Entrevista
Javier Rupérez: «Putin es el nuevo Hitler y Ucrania, los nuevos Sudetes»
Diplomático de carrera, exembajador de España ante la OTAN y ante el Gobierno de los Estados Unidos en Washington DC, Rupérez analiza en esta entrevista los últimos acontecimientos de la actualidad internacional
Número uno en el escalafón de la carrera diplomática, presidente de la consultora Rupérez International y académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Javier Rupérez es una de las figuras más influyentes en la definición de la política exterior y de seguridad española de los últimos 40 años. Actualmente colabora con regularidad con sus tribunas en la sección de opinión de El Debate. Dado que los vientos internacionales son intensos, conversamos con él para conocer su cualificada interpretación de los mismos.
Rusia y Ucrania
–La primera pregunta, obligada, sería conocer su valoración sobre la guerra de Ucrania.
–Putin es el nuevo Hitler y Ucrania, los nuevos Sudetes. Putin hubiera querido que, amenazando con la fuerza, le regalaran Ucrania. Esto, afortunadamente, no se ha producido. Al mismo tiempo, estamos contemplando una situación de una gravedad como no se había visto desde 1945, es decir, un país miembro de las Naciones Unidas, uno de los cinco países con derecho de veto en el Consejo de Seguridad, viola de una manera brutal, consciente, los principios básicos de la vida internacional.
–Significa contemplar, en vivo y en directo, la destrucción gratuita de un país soberano.
–Está matando a miles de personas, está destruyendo un país, está, al mismo tiempo, queriendo ocupar ese país y está produciendo unos desplazamientos de millones de personas. Insisto, esto no se había producido desde 1945 y hay que recordar también que no hay ninguna razón para la utilización de la violencia. No hay legítima defensa. Nadie ataca a la Federación Rusa. Todas aquellas justificaciones que utiliza Putin son absolutamente falsas.
–¿Acosa la OTAN a Rusia?
–La OTAN se ha ampliado porque al desaparecer la Unión Soviética, en 1991, una parte de aquellos países que habían sido repúblicas de la URSS, o que habían sido miembros del Pacto de Varsovia, salieron literalmente corriendo de lo que había sido la experiencia sufrida con la URSS para buscar seguridad, prosperidad y libertad.
–¿Terminará Putin sentado ante un tribunal tipo Nuremberg?
–No sabemos cuál será el final, pero sí quiero recordar algunas cosas que me parecen evidentes. Primero, Putin es un criminal de guerra y, consiguientemente, en su momento tiene que ser sometido a un juicio como tal. Sé perfectamente que esto es complicado, porque cogerle… Bueno, pero que los principios no se olviden; es un criminal de guerra.
Putin es un criminal de guerra y, consiguientemente, en su momento tiene que ser sometido a un juicio como tal
Segundo, todos aquellos que, junto con Putin, han participado en la agresión son también criminales de guerra y hay que someterlos a su juicio correspondiente. Tercero, la Federación Rusa tiene que plantearse las reparaciones consiguientes ante un país destruido, como pasa en cualquier guerra.
Sáhara, Marruecos, Argelia
–Pasemos a la cuestión de Sáhara. ¿Qué le parece el giro emprendido por el presidente Sánchez?
–Ha sido un cambio radical. Es una decisión tomada sin el acuerdo del Gobierno español ni de las Cortes. Un principio básico de la buena política exterior es que debe ser una política de Estado, que conscientemente envuelve a todos aquellos participantes de la vida nacional.
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–Este giro ya ha producido varias reacciones…
–Así es, la del Frente Polisario y la de Argelia, que ha decidido retirar a su embajador de Madrid, anunciando también una serie de medidas cuyo alcance en este momento no se conocen. Con independencia de qué pensemos sobre el futuro del Sáhara, lo fundamental es buscar una solución pacífica entre las partes que reciba, al mismo tiempo, el beneplácito de la ONU.
–¿Quiénes son esas partes?
–Marruecos y Argelia. Nosotros lo fuimos en la medida que el Sáhara era parte de la soberanía española. Se podía pensar si todavía somos potencia administradora; a lo mejor todavía sí, pero estos son datos laterales.
Lo fundamental es buscar un acuerdo pacífico que satisfaga a las dos partes y, desde luego, que satisfaga también a la población saharaui. Luego ya podremos pensar si es mejor la autonomía, la independencia o una partición.
–De este giro emprendido por Pedro Sánchez, ¿los intereses españoles salen reforzados o mermados?
–Más allá o más acá del tema del Sáhara, tenemos que pensar en la afirmación de nuestros derechos, de manera que no haya ningún tipo de amenaza a nuestra seguridad. Y eso afecta a Ceuta y Melilla, a las aguas territoriales Canarias, afecta también a los comportamientos de nuestros vecinos con respecto a temas de inmigración ilegal o estupefacientes. Desde este punto de vista, tenemos que reafirmar la defensa de nuestra seguridad nacional, con independencia de qué piensen los demás. No vaya a ser que nuestra seguridad esté en manos de otros. Esto sería grave.
Tenemos que reafirmar la defensa de nuestra seguridad nacional, con independencia de qué piensen los demás
–¿Cómo cree que afectarán este giro que ha tomado Pedro Sánchez con respecto a la relación que España mantiene con Argelia?
–Desde los EE.UU. está llegando más gas licuado del procedente de Argelia, pero eso no impide que dependamos de una manera significativa del gas argelino. Creo que con Argelia también hay que tener en cuenta cuál es su alineación internacional. Argelia es un aliado de la Federación Rusa. Marruecos es un aliado de los Estados Unidos y eso también crea toda una serie de consecuencias que tenemos que tomar en cuenta.
Gibraltar
–Ahora mismo se está desarrollando una negociación a tres bandas entre Londres, Bruselas y Madrid sobre al futuro del Peñón. ¿Cómo afectará el Brexit al Campo de Gibraltar?
–Muchas de las cosas que están ocurriendo en torno a Gibraltar tienen que ver con la comprensible presión que están haciendo las poblaciones de La Línea para no perder esa facilidad de acceso a un sistema laboral.
Tenemos que pensar de una manera adecuada en cuáles son las necesidades económicas de la población del Campo de Gibraltar y en buscar una satisfacción que no dependa exclusivamente de Gibraltar, que, como todos sabemos, posiblemente sigue siendo un sitio oscuro desde el punto de vista económico; con historias complicadas de fraudes, escapes, etcétera.
–¿Qué cabría esperar de estas negociaciones aún en curso?
–Reino Unido quiere, por una parte, que desaparezca la verja y, por otra, quiere situar los controles de acceso a Gibraltar no en manos de los servicios de seguridad europeos, sino en manos prácticamente británicas. Esto significaría aumentar la fragilidad de España.
EE.UU.
–Saltemos el charco. Estados Unidos es un país que usted conoce especialmente bien. ¿Cuál es su valoración de la Administración Biden?
–Biden ha ganado las elecciones ampliamente. Es un político muy rodado. Prácticamente no hay ninguno que haya sido tantos años senador, que haya sido durante dos periodos vicepresidente; de manera que conoce perfectamente cuál es el funcionamiento de la vida americana. En lo esencial, Biden significa la vuelta al constitucionalismo, que a mí me parece fundamental para ese país. Creo que hay que apostar por esa normalidad constitucional.
Biden significa la vuelta al constitucionalismo, algo que me parece fundamental para EE.UU.
–Sobre la decadencia de EE.UU., ¿qué hay de cierto?
–Hay una polarización política muy importante y grave. No es el único país con polarización; también la tenemos nosotros y otros países. También tienen problemas de desigualdad económica y del respeto a las minorías raciales. Pero yo sigo observando una voluntad de respuesta ciudadana constitucional realmente notable. Siguen teniendo una importante capacidad de liderazgo y, si no la tuvieran, todos aquellos que creemos en la democracia y la libertad nos encontraríamos en una situación complicada.
China
–¿La confrontación entre Estados Unidos y China marcará el siglo XXI?
–Volvemos a la bipolaridad, que estará casi exactamente igual de definida que en los tiempos anteriores, cuando también era el mundo democrático frente al mundo dictatorial. Ahí están, de un lado, Estados Unidos, la OTAN, la Unión Europea y, de otro, China y la Federación Rusa. Ya no estamos en la dictadura del proletariado, sino en la dictadura de la oligarquía, pero el efecto es prácticamente el mismo.
Ya no estamos en la dictadura del proletariado, sino en la dictadura de la oligarquía, pero el efecto es prácticamente el mismo
Francia
–En Francia han pasado a la segunda vuelta electoral Macron y Le Pen. A falta de conocer el resultado final de los comicios presidenciales galos, ¿cómo interpreta usted la situación política en el país vecino?
–Me parece bueno acoger con satisfacción el resultado; es la afirmación de los valores originarios de la construcción europea, de la institucionalización de todas las democracias, de la búsqueda de entendimientos.
Si se hubiera producido en Francia una victoria de la extrema derecha, tipo Le Pen, la fragilidad europea hubiera sido enorme
Y, al mismo tiempo, también significa la vuelta a una situación minoritaria de todos aquellos que quieren volver a la tribu y a los planteamientos nacionalistas de estilo populista, tipo Polonia o Hungría. Si se hubiera producido una victoria de la extrema derecha, de Le Pen, la fragilidad europea hubiera sido enorme.