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La bancada del PSOE durante el debate sobre el estado de la nación

La bancada del PSOE durante el debate sobre el estado de la naciónEva Ercolanese/ PSOE

La crónica política

El PSOE pasa del llanto a la risa en su mes más convulso y se entrega a Sánchez con fe renovada

«Después de las andaluzas entramos en el túnel de vestuarios y ahora parece un partido distinto», resume un diputado socialista. Los populares no se lo creen: «Más dura será la caída»

La bancada del PSOE está acostumbrada a vivir en una montaña rusa. Una pandemia, una guerra, una precaria mayoría parlamentaria, unos socios antimilitaristas, pero a la vez de armas tomar… Los diputados que moran en ella son ciclotímicos, de extremos: tan pronto están eufóricos como deprimidos. Casi nunca hay término medio con ellos. Es una bancada no apta para cardíacos.

El martes, esos diputados –y algunos senadores– dedicaron 28 segundos de aplausos y vítores a Pedro Sánchez cuando el presidente anunció el impuesto extraordinario a las empresas del sector energético (gasísticas, eléctricas y petroleras). Y otros 27 segundos cuando, seguidamente, prometió un impuesto a los bancos que en toda Europa solo aplica Hungría. «Este Gobierno no va a permitir que el sufrimiento de muchos sea el beneficio de unos cuantos», sentenció.

Sus señorías tenían ganas de darse una alegría. El Diario de Sesiones de la Cámara Baja recoge que el discurso del presidente fue interrumpido en 39 ocasiones por los aplausos de los suyos, se dice pronto. Les faltó sacar a hombros al líder del Ejecutivo de la Carrera de San Jerónimo.

Solo un mes, pero qué mes

Hace un mes de la estrepitosa derrota que el PSOE sufrió en las elecciones andaluzas y todos en el partido fingen no acordarse, ni de ello, ni de la riada de encuestas muy favorables a Alberto Núñez Feijóo de los días siguientes, con la izquierda comatosa y errante. «Después de aquello entramos en el túnel de vestuarios y ahora parece un partido distinto», resume gráficamente un diputado socialista que, como los demás, se ha entregado a su jefe de filas con fe renovada.

Primero con la Cumbre de la OTAN y después con el Debate sobre el Estado de la Nación, los socialistas terminan el curso con la confianza recuperada; convencidos de la capacidad de reacción –y de resiliencia– de su líder. Convencidos, también, de que la legislatura está viva; no agoniza, como asegura el PP.

Han hecho suyo el eslogan que Sánchez empleó el martes en la tribuna varias ocasiones: «Vamos a ir a por todas». En los cenáculos socialistas, la lectura es que hay que mantener la iniciativa política como esta semana, estar siempre al ataque, no a la defensiva.

Por cierto, que en esos cenáculos no participó la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, ausente los tres días de debate (está embarazada). Y nadie pareció echarla de menos, ella que es la principal señalada por los problemas internos en Ferraz por su relación irreconducible con el secretario de Organización, Santos Cerdán.

La guinda al pastel de esta semana, a decir del PSOE, fue ver a ERC votando a favor del segundo decreto anticrisis en vísperas de la reunión –el viernes– entre Sánchez y Pere Aragonès en La Moncloa. Un giro de guion que pocos esperaban, habida cuenta de que, en abril, los republicanos votaron en contra de la convalidación del primer decreto como escarmiento al Gobierno por la crisis del espionaje.

Pedro Sánchez y Pere Aragonès el viernes en La Moncloa

Pedro Sánchez y Pere Aragonès el viernes en La MoncloaBorja Puig

Esquerra ha vuelto al redil de la mayoría de la investidura, aunque con ella nunca se sabe. Gabriel Rufián tan pronto pone sobre el atril tres balas recogidas en la valla de Melilla como corre a pedir perdón al presidente cuando no hay cámaras por haberlo ofendido al insinuar que es un racista.

También inesperada fue la abstención del PP –que se opuso al anterior decreto, como ERC–, cuando Sánchez pretendía arrinconar a los populares en la esquina del «no», junto a Vox. Pero Alberto Núñez Feijóo no es Pablo Casado.

Los populares creen que Sánchez ha renunciado al centro justo cuando la ciudadanía más busca moderación

Los populares, de hecho, están convencidos de que lo ocurrido esta semana en el Congreso, con Sánchez renunciando al centro precisamente cuando la ciudadanía apuesta por la moderación (como en Andalucía), les beneficia. Y de que el presidente está dando palos de ciego con unas medidas estériles. «Más dura será la caída», sentencia una diputada popular, que prevé un otoño convulso.

La propia vicepresidenta Yolanda Díaz ya auguró el martes que en septiembre u octubre habrá que tomar nuevas medidas. Y desde las filas de Unidas Podemos en el Congreso advirtieron al jefe del Ejecutivo de que tendrá que pactar todas las medidas anunciadas, pasar de los dichos a los hechos.

Pero, estos días, nada empaña la felicidad del sanchismo: «Se habla constantemente de la debilidad parlamentaria de este Gobierno y al final no nos faltan votos. A veces, hasta nos sobran», presumía un miembro del equipo del presidente este jueves. El decreto anticrisis salió con 186 votos a favor; la Ley de Memoria Democrática, con 173; la modificación de la Ley Orgánica del Poder Judicial (para que el CGPJ pueda designar a los miembros del Constitucional, aun estando en funciones), con 187; y el real decreto que combate la temporalidad de los sanitarios (por exigencia de la UE), con 270.

A la vuelta del verano, los partidos entrarán en modo electoral, con la vista y las energías puestas en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023, antesala de las generales. Y ahí Sánchez y sus candidatos estarán solos ante el peligro y ante los electores, sin una bancada detrás que les aplauda 39 veces.

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