La crisis de la coalición
La encerrona de Díaz a Sánchez deja al maestro del escapismo sin escapatoria
La reforma laboral ha puesto al presidente del Gobierno en una situación imposible. Su socia tiene todas las de ganar, aunque pierda. Y él todas las de perder, aunque gane
Cuenta Pedro Sánchez en su Manual de Resistencia que cuando estaba pensándose si presentar una moción de censura contra Mariano Rajoy le preguntó a su padre, con cierto temblor de piernas: «¿Y si pierdo?». Y que este le respondió: «Hay batallas que hay que darlas, aun a riesgo de perderlas».
En el caso de la reforma laboral, quien ha decidido dar la batalla ha sido su socia de Gobierno Yolanda Díaz, y es ella quien tiene todas las de ganar. Gane o pierda, aunque suene contradictorio. Y Sánchez, todas las de perder. Pierda o gane. Aunque el PSOE ya llevara en su programa electoral la «derogación urgente de los aspectos más lesivos de la reforma laboral, combatiendo la precariedad y el fraude laboral».
La ministra de Trabajo y líder in pectore de la nueva plataforma de izquierdas ha hecho una encerrona a Sánchez de la que el presidente tiene imposible escapatoria. Por muy experto en el arte del ilusionismo y la prestidigitación que se crea el socialista, ni David Copperfield podría.
Si la dulce Yolanda consigue que el presidente pase por el aro de una derogación casi íntegra de la legislación laboral del año 2012, tendrá la campaña electoral hecha y a la izquierda y los sindicatos comiendo de su mano –si no lo están ya–.
Díaz ganará aunque pierda; Sánchez perderá aunque gane
Si por el contrario Sánchez se hace caso de la Unión Europea y pacta una reforma blanda con el plácet de los empresarios, la vicepresidenta segunda dirá que lo hace en contra de su voluntad, pondrá el grito en el cielo, amenazará con romper la coalición… y también tendrá la campaña electoral hecha y a la izquierda y los sindicatos comiendo de su mano, probablemente con la promesa de que si ella llega a La Moncloa se acabaron las medias tintas. A lo Scarlett O’Hara.
Parafraseando aquel eslogan de Bill Clinton, «es el relato, estúpido». La envolvente es de manual y preocupa en La Moncloa, donde empiezan a expresar en voz alta que de tanto vitaminar a Díaz para que la izquierda a la izquierda del PSOE recupere el vigor electoral perdido se les está yendo de las manos. «Iglesias era un dolor de cabeza, pero es que ella es una jaqueca», resume gráficamente un alto cargo del ala socialista del Gobierno. Y además su valoración está por las nubes.
El ecosistema gubernamental amenaza con autodestruirse. Y no, no es una «tormenta en un vaso de agua», como la ha llamado el líder de UGT. Si una moción de censura presentada en Murcia en marzo desató el diluvio nacional, hoy en día no hay tormenta pequeña en la inestable política española.
El acuerdo alcanzado el miércoles entre Sánchez y Díaz para incorporar a la gente de Nadia Calviño a la mesa del diálogo social no es nada si el próximo martes el presidente y sus vicepresidentas no llegan a un (principio de) acuerdo. No parece sencillo, y el reloj sigue corriendo a favor de «la hija de Suso», como era conocida Yolanda Díaz en su tierriña hasta hace poco (su padre fue líder de CCOO en Galicia).
Batalla por la política económica
La reforma laboral agudiza la fractura en el Gobierno de coalición
Para la titular de Trabajo fue un auténtico shock ser designada la heredera de Pablo Iglesias. Ni lo ambicionaba ni entraba en sus planes, claro que tampoco en los de Irene Montero e Ione Belarra. Pero cada vez se siente más cómoda en su papel de candidata a la Presidencia del Gobierno de la «izquierda verdadera». Y todo lo que hace ya es en clave electoral. Incluso ha caído en un culto a la líder desmedido. Su canal de Telegram tiene una actividad frenética. Yolanda Díaz hace, Yolanda Díaz dice, Yolanda Díaz visita…
Los empresarios, firmes
Sánchez está entre la espada y la pared, porque no solo su vicepresidenta ha decidido dar esta batalla. También los empresarios, convencidos de que el presidente tiene más que perder que ellos si acaban levantándose de la mesa. El mensaje que enviará a Bruselas si legisla contra y no con los que crean empleo será muy peligroso para un Gobierno dependiente de los fondos europeos.
«No vamos a consentir que nos manden un papel cuando falten cinco días y nos digan que si no firmamos los fondos no llegarán», denunció el jueves el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. Llevan desde marzo reuniéndose semanalmente (los miércoles) con Trabajo y los sindicatos para avanzar en la reforma laboral y ahora resulta que están en la casilla de salida. O ni eso.
El 3 de julio de 2020 Sánchez posaba orgulloso en las escalinatas de La Moncloa junto al propio Garamendi, Gerardo Cuevas (de Cepyme) y los líderes de UGT y CCOO, Pepe Álvarez y Unai Sordo. Acababa de firmar el Acuerdo por la Reactivación Económica y el Empleo. Tres semanas después, Sánchez era recibido entre aplausos y vítores de sus ministros a la vuelta de una cumbre en Bruselas: había arrancado a la UE 140.000 millones de euros de los Fondos Next Generation –condicionados–.
Entre las sucesivas prórrogas de los ERTE (van seis) y la zanahoria de los fondos europeos, Sánchez ha vivido en paz y armonía con los empresarios durante la mitad de la legislatura. El 1 de septiembre, los grandes del IBEX le acompañaron en el acto de inicio de curso en la Casa de América, bajo el eslogan Una transición justa. Él no lo sabía, pero solo le seguían la corriente.
El comisario europeo ha recordado a Sánchez que los fondos están vinculados a que cumpla con la UE
Ahora están dispuestos a dejar de hacerlo. La patronal afirma que les preocupa mucho más tener una legislación laboral razonable que unos fondos que de momento no están impregnando el tejido empresarial. Y tienen a la UE de su parte. De visita en España esta semana, el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, recordó la importancia de que la reforma laboral lleve también la firma de la patronal. Eso y que los fondos están «conectados» con las recomendaciones de Bruselas. A cualquier buen entendedor le basta con esas palabras.