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La ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría

La ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes y portavoz del Gobierno, Pilar AlegríaEl Debate

El túnel de los jóvenes españoles (I)

España lidera el abandono escolar y el 36 % de sus universitarios tiene un empleo inferior a su formación

El informe PISA, al que se enfrentan los alumnos del estadio inmediatamente anterior a los que luego pueden engrosar las tasas de abandono educativo (los de 15 años) tampoco ha salido bien

Fue Aristóteles quien dijo: «Las raíces de la educación son amargas, pero la fruta es dulce». La primera parte de su sentencia siempre se cumplió, puesto que el camino nunca fue sencillo y fácil, pero es la segunda la que parece ponerse más en cuestión en nuestro día a día.

Los jóvenes estudiantes españoles recorren su camino por las aulas entre las sombras y la incertidumbre. Y el resultado, es decir, la fruta, cada día amarga más.

No en vano, nuestro país ha vuelto a marcar récords en sus tasas de abandono escolar temprano. Las leyes educativas, lejos de paliar los problemas, los acrecientan. El sistema educativo, troceado y dividido en 17 ordenaciones autonómicas y otras tantas selectividades, acaba por tornarse ineficaz. Y en el horizonte, la inaceptable tasa de paro juvenil, donde nuestro país es líder. Muchos de ellos, sobrecualificados y sin trabajo o, si lo hay, precario. Así es la radiografía.

Abandono educativo temprano

La tasa de abandono educativo temprano en 2022 se situó en un 13,9 %, la más alta de la UE tan solo por detrás de Rumanía. Este porcentaje hace referencia al número de jóvenes de 18 a 24 años que no ha completado la segunda etapa de secundaria (FP de grado medio, básica o bachillerato) y que, además, no ha seguido con ningún tipo de formación.

Desde 2012, la tasa de abandono temprano en España ha disminuido casi 11 puntos, pasando del 24,7 % al actual 13,9 %. Según datos del Ministerio de Educación, la diferencia entre hombres (16,5 %) y mujeres (11,2 %) sigue siendo significativa.

El objetivo del Gobierno es continuar reduciendo la tasa de abandono educativo temprano, para lo cual se han puesto en marcha medidas que atienden a la diversidad en la secundaria, y se han recuperado programas de diversificación curricular, que conducen al título de secundaria.

El fracaso escolar

Antes de esa etapa, las bases también llevan aparejadas sus propias amenazas. El informe PISA, al que se enfrentan los alumnos del estadio inmediatamente anterior a los que luego pueden engrosar las tasas de abandono educativo, es decir, los de 15 años, no ha salido bien.

Así, la investigación de la OCDE concluyó que España seguía cotizando a la baja en desempeño educativo. Nuestros alumnos obtuvieron en 2022 una puntuación de 473 en matemáticas y de 474 en lecturas, mientras que en 2018 habían alcanzado un promedio de 481 y 477.

Es decir, que los estudiantes de 15 y de 16 años han marcado sus peores resultados de la historia en matemáticas, a la vez que han emborronado sus cifras en lectura.

Además, existe una brecha de género que, por su singularidad, no recibe la atención necesaria por parte de las instituciones.

El 67 % de los fiascos en las aulas corresponden a los hombres, pero parece que el problema se ignora por el hecho de serlo.

Tres de cada cuatro escolares que abandonan el sistema educativo antes de tiempo son niños. Y, sin embargo, o precisamente por eso, el problema no está ni en la agenda política ni mediática.

«Se trata de un fenómeno que viene de décadas atrás. No es nuevo, pero hemos pasado años sin hacerle caso y seguimos así. El varón es el rey desnudo que está en una espiral cada vez más profunda. Y este tema no se atiende porque se trata de hombres. Cuando hay un problema con las niñas, nos volcamos todos, pese a que les suele ir fenomenal en la escuela», declaraba a este medio María Calvo, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid y autora de varios libros sobre masculinidad y feminidad.

Sobrecualificación estéril

En la otra parte de la balanza, y habiendo superado los golpes que tumban a aquellos que integran las listas del fracaso escolar y el abandono educativo, están aquellos, y no son pocos, que acaban superando tantos obstáculos que en la meta se ven sobrecualificados, y quizás dedicándose a un trabajo que poco o nada tuvo que ver con lo que estudiaron o, si lo tiene, es precario y mal pagado.

España lidera la sobrecualificación en la Unión Europea, y es que el 36 % de los universitarios tiene un empleo inferior a su formación.

Algunas anomalías que ocurren en el mercado laboral español se dan con más frecuencia que en el resto de países europeos.

Los expertos, tras analizar los datos de Eurostat, concluyeron que los trabajadores que cuentan como mínimo de una licenciatura universitaria y que sí ocupan un puesto adecuado a su formación, eran poco más del 63 % en 2022.

La losa de las leyes educativas

Por último, todas estas contrariedades han intentado ser abordadas desde las diferentes leyes educativas, pero estas normativas –hasta ocho desde 1980–, lejos de lograr su objetivo, han acabado por enmarañar aún más tanto al sistema en general como a profesores y estudiantes en particular.

A la conocida como ley Wert, aprobada en 2013 bajo el Ejecutivo de Mariano Rajoy, le ha seguido la ya conocida como ley Celaá que en nada mejora la situación, como se está pudiendo comprobar en los últimos informes.

Fue el actual Ejecutivo socialista el que se afanó en derribar la normativa anterior solo porque pertenecía a un partido distinto al suyo pero, en su intento por desterrar la LOMCE, acabaron incurriendo en tantos o más pecados que sus predecesores.

Mientras, el gran pacto de Estado, pedido hasta la saciedad por profesionales, docentes, pedagogos y, en general, por la comunidad educativa, sigue sin llegar pese a su urgencia, porque la política en España en materia de educación se ha dedicado a destruir lo que se hizo en el pasado en vez de a construir. Y el tiempo cada vez se agota más.

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