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Imagen área del mitin de cierre de convención de Pablo Casado en la plaza de toros Valencia

Imagen área del mitin de Pablo Casado en la plaza de toros de ValenciaMudarra

Convención y mitin final

Una semana en el motor del PP

Claves de los siete días con debates políticos y actos públicos dentro de la formación de centro-derecha

Cerrar su convención en Valencia tiene un significado evidente para el PP. En esta Comunidad ha cosechado mayorías absolutas arrolladoras y espera más pronto que tarde volver a hacerlo. El mitin en la plaza de toros valenciana es la foto fija que refleja el estado de ánimo de los populares de Casado, culminando así un trabajo previo de meses, que ha desembocado en seis días de convención itinerante por España.

Las Instrucciones que dejó escritas Carlos V a su hijo, Felipe II, recogen el siguiente consejo: «Dejarse ver a horas fijas». Todo el brilli-brilli publicitario que ha puesto en marcha la maquinaria del PP durante su road-trip está al servicio de esta lección, impartida por alguien que de gobernar sabía bastante.

La convención ha sido útil, pero no para alcanzar su teórico objetivo, el debate ideológico, sino para que Casado se haya dejado ver en las principales ciudades españolas y, además, pudiera hacerlo en un contexto muy especial; aclamado por los militantes y por la estructura de poder territorial —barones y alcaldes— de su propio partido.

La convención, que ha terminado este domingo con un mitin que, si no ha alcanzado el nivel apoteósico de épocas anteriores ha sido por la sordina sanitaria impuesta con la pandemia, la convención, decimos, ha cumplido con creces sus metas. Génova ha realizado el double check sobre los siguientes propósitos:

- Absorción de Ciudadanos. La presencia de Juan Carlos Girauta, ex portavoz de C's, el pasado martes en Valladolid es todo un reclamo para el remanente de votantes que todavía pueden colear dentro del partido de Inés Arrimadas. Las palabras de Mario Vargas Llosa, el jueves, diciendo que «el Partido Liberal ha dejado de existir; voy a dar mi voto al PP», ha sido uno de los últimos clavos taladrados sobre el ataúd de C’s.

Tú a Sevilla, yo a Compostela

- Jarrones chinos optimizados. Aznar y Rajoy, Rajoy y Aznar, las dos vacas sagradas del PP, sus dos almas, la derechista y la centrista, tienen una sombra muy alargada. Su presencia en un acto del PP automáticamente convierte en secundario a cualquiera de sus acompañantes. Los expresidentes aceptaron la invitación y asistieron a la convención, prudentemente separos por el espacio-tiempo en ciudades y días distintos. Ambos bendijeron el proyecto de Casado, que los acompañó en sus coloquios en Santiago y Sevilla. Absorción, por tanto, de su capital simbólico, poniéndolos al mismo tiempo lejos del cierre en Valencia para que las dos bêtes noires no opacasen el estrellado de nuevo presidente.

- Exposición, ad intra y ad extra, de un proyecto propio. La estrategia de Casado ahora mismo no es tanto ideológica como demoscópica, es decir; la caza del amplísimo espectro del voto útil para desalojar a Pedro Sánchez de Moncloa. El transversalismo obliga a una actitud atmosférica, de cierta indefinición. Aun así, por las rendijas de multitud de paneles de discusión, algunos interesantes, otros soporíferos, emerge un proyecto de derecha constitucional clásica con tono incluyente, no confrontativo. Este tour de seis días ha permitido que el conjunto de la sociedad y las estructuras del partido sepan por dónde irán los tiros. Hay un detalle que parece menor, pero resulta relevante: «un partido político no funciona solo por Zoom. Al final son —somos— gente de carne y hueso, y había ganas de volver a verse. Desde el inicio de la pandemia, es la primera convención de estas características. Un reencuentro así tiene un fuerte componente emocional, y sirve además para poner todo el engranaje interno a punto», reflexiona para El Debate un miembro del Estado mayor del PP.

- Vox. La aparición, tras mucho tiempo alejado del PP, de Vidal-Quadras, ex presidente del Partido Popular de Cataluña y de Vox, es un aviso a navegantes. Génova tiene en el telescopio a Vox. Las prioridades en la dirección popular ahora son crecer por el caladero del centro, pero no se olvida de sus votantes, que en un porcentaje altísimo antes eran del PP. Ahora mismo, Vox está rocoso —sus electores, tras probar los peta-zetas, es difícil que vuelvan al sugus—, «pero todo se andará, porque Vox es una partido para los cabreados con Rajoy, y ahora la gente está cabreada con Sánchez, y más que lo estará», reflexionan fuentes próximas.

- Todos somos contingentes (incluido Ayuso), solo tú, oh, Pablo, eres necesario. El panel de los seis presidentes autonómicos del PP, también Isabel Díaz Ayuso, y previo discurso —¿lectura de cartilla?— en solitario del general secretario Teodoro, ha servido para mostrar que el partido es una estructura férreamente vertical, disciplinada en primer tiempo de saludo en torno a su líder. Por la misma senda ha caminado la declaración de Ayuso: «tengo meridianamente claro donde está mi sitio. Necesitamos que tú llegues a presidente del Gobierno». Dicen las malas lenguas que este obediente regreso a la fila ha sido a cambio de la entrega en breve por parte de Génova de la presidencia del PP madrileño a la líder regional. Lo que suceda a partir de 2023, en función de si Casado gobierna o no, será otro cantar.

El PP, en resumen, disfruta de un buen momento. En las guerras suman tanto los aciertos propios, que los ha habido, como los fallos del adversario, que no han faltado. El error de los intentos de moción de censura en Murcia y Madrid, el subsiguiente éxito de Ayuso y la crisis sanitaria y económica han generado en Pedro Sánchez un desgaste por rozadura de materiales, máxime cuando los 150.000 millones de los fondos europeos aún no han entrado en el torrente circulatorio de la sociedad. El hartazgo con el presidente del Gobierno es grande. Casado lo sabe y, tras cuatro años al frente de los populares, parece estarse ganando la confianza de amplios sectores de la población española. Esta convención del PP ha sido su puesta de largo.

El baile, sin embargo, no ha hecho más que empezar. El PSOE, dentro de 15 días, celebra su 40º congreso federal.

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