Sánchez y Yolanda Díaz se agarran al clavo ardiendo del debate con Abascal
El presidente y su socia repetirán en TVE la estrategia que desplegaron en la moción de censura de Vox en marzo. Los socialistas llevan seis días intentando recuperarse del mazazo
Ya era de madrugada cuando, en pleno subidón tras el debate con Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo abandonó los estudios de Atresmedia y volvió a la sede de Génova 13. Allí le esperan decenas de afiliados eufóricos, y también parte de su equipo de confianza.
En mitad de la fiesta, el candidato del PP se puso a firmar unos carteles de campaña. Su vicesecretario de Organización, Miguel Tellado, un hombre que conoce bien a Feijóo, le dijo que le había visto disfrutar enfrentándose a Sánchez, relajado. Y el líder de los populares respondió: «La verdad es que he disfrutado bastante».
Los populares llevan seis días saboreando las mieles de un debate que creen que ha supuesto el golpe de gracia para el presidente del Gobierno. «En esos 100 minutos, Sánchez gastó la última vida que le quedaba», señala un miembro del equipo de campaña de Feijóo.
¿Gastó Sánchez la última vida que le quedaba en el debate del lunes con Feijóo?
Para enfado, el de Yolanda Díaz. La candidata de Sumar va contando en privado que ella ya lo avisó y no fue escuchada. Que lleva más de un año advirtiendo al presidente del Gobierno de que Feijóo es «un gran adversario» al que no conviene despreciar. Tarde. El plató de televisión resultó no ser como el Senado.
Los socialistas, por su parte, llevan seis días intentando recuperarse -sin éxito- del mazazo político y anímico, mientras de puertas adentro vuelan cuchillos entre la Moncloa y Ferraz por una campaña que está resultando suicida para Sánchez. El candidato del PSOE no está consiguiendo rehabilitar su imagen, que era el primer objetivo. Ni tampoco movilizar en masa a la izquierda ante la perspectiva de un Gobierno del PP y Vox, que era el segundo.
Y, además, todo lo que podría salirle mal le está saliendo peor. El desmentido de su propio director general de la DGT sobre los peajes en las autovías a partir del próximo año (aunque después Pere Navarro fue obligado a retractarse). La constante presencia de ERC y Bildu en los medios, recordando al candidato del PSOE que la suya es una hipoteca variable, y que variará al alza si hay la más mínima opción de reeditar el Frankenstein.
También, la polémica en torno a la capacidad de Correos para hacer frente a una avalancha de más de 2,6 millones de votos, que ha venido a recordar a todos los españoles cuál es la esencia misma del sanchismo: anteponer el interés propio a cualquier otro y sin calibrar las consecuencias.
Como le pasó a Juan Espadas durante la campaña de las elecciones andaluzas, con el paso de los días el PSOE va viendo caer sus expectativas de voto y, por tanto, sus pocas opciones de salvarse mediante un pacto de perdedores con Sumar. El entorno de los 100 diputados ya no es descabellado, aunque públicamente repiten que el partido está abierto y que Sánchez tiene una oportunidad para resucitar por enésima vez, un clavo ardiendo al que agarrarse: el debate a tres del próximo miércoles en TVE con Yolanda Díaz y Santiago Abascal, al que Feijóo se negó a ir desde el principio.
Como en la moción de censura
En él, el presidente y la vicepresidenta segunda repetirán la estrategia que desplegaron en la moción de censura de Vox, el pasado mes de marzo en el Congreso. Entonces, Sánchez y Díaz se aliaron sobre la tribuna para defender la gestión del Gobierno de coalición. Pero también, y sobre todo, actuaron como tándem frente a Abascal y, de rebote, frente al ausente Feijóo.
El presidente del Gobierno llegó a recriminar al líder de Vox: «Usted, señor Abascal, es simplemente el comodín que necesita el PP para llevarnos de vuelta al año 2013. Lo acusó de defender el negacionismo, el «machismo desenvuelto», la xenofobia, el rechazo a la migración y a las personas LGTBI, el «antiautonomismo» y el antieuropeísmo.
Y Díaz, por su parte, afirmó: «Señorías de la derecha, que persisten en mirar aún más a su derecha -aunque no esté presente el señor Feijóo-, sepan una cosa: normalizar la exclusión, el odio o la violencia es incompatible con la defensa de la democracia y de sus valores, y el silencio o la connivencia son formas activas de participar en esa conjura (…). Ya les conocemos, ya han gobernado, ya hemos visto lo que han hecho, cuánto sufrimiento han causado. Porque el silencio y la indiferencia ante el odio y el miedo son sin duda hoy en día la más firme de sus respuestas frente a esa fotografía en tonos sepia que ustedes, señorías de la derecha, representan, la de un país detenido en sus desigualdades e injusticias».
Difícil papel para la candidata de Sumar, en cualquier caso. Porque sabe que tiene que salir al rescate de Sánchez, a pesar de que el PSOE está intentando achicar el espacio electoral a su socia y hacerse con el voto útil de la izquierda. «A Pedro Sánchez sin Yolanda no le da, sin Sumar no da», presumió Íñigo Errejón días atrás.
En Vox están encantados con que Feijóo no vaya al debate del miércoles, porque así tendrán todo el campo de la derecha para que Abascal juegue el balón durante 90 minutos, que es el tiempo pactado por los negociadores de los tres partidos.
Se desconoce el efecto final que tendrán en la urnas las constantes apelaciones del PP a los votantes de Vox y la investidura fallida de Fernando López Miras en Murcia, pero de momento están provocando vaivenes demoscópicos dentro del bloque de la derecha.
En las últimas elecciones generales, el partido de Abascal consiguió 16 de sus 52 diputados en circunscripciones de cinco escaños o menos: Albacete, Ávila, Badajoz, Cáceres, Cantabria, Castellón, Ciudad Real, Guadalajara, Huelva, Jaén, León, Salamanca, Segovia, Valladolid, Zamora y Ceuta. El PP pretende cerrar el paso a Vox en todas esas circunscripciones pequeñas, como contó El Debate el jueves.
El contrato firmado por el PSOE, Vox y Sumar con TVE, al que ha tenido acceso este diario, especifica que cada candidato dispondrá de ocho minutos en cada uno de los tres bloques, pero añade: «A partir del minuto y medio de intervención de cada candidato, el moderador pedirá al mismo que finalice para que las intervenciones sean ágiles». Y ahí empezará el dos contra uno.