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Rajoy felicita a Sánchez después de prosperar la moción de censura

Rajoy felicita a Sánchez después de prosperar la moción de censuraMoncloa

Aniversario de la moción de censura

La eterna duda: ¿pudo Rajoy dimitir y salvar el Gobierno del PP? Su equipo contesta

Cuatro años lleva Sánchez en la Moncloa, los mismos que el expresidente luchando contra el relato de que su marcha habría cerrado el paso al PSOE. Hablan quienes estuvieron allí

Se suponía que el lunes debía producirse una de las pocas imágenes que hay de Pedro Sánchez y de Mariano Rajoy juntos desde la moción de censura, de la que este miércoles se cumplen cuatro años.

Rajoy, como también José Luis Rodríguez Zapatero, José María Aznar y Felipe González, estaba invitado al acto de conmemoración del 40º aniversario de la entrada de España en la OTAN, organizado por la Moncloa. Pero Rajoy, que lleva semanas mordiéndose la lengua mientras Sánchez llama corrupto al Gobierno del PP que él presidió, decidió no ir. Según el equipo de Sánchez, no les dio mayor explicación.

El cuarto aniversario de la única moción de censura que ha triunfado en España se produce en un contexto atípico, puesto que Sánchez ha vuelto a colocar la corrupción en el centro del discurso socialista. Cuando no habla de Gürtel, habla de Kitchen. O de ambos, en un constante intento de resucitar al muerto. En una interminable sesión de ouija política.

El presidente reunirá este miércoles en el Congreso a sus diputados y senadores coincidiendo con el aniversario, al que ya hizo alusión el jueves pasado en el pleno y la volverá a hacer. «La próxima semana se van a cumplir cuatro años desde la moción de censura que puso fin al Gobierno del Partido Popular. Entonces propuse a esta Cámara liderar un Gobierno social y ejemplar. Las razones resultaban entonces y aún resultan oportunas (…). La opinión pública española asistía, entre atónita e indignada, a una cascada, yo diría que interminable, de escándalos de corrupción de sus gobernantes, que con una mano recortaban y con la otra cobraban sueldos en B», afirmó en el hemiciclo. «Necesitábamos un nuevo gobierno que pusiera fin a una etapa marcada por las políticas antisociales y por la corrupción que caracterizó ese periodo –a mi juicio, oscuro– de la democracia», añadió.

Cuatro años son también los que lleva Rajoy luchando contra el relato del sanchismo; aquel según el cual Sánchez habría perdonado la vida al PP si Rajoy hubiera dimitido. Incluso dedicó varias páginas de su primer libro a desmontar esa teoría.

La gran pregunta

¿Realmente el PP habría tenido opciones de conservar el Gobierno con Soraya Sáenz de Santamaría al frente si el entonces presidente hubiera anunciado su marcha antes de la votación? El Debate ha consultado con media docena de antiguos colaboradores de Rajoy que vivieron con él aquellas horas trágicas y, salvo uno, todos coinciden en que aquello no fue más que un señuelo.

«Eso es totalmente falso», relata una de las personas que más tiempo pasó en el reservado del restaurante Arahy, que aquella tarde del 31 de mayo Rajoy convirtió en una especie de búnker. Mientras, en el Congreso, su vicepresidenta se anticipaba al luto colocando su bolso en el escaño de su jefe. «Rajoy tenía clarísimo que no podía dimitir, porque Soraya no habría tenido los votos para ser investida presidenta. Los votos los tenía Sánchez», añade.

El bolso de Sáenz de Santamaría en el escaño de Rajoy

El bolso de Sáenz de Santamaría en el escaño de Rajoy

Cabe señalar que no habría bastado con designar sucesora a la entonces vicepresidenta Sáenz de Santamaría. El Rey habría abierto una ronda de consultas y propuesto un candidato a la investidura que tuviera los votos suficientes para, al menos, ser investido por mayoría simple (más síes que noes) en segunda votación. Llegados a ese punto, la única salvación habría sido el mismo PNV que traicionó a Rajoy solo días después de pactar con él los Presupuestos de 2018.

La única salvación del PP habría sido el PNV, que acababa de traicionarle

«¿Por qué iba a dimitir? Sería tanto como reconocer que había hecho algo, y no era así. Estaba clarísimo que no había opción», añade una exministra con muchas horas de trabajo junto a Rajoy.

«La dimisión no habría arreglado nada. Habría sido incluso peor, porque el PP habría perdido el Gobierno igual y habría tenido que aguantar el lastre de tener el primer presidente dimitido por corrupción», señala una tercera voz de la entonces guardia de corps del ex presidente del Gobierno.

Cabe recordar que, en octubre de 2019, el Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional censuró al juez Ricardo de Prada por haberse extralimitado en sus apreciaciones en la sentencia del caso Gürtel, la que desencadenó la moción de censura. «Se deduce con claridad la toma de postura ya de este magistrado respecto de varias de las cuestiones relevantes, que no eran objeto estrictamente de enjuiciamiento», le recriminaron sus compañeros togados.

Los dos momentos decisivos

En aquel reservado, en el que corrió el whisky hasta las diez de la noche y aun así las penas se mantuvieron a flote, hubo dos momentos determinantes. Uno, cuando el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, telefoneó a Rajoy para comunicarle definitivamente que su partido iba a apoyar la moción de censura. Nada que pillara por sorpresa a su interlocutor ya a aquellas alturas.

Otro, cuando en sus estertores políticos Rajoy preguntó abiertamente a quienes le acompañaban a la mesa si alguno de ellos podía garantizarle que, si dimitía, la moción de censura caía y el PP conservaba el Gobierno con Sáenz de Santamaría en la Presidencia. Nadie se lo garantizó, evidentemente. Ni José Luis Ayllón –su jefe de Gabinete–, ni los entonces ministros Fátima Báñez, Íñigo de la Serna, Dolors Montserrat, María Dolores de Cospedal

Rajoy a la salida del restaurante, tras una sobremesa que duró hasta las 22 horas

Rajoy, a la salida del restaurante, tras una sobremesa que duró hasta las 22 horas

«Allí nadie se atrevía a señalar el elefante en la habitación, que era él. Realmente nunca sabremos si Soraya habría conseguido los votos para la investidura. Podríamos haber quemado las naves e intentado negociar con el PNV… pero Rajoy decidió no dimitir, y nunca sabremos qué habría ocurrido», opina, poniendo la nota discordante, otra fuente que estuvo junto al expresidente en aquellos momentos.

Esta misma fuente apunta a que Cospedal fue quien más influyó en la decisión de Rajoy de no entregar su cabeza a Sánchez, porque la entonces secretaria general no quería ni oír hablar de la remota posibilidad de que Sáenz de Santamaría fuera presidenta (la relación entre ambas era muy mala).

Especulaciones al margen, fue la entonces secretaria general y ministra de Defensa la que, a media tarde, salió del restaurante rumbo al Congreso para comparecer ante la prensa y desmentir categóricamente una posible dimisión de Rajoy. «Sería un ejercicio estéril que no beneficiaría a nadie y perjudicaría el interés general de los españoles», justificó entonces.

«El PNV eligió, que más podíamos hacer. Rajoy hizo lo que tenía que hacer: evitar al partido una humillación mayor», zanja un exministro.

Desde entonces y hasta ahora han pasado muchas cosas en el PP. Durante la etapa de Pablo Casado se reestablecieron los puentes con el PNV, aunque las heridas tardaron en sanar un par de años. Tanto Casado como Teodoro García Egea tenían una buena relación personal con Ortuzar, y lo mismo Cuca Gamarra con el portavoz peneuvista en el Congreso, Aitor Esteban.

Al primer presidente del partido elegido por primarias le sucedió en abril Alberto Núñez Feijóo, al que ahora Sánchez intenta encontrar esqueletos en el armario para frenar su ascenso en las encuestas.

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