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Protocolos trans permiten a los menores modificar su nombre sin permiso paterno ni trámite registral

Las teorías queer se han colado en colegios e institutos a través de charlas, cursos y talleresPaula Andrade

Así secuestra el 'transgenerismo queer' la educación en colegios e institutos

Las ideas transgénero se cuelan en los centros educativos mediante charlas, cursos y talleres de asociaciones y bajo el paraguas de los protocolos educativos

La ideología queer nació en un entorno supuestamente progresista, pese a representar unas ideas retrógradas y opresoras. Las teorías que rechazan las definiciones habituales del comportamiento sexual masculino y femenino –lo queer establece que los genitales con los que nace una persona no deben ser identificados con la etiqueta de hombre o mujer–, se desarrollaron en la década de los 90 desde las Facultades de Letras de las Universidades estadounidenses.

«Un tipo de progresismo que proviene del mundo intelectual, pero pagado por el señor Rockefeller», como dice el psicólogo y profesor universitario José Errasti en una entrevista para El Debate. «Pero que no solo no asusta al poder establecido, sino que es complaciente con él», añade.

Las teorías queer parten de un individualismo extremo, avalado por la raíz protestante del mundo norteamericano. «Nosotros creemos que es el regreso del machismo de toda la vida: tan igual de machista es decir que una niña no debe jugar al fútbol, como que si juegas al fútbol no se trata de una niña», concluye Errasti.

En los colegios

«Detrás de la ideología queer hay un negocio inmenso», denunciaba la presidenta y fundadora del Partido Feminista en España, Lidia Falcón, en plena refriega por la ley trans, auspiciada por Unidas Podemos.

«Usarán al colectivo transgénero como caballo de Troya para eliminar jurídicamente las categorías sexuales, pero lo harán desde una ideología manejada por el patriarcado y el capitalismo», dijo.

La ley trans y la teoría queer, de la mano, se fijan en los menores. Son ellos su joya de la corona. A través del tratamiento hormonal a niños y adolescentes que aseguran sufrir malestares con su cuerpo, engordan su negocio pero también expanden su ideología. Por ello, es vital controlar las vías de información de estos grupos, que a día de hoy son dos: la escuela y las redes sociales. Ambos entornos tienen en común que pueden acoger sus intenciones sin una autorización explícita (incluso sin su conocimiento) de los padres y las familias.

Como se ha denunciado, el lobby trasgénero tiene la intención de acabar con el consentimiento paterno en aspectos importantes sobre la vida de los menores, que por madurez, no están preparados para afrontar ni la situación ni las consecuencias. Al que discrepa, como les paso al propio Errasti y a su compañero Marino Pérez, también profesor universitario, se le cancela. Las protestas violentas durante la gira de promoción de su obra Nadie nace en un cuerpo equivocado dan buena cuenta de ello.

Charlas, cursos y talleres

Así, ambos autores defienden en su última publicación Mamá, soy trans que la ideología transgenerista se ha infiltrado de forma muy significativa en los centros escolares, tanto a través de los protocolos de las comunidades autónomas, de contenidos curriculares anticientíficos, como de cursos, charlas y talleres ofrecidos por determinados grupos a los que los centros les abren las puertas.

En el ensayo La coeducación secuestrada, de Silvia Carrasco y otras colaboradoras, las autoras analizan cómo en la última década, la visión queer ha penetrado en los centros educativos que les acogieron a través de cursos y talleres que ayudaban a confundir a un alumnado muy expuesto a esta propaganda.

Como ha contado El Debate, existen en la actualidad protocolos educativos vigentes en varias comunidades de España que llegan a animar al profesorado a que extreme la vigilancia ante el comportamiento de algunos alumnos por si alguno desarrollara conductas incongruentes con el sexo asignado al nacer.

El profesorado está obligado a avisar a dirección y será el centro educativo, y no los padres, quien tramite aquellos aspectos relativos a la transición que ha solicitado el alumno, como el cambio de nombre en las listas de clase o de pronombre. Para más inri, la dirección estará atenta a la actitud de aquellas familias que no estén colaborando con la supuesta afirmación del menor.

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