irán adecuándose al impacto que puedan tener los aranceles en los precios, pero que no descarta que el impacto de los aranceles en los precios sea más intenso del que pensaba en un primer momento.
Por otra parte, el presidente Trump no deja de inmiscuirse en las competencias de la Reserva Federal, pidiendo a Powell, a través de mensajes en el antiguo Twitter, que baje los tipos de interés. Es esencial que haya autonomía entre el poder político y la autoridad monetaria, porque la dependencia en el pasado sólo llevo a elevada inflación y a monetizar la deuda con el recurso permanente al banco central.
Da la sensación de que Trump, en lugar de optar por el camino de recortar gasto y bajar impuestos para enderezar la economía, quiere ir por la vía rápida de provocar una recesión para que la Fed bajase tipos
Trump, con esta política económica errática y equivocada de la guerra arancelaria, está introduciendo una alta volatilidad en los mercados, imprescindibles para canalizar el ahorro hacia la inversión empresarial; y está generando unas expectativas de posible recesión en Estados Unidos. Esos aranceles, que no dejarán de ser impuestos que paguen los ciudadanos estadounidenses, que los empobrecerá, presionará al alza a los precios en un entorno de peores expectativas y menor crecimiento, pudiendo llegar a crear una situación de estanflación, donde la Reserva Federal pueda verse obligada a subir tipos para que dicha inflación no se dispare, elemento que incidiría todavía más en la desaceleración de la economía.
Da la sensación de que Trump, en lugar de optar por el camino más difícil y largo, pero estructuralmente ortodoxo, de recortar gasto y bajar impuestos para enderezar la economía, quiere ir por la vía rápida de provocar una recesión que pese a la subida de precios pudiese hacer que la Fed bajase tipos, para refinanciar de manera más barata la ingente deuda pública de Estados Unidos, gran problema de dicha economía y que puede que esté todavía peor de lo que parece dado este movimiento de Trump.
Por tanto, ese escenario es uno de los peores que puede tener la economía: bajo crecimiento que nos lleve al estancamiento o a la recesión, con alto nivel de precios, es decir, el temido supuesto de la estanflación. Si este escenario se consolida, el empobrecimiento internacional puede convertirse en estructural. Como escribí hace unas semanas en estas páginas, Trump está llevando al límite a la economía y a los mercados, está aplicando una de las peores maneras del mercantilismo, que no del capitalismo, y está abrazando un duro intervencionismo empobrecedor. Todo puede hacer entrar a la economía en recesión, con resultados y duración impredecibles. Esa errática política económica, esa potencial recesión, no serán más que la política económica —por lo menos, la vista hasta ahora— y la recesión de Trump.
- José María Rotellar es profesor de Economía y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria.