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LOS RIDÍCULOS DE LA EDUCACIÓNJosé Víctor ORón Semper

El estrés docente

Si el colegio tiene un proyecto educativo de valor y se viven relaciones interpersonales de calidad, el colegio sabrá vivir el estrés como una oportunidad de crecimiento

Actualizada 04:30

Se acerca el cierre de curso y es fácil encontrar expresiones como «que ganas tengo de acabar», pensando que el ocio soluciona lo que pasa. El ocio no cura nada. Si uno se acerca a dialogar con los profesores sobre por qué están estresados, es fácil escuchar que piensan que las causas son los alumnos de ahora, que lo ponen muy difícil, la falta tiempo para atender el currículo con la cantidad de alumnos que hay, y la sobrecarga de procesos administrativos. En cambio, cuando investigamos el clima del centro, esto no es eso lo que sale.

Que los jóvenes de ahora son distintos y más «problemáticos» lo ha dicho cada generación. Si fuera cierto que cada generación es más problemática, el nivel de problema actual debería estar en niveles estratosféricos. Hace ya 2500 años ya se decía de la juventud cosas como que «es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores y chismea mientras debería trabajar, contradicen a sus padres, tiranizan a sus maestros…».

Sencillamente, no es posible que cada vez los jóvenes estén peor. ¿No será más bien que todo lo que le saca al adulto de su esquema mental lo considera problemático? ¿No será más bien que el adulto se olvida de cómo era él o ella?

Ciertamente, de una época a otra los jóvenes cambian, pero lo hacen acompañando el cambio que se da en la sociedad -y en los adultos-. Y la «novedad» de la juventud habla más de la «novedad» en la cultura y los adultos. Los jóvenes reflejan la calidad (buena o mala) de la cultura que los adultos han creado. No es pretensión ni es posible aquí entrar con detalle en este tema. Simplemente comentamos que en relación al tema que nos interesa, el estrés docente, no es ese el punto en el que fijarse.

Es cierto que la educación cambia, pero no sé si las dificultades para acoger la educación son un problema propio de la educación o más bien se trata de una dificultad para acoger la situación cultural que nos toca vivir. Con ello no se niega que la situación de los jóvenes y del sistema no tengan su contribución a la experiencia de estrés, pero no parece que sea ahí donde haya que centrar la atención.

Hicimos un estudio en diez colegios en el que todos los docentes, incluidos dirección y personal de servicios, estuvieron rellenando información con cuestionarios validados, y recogimos mucha información. En concreto, tomamos el pulso a temas emocionales, existenciales, motivacionales, de compromiso, clima y de todos los tipos y subtipos de estrés. También recogimos información directa de los docentes con trabajos en grupo. Ciertamente el reporte oral se centraba más en cómo están los alumnos, el trabajo administrativo, la cantidad de alumnos… Pero cuando hicimos estudios de regresión para ver qué variables eran las de mayor peso, lo que salió fue que la variable que más afecta al clima del centro es la relación entre los docentes del claustro y la relación con la dirección. Es decir, el tema está entre adultos y, en concreto, dentro del claustro de profesores, incluyendo dirección. No se confirmó lo que la gente suele decir.

¿Qué está pasando en los claustros docentes? Esa pregunta cuesta más de responder. Tuvimos reuniones en los colegios evaluados con los equipos directivos para que ellos ayudaran a descubrir las causas que están detrás, porque la estadística muestra relaciones, pero no causas. El objetivo era diseñar un plan de mejora del clima de centro.

En los diálogos se iban evidenciando varios temas: la calidad de las relaciones deterioradas por acontecimientos históricos o la falta de un proyecto común (no es que falte un documento que diga cosas estupendas, sino que está lejos de ser una realidad asumida en común); o haber convertido las metodologías en lo distintivo del centro. Las entradas de los colegios cada vez se parecen más, pues encuentras que se repite ese panel con Certificado Cambridge, de calidad, bilingüe…

Creo que las distintas causas, y no están todas, se alimentan entre ellas, pero el centro de la cuestión está en la distancia interpersonal entre los educadores. Cuando hay separación interpersonal, será muy difícil tener un proyecto ciertamente común, o si el proyecto se centra en cuestiones metodológicas y no tanto en una propuesta de valor, se trata de encontrarse en una cosa, no en una persona.

No olvidemos que un colegio es lo que podríamos llamar una comunidad misional, es decir, una comunidad de personas que se juntan en función de una misión. La misión podrá ser fácil o difícil (los alumnos, la administración, el currículo…), y eso tiene un peso secundario. Pero la clave para entender la experiencia está tanto en la calidad de la misión como en la calidad de la relación de las personas que comparten tal misión.

Ciertamente el tema merece un estudio más profundo. El objetivo de este artículo no es tanto analizar con detalle el estrés docente, sino aprovechar el tema para hacer un subrayado: se necesitan propuestas de valor que sean capaces de aglutinar deseos de los docentes, y se necesitan relaciones interpersonales de calidad.

Si el colegio tiene un proyecto educativo de valor y se viven relaciones interpersonales de calidad, el colegio sabrá vivir el estrés como una oportunidad de crecimiento. El proyecto educativo de valor no puede ser una o muchas metodologías, sino el crecimiento del niño, y las relaciones interpersonales no pueden ser una mera calidez afectiva, sino una ayuda sincera y mutua en el crecimiento de cada educador.

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Un colegio es un sistema y, como en todo sistema, no hay cambios si no los hay en muchos (por no decir en todos) los niveles. Hace falta que todo el sistema esté con una orientación común para que no vaya cada parte tirando por su lado. El único proyecto que puede aglutinar a los claustros y a los claustros con los directivos y familias es una educación centrada en el crecimiento del niño como persona.

Cuando hablas con no docentes del estrés de los docentes se escuchan cosas como: ¿de qué se quejan con tantas vacaciones? y otras cosas similares. Pero al decir eso se ignora que el no estrés no ayuda de por sí a vivir el estrés. El ocio, sencillamente, no cura, sino que el estrés se puede vivir como lugar de crecimiento cuando se da en un horizonte de valor y con una experiencia relacional de calidad.

Las dificultades con la educación bien pueden reflejar la dificultad para ser creadores de novedad en la sociedad actual que vivimos. Pero eso tiene su reto atractivo. Hagamos que el colegio empiece a ser el lugar de la futura sociedad.

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