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Casado y Feijóo frente a frente en una imagen de archivo

Casado y Feijóo frente a frente en una imagen de archivoDavid Mudarra

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Pablo Casado intenta desactivar la «operación Feijóo» contrarreloj

«Casado siempre cierra muy mal las crisis. Ahí tienes la destitución de Cayetana, o lo de (Alberto) Casero. Y ahora esto de Isabel, que no se ha podido gestionar peor», se queja un barón regional del PP a El Debate.

El presidente de los populares vivió este lunes una jornada de tensión y presión máximas, convencido de estar sufriendo un golpe palaciego liderado por dos presidentes regionales: Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo. Y secundado por otros dos: Alfonso Fernández Mañueco y Juanma Moreno.

La madrileña y el gallego hablaron el domingo para coordinarse y convinieron que la salida de Casado era la única opción posible. Cuanto antes, mejor. De ahí que ambos invocaran la necesidad de una «solución inmediata» en sus respectivas comparecencias.

Este lunes, Génova 13 se convirtió en un auténtico búnker. Allí llegó Casado por la mañana con la intención de aguantar el ciclón y salió bien entrada la noche con la misma idea. Pero sabía el presidente del PP que tenía que buscar una salida a su laberinto, y ésa fue convocar –por unanimidad– la Junta Directiva Nacional. Inicialmente se fijó para el lunes 28, pero se busca nueva fecha después de que Moreno expresara su indignación porque coincide con el Día de Andalucía.

Se trata del máximo órgano entre congresos. En el orden del día estará la celebración del congreso extraordinario que demandan los barones, pero aún no no hay fecha prevista para ese cónclave en el que los populares decidirán su destino. Pueden ser 45 días a contar desde el lunes próximo o 30 en el caso de urgencia, según los estatutos.

Tras el anuncio de la reunión de la Junta Directiva Nacional, Pablo Casado se reunirá mañana con los barones del partido, una vez que ha convocado al Comité Autonómico.

Deben votar a favor dos tercios de sus miembros. De esa Junta forman parte unos 400 cargos del partido: los miembros del Comité Ejecutivo Nacional, barones regionales y provinciales, alcaldes, presidentes de diputaciones y cabildos, diputados, senadores, eurodiputados, presidentes regionales de Nuevas Generaciones…

Llegado el caso, Casado quiere presentarse a la reelección si ve que tiene opciones. En su equipo cuentan con que eso eche atrás al presidente gallego, que según los cálculos del casadismo busca ser entronizado líder del PP por aclamación. Es decir, lo que no consiguió en 2018. Entonces había un pacto no escrito para que, si Feijóo se decidía, ni Soraya Sáenz de Santamaría ni María Dolores de Cospedal se presentaran a las primarias. Pero entró en escena Casado postulándose y todo saltó por los aires.

La dirección nacional del PP estuvo reunida durante prácticamente todo el día, con la ausencia clamorosa de José Luis Martínez-Almeida, sobre el que pende la amenaza de una moción de censura en el Ayuntamiento de Madrid de momento descartada por Begoña Villacís. Eran Casado y sus 12 apóstoles: Teodoro García Egea, Ana Beltrán, Cuca Gamarra, Javier Maroto, Dolors Montserrat, Pablo Montesinos, Antonio González Terol, Ana Pastor, Elvira Rodríguez, Jaime Olano, Andrea Levy y Belén Hoyo.

Varios periodisas a las puertas de la sede del PP, en la calle Génova de Madrid, donde este lunes se celebra la reunión del Comité de Dirección del partido

Varios periodistas a las puertas de la sede del PP este lunesEFE

Fuera, muchos pretendían que la estampa fuese similar a la de la última cena. Y nada más lejos de la realidad. Dentro lo que hubo fue una especie de terapia de grupo en la que no faltaron los reproches, eso sí, pero en buen tono. Hoyo, que el jueves pasado pregonó su lealtad a Casado en Twitter –como tantos otros diputados del PP espoleados por la Secretaría General– llegó a pedir la destitución de García Egea para deshacer el nudo gordiano.

La versión de Casado

El líder del PP insistió en que él lo único que ha pretendido es mantener al partido limpio y libre de cualquier sospecha de corrupción. También sostuvo que una dimisión no tiene marcha atrás, y que la suya supondría reconocer que ha actuado mal. Y él sigue convencido de que no.

Con el paso de las horas, cuando en la Puerta del Sol comprobaron que Casado no iba a dar un paso atrás, empezaron a impacientarse. Y a difundir la teoría de que el presidente del PP está buscando que la Fiscalía Anticorrupción impute a Ayuso por intervención de la mismísima fiscal general del Estado, Dolores Delgado.

Para entonces, Casado y García Egea habían mandado llamar a Génova 13 a diputados, senadores y cargos provinciales afines para conocer el alcance de la operación Feijóo y calibrar sus fuerzas ante los barones.

Ello en medio del malestar y la incredulidad en los grupos parlamentarios en el Congreso y el Senado por la falta de explicaciones de los días previos. «Desde que el miércoles comenzó la crisis no nos habían dicho nada, ni una palabra. Tuvimos que enterarnos de la reunión entre Casado y Ayuso por un mensaje que el sábado nos mandó el gabinete de prensa al chat del grupo, a la vez que los periodistas», se quejaba una diputada a este periódico.

Durante toda la tarde se cruzaron llamadas y guasaps, para ver quiénes habían sido convocados. Se vivieron situaciones surrealistas, como que algunos se negaran a ir a la calle Génova para no significarse a favor de Casado.

Lo que comenzó siendo una guerra de «entornos» entre Teodoro García Egea y Miguel Ángel Rodríguez desembocó la semana pasada en una guerra entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. Y ésta, a su vez, ha acabado esta semana en una guerra entre Pablo Casado y los presidentes regionales, todos menos el murciano Fernando López Miras, un hombre de García Egea.

«Feijóo puede dotar al PP de la estabilidad, la solvencia y la confianza que hoy le falta», insisten sus partidarios.

Una vez convocada la Junta Directiva Nacional, la pelota vuelve al tejado de los presidentes regionales. Esta decisión de Casado no les ha gustado. Seguro que habrá nuevos movimientos antes de la reunión.

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