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Reunión mantenida entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, el pasado 15 de julio

Reunión mantenida entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, el pasado 15 de julioEuropa Press

El laberinto catalán

El próximo referéndum en Cataluña será en septiembre de 2024 si sigue Sánchez

Entonces, el Estado no tendrá herramientas para defender el Estado de derecho en Cataluña y los independentistas podrán consumar la separación

BBVA Research afirma que la Comunidad de Madrid crecerá más que Cataluña este 2022 y los dos próximos años. En tres años, según las previsiones del BBVA, Madrid le comerá otro punto entero de PIB a Cataluña, y la falta de seguridad jurídica que afecta a Cataluña no es ajena a este dato.

El empresariado catalán, que, en 2017, se vio obligado a sacar de Cataluña tanto las sedes de las empresas más emblemáticas de Cataluña como los recursos económicos, y pidió a Rajoy cambios legislativos urgentes para facilitar acuerdos de cambio de domicilio sin necesidad de ser aprobados por la Junta General de accionistas, de forma súbita perdió la memoria y pasó a aplaudir los indultos, la reforma de la sedición y a apoyar la alianza ERC-PSC-Podemos con indisimulado e incomprensible entusiasmo. La unión de los intereses de la economía y la política es propia de sociedades insanas y parte importante del problema que aquejaba hasta hace poco solo a Cataluña y ahora contamina al conjunto de España.

Cataluña ha vivido dos referéndums ilegales en los últimos ocho años, el primero en noviembre de 2014 y el segundo, consecuencia de la actuación timorata del Estado en el anterior, en octubre de 2017, ahora se encamina al tercero.

Tres referéndums en diez años que ponen, en cada ocasión, a la sociedad en máxima tensión y en jaque al Estado de derecho no lo soporta ninguna economía por muy sólida que esta sea.

La celebración de un nuevo referéndum en Cataluña no está en duda. Desde Bruselas el jueves por la noche el propio Pedro Sánchez hacía juegos malabares con las palabras para hablar de «seguir en la línea de pacificar Cataluña». Lo que está por dirimir es como será y la fecha.

Para tener pistas sobre el cómo y el cuándo solo hay que prestar atención a las señales que llegan desde Barcelona, verdadera capital política de la España sanchista. Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, en el debate de política general en el parlamento catalán resucitó la vía canadiense para celebrar el referéndum. Nadie le hizo caso en el aquel momento, pero su propuesta vista en perspectiva tenía para ERC todo el sentido.

Tanto Iceta como Illa han defendido siempre un referéndum no vinculante para preguntarle a los catalanes qué tipo de relación quieren con España. Tras el triplete de ERC consiguiendo los indultos, la supresión de la sedición y la rebaja de la malversación desde el Palau de la Generalitat no perdieron ni un instante y pusieron todas las cartas encima de la mesa: lo siguiente es el referéndum de autodeterminación.

La demanda no es nueva en absoluto. En realidad, es la más vieja demanda del nacionalismo catalán, pero hasta hace pocos días las peticiones de referéndum, como la realizada por Aragonès con motivo de su discurso institucional del 11 de septiembre, sonaban más a retóricas que a demandas reales. Ahora las cosas han cambiado.

Tras pactarse la reforma de la malversación, que permite que Junqueras sea candidato por ERC a las elecciones generales del próximo año y el regreso casi de rositas de Puigdemont desde los cuarteles de ERC, en lugar de celebrar esta nueva victoria política del independentismo frente al Estado de derecho, pusieron sobre la mesa, de inmediato, la siguiente reivindicación. Su objetivo es que le quede claro a todo el mundo, en especial a su electorado, quién marca la agenda.

La portavoz del Gobierno catalán lo dijo con toda claridad: «Da igual que el Gobierno de España nos niegue el referéndum, también lo hicieron con la sedición y la malversación y ya se ha visto el resultado». Junqueras, el líder de ERC, fue más allá: «No descartamos volver a convocar un referéndum unilateral».

El próximo referéndum en Cataluña, si Pedro Sánchez, tras las elecciones de dentro de un año, está en condiciones de reeditar su pacto de Gobierno con Podemos y los independentistas, se celebrará en septiembre de 2024 y será de carácter, presuntamente, consultivo, pero, en las condiciones de desigualdad en medios económicos, resortes sociales y medios de comunicación entre el poder independentista y la parte de la sociedad catalana no independentista, no hay que poner en duda que el resultado sería el que quiere el independentismo, que no es otro que el aval a las tesis de la separación. Ese referéndum, presuntamente, consultivo sería solo un paso previo al referéndum definitivo. Los referéndums para el independentismo son solo un eufemismo y un paso, molesto, hacia su único objetivo: la independencia.

La otra posibilidad es que la degradación institucional de España desde hoy hasta las elecciones generales de dentro de un año sea de tal magnitud que, finalmente, Núñez Feijóo gane las elecciones y forme Gobierno. En ese caso, no habrá referéndum consultivo. La amenaza o quizás, mejor dicho, anuncio de Junqueras de volver a convocar un referéndum unilateral se llevará a cabo porque para que el independentismo tenga la excusa de volver a las calles en forma de algaradas y contenedores ardiendo no hay nada mejor que el PP en Moncloa.

Las dos opciones tienen algo en común: la fecha, 11 de septiembre de 2024, y una diferencia. La primera consulta, la consultiva, es el desmontaje definitivo de España en dos tiempos, y la segunda lo es por la vía directa, porque a diferencia de lo que sucedió en 2017, en 2024 el Estado no tendrá herramientas para defender el Estado de derecho en Cataluña y los independentistas podrán consumar la separación.

¿Por qué el 11 de septiembre de 2024? Febrero de 2025 es la fecha límite para las próximas elecciones. ERC con 33 diputados en el parlamento catalán no aguantará hasta esa fecha, necesita un hito para convocar esas elecciones sin el riesgo de verse rebasado por Junts per Cataluña en el flanco independentista. Un nuevo referéndum, en este caso, con el Estado de rodillas es una oferta inmejorable para su electorado.

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