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Sánchez abandona a Marlaska y confiesa que no le informó de la tragedia mortal en Melilla
Un escrito del presidente demuestra que el ministro del Interior no le trasladó ningún informe sobre los hechos que acabaron con la vida de 24 inmigrantes
El 30 de noviembre, Fernando Grande-Marlaska compareció en el Congreso para tratar de explicar su gestión en el asalto a la valla de Melilla que, el pasado 24 de junio, acabó con una imagen dantesca: al menos 23 inmigrantes muertos (la BBC y algunas ONG sitúan la cifra entre 40 y 77, incluso), aplastados entre ellos al intentar pisar suelo español, entre sospecha de complicidad del Ministerio del Interior con las autoridades marroquíes y la certeza, aireada por la cadena británica, de que todo ocurrió en suelo nacional.
El ministro compareció solo, entre asientos azules vacíos de un Gobierno que le dejó abandonado, como si todo el conflicto fuera un asunto suyo y nadie, empezando por Pedro Sánchez, tuviera algo que ver con los hechos.
Y ese plantón tiene ya explicación. Según un documento oficial al que ha accedido El Debate, Marlaska no informó documentalmente al propio presidente del drama acaecido en la frontera sur y no le trasladó un informe formal, como parece preceptivo, del mayor drama humano ocurrido en las lindes entre España y Marruecos en décadas, objeto de quejas internacionales y de una honda polémica.
«No existe (…). No se ha registrado en Presidencia del Gobierno ninguna documentación remitida por el Ministro del Interior», zanja la Presidencia en referencia a la ausencia de comunicaciones formales de Interior para detallar qué pasó exactamente aquel día bajo sospecha de que, en la operación de contención, las víctimas hubieran muerto en territorio español y se hubiera dejado entrar en él a la Policía marroquí, haciendo la «vista gorda», para retirar los cadáveres.
De cómo Sánchez abandona a Marlaska y escurre el bulto da cuenta ese mismo documento, firmado desde el mismísimo Gabinete de la Presidencia con fecha a 30 de diciembre del año recién terminado, en el que también se niega a aclarar si la operación en la valla de Melilla contó con la aprobación y el seguimiento de Sánchez, lo que colocaría a Marlaska en el papel de mero ejecutor de sus órdenes superiores.
A este respecto, Sánchez se hace el olvidadizo y responde a El Debate que «la información recogida en los registros de comunicaciones entre organismos o entidades públicas y privadas en la Administración General del Estado no contempla el detalle exhaustivo de los contenidos de las mismas, sino únicamente datos básicos de identificación e individualización de las comunicaciones (fecha de entrada, número de registro, etc.)».
Sánchez, «olvidadizo»
Con eso intenta esquivar la confirmación o desmentido sobre si en efecto impartió tales instrucciones, ordenadas por él como presidente del Gobierno, alegando de manera sorprendente que «requeriría de la revisión» desde Moncloa y con todos sus servicios jurídicos y recursos públicos para que «pudiera razonablemente concluirse» si las órdenes presidenciales, en caso de existir, están archivadas en la Moncloa.
De un lado, en resumen, Sánchez confiesa no tener información formal del drama, remitida por Marlaska. Y de otro, no recuerda ni quiere comprobar si, en realidad, las órdenes a Interior procedieron de él mismo.
Sánchez no sabe si dio instrucciones a Marlaska pero sí reconoce que no tiene ningún tipo de comunicación oficial del ministro sobre el drama en Melilla
La actitud de Sánchez es aún más llamativa porque responde a una pregunta muy precisa de El Debate, que le obligaba a ser muy concreto o, como ha ocurrido, a ponerse de perfil y cargar toda la responsabilidad en su subordinado.
En concreto, este periódico le instó a Sánchez a explicar qué ordenes había cursado al conocer que «la Policía española permitió la entrada en territorio nacional de la policía marroquí para recoger cuerpos sin vida y arrastrarlos a territorio marroquí, como ha denunciado, documentado y recoge en un vídeo la cadena de televisión BBC e igualmente permitió la entrada de policía marroquí en territorio español para llevarse de vuelta a los inmigrantes a Marruecos con el consentimiento de los guardias fronterizos españoles».
Y su respuesta es confusa y escapista al máximo: «La información recogida en los registros de comunicaciones entre organismos o entidades públicas y privadas en la Administración General del Estado no contempla el detalle exhaustivo de los contenidos de las mismas, sino únicamente datos básicos de identificación e individualización de las comunicaciones (fecha de entrada, número de registro, etc.)», se excusa.
De manera que saber si en efecto impartió tales instrucciones ordenadas por él como presidente del Gobierno «requeriría de la revisión», desde La Moncloa y con todos sus servicios jurídicos y recursos públicos, para que «pudiera razonablemente concluirse» si tales órdenes, en caso de existir, constan en el búnker del Presidente del Gobierno. Y por ello mismo se niega a aclarar si en efecto lo hizo, escudándose en un legalismo formal.
Aplastados y asfixiados
«Murieron cuarenta personas y centenares quedaron heridas. Las causas de estas violaciones de derechos humanos: asfixiadas por los gases, aplastadas por las caídas, golpeadas por las botas de los militares, porras, porras eléctricas, tiroteadas con balas de fuego y la negación de auxilio por parte de España y Marruecos. Decenas de heridos, entre ellos adolescentes, fueron devueltos desde España».
La terrible descripción de los hechos es de la ONG «Caminando Fronteras», que denunció el comportamiento del Gobierno español al mes de producirse los hechos y mantiene su discurso en la actualidad, con un informe publicado también por este periódico, muy crítico tanto con España como con Marruecos:
«Ninguno de los dos países activó la colaboración para llevar ayuda y asistencia a las víctimas y con ello poder mitigar el impacto terrible de la tragedia», sentencia.
Marlaska, pese al alud de evidencias, las sospechas internacionales y del Defensor del Pueblo y las denuncias de los propios afectados, sigue manteniendo una versión de los hechos que no parece coincidir con el contenido de las imágenes y testimonios de la BBC.
Para el ministro, con al menos 23 cadáveres confirmados, todo fue una «actuación proporcional y legal» que no provocó «ninguna muerte en territorio nacional». Y Sánchez, que ahora se desentiende de su subordinado y no «recuerda» si actuó con sus instrucciones, incluso felicitó aquel día a las «fuerzas del orden» marroquíes por su gestión del asalto en coordinación con España e incluso calificó de «extraordinario» su trabajo.