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Las cuatro veces que Sánchez negó la amnistía «por convicción personal y política»

Las cuatro veces que Sánchez negó la amnistía «por convicción personal y política»

Tribunales

Las declaraciones de Sánchez sobre la amnistía despejan el camino a Puigdemont ante la Justicia europea

La única ocasión elegida por el presidente del Gobierno en funciones para referirse a la polémica norma que negocia con el separatismo catalán, ante la prensa internacional, no fue casual

Nada de lo que Pedro Sánchez anuncia en Europa, ante la prensa internacional, es casual. No lo fue el hecho de que eligiese un entorno comunitario, en una rueda de prensa ante periodistas europeos para anunciar el indulto de los líderes separatistas del procés. Esto es, Oriol Junqueras y el resto de condenados en la causa especial seguida contra ellos en el Tribunal Supremo español por sendos delitos de sedición y malversación, y no lo ha sido ahora, el hecho de que la única mención expresa hacia la amnistía con la que negocia el apoyo del partido del prófugo Carles Puigdemont a su futura y eventual investidura, se haya producido en el mismo entorno. Las declaraciones del presidente del Gobierno en funciones tenían una clara intencionalidad que, en el estado actual de las cosas, allanan el camino a su interlocutor ante la Justicia europea.

Hasta la fecha, tan sólo Puigdemont exige, formal y expresamente, una amnistía de todos los delitos cometidos en el marco de la preparación y posterior celebración del referéndum inconstitucional del 1 de octubre de 2017 pero, en los últimos tiempos, y es que desde que el Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) le retirase la inmunidad parlamentaria que ostentaba hasta entonces, su discurso había ido perdiendo fuerza y credibilidad institucional porque es un presunto delincuente, con causas pendientes en España, al que nadie más refrenda oficialmente en sus aspiraciones. Al menos, hasta antes de las elecciones generales del pasado 23-J.

Es decir, hoy por hoy, Puigdemont carece de inmunidad ante la Eurocámara mientras el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), la última instancia en la que trata de pleitear, no se la devuelva si es que se decide a pedirla como medida cautelar.

Así las cosas, y tras presentar el recurso contra la retirada del privilegio parlamentario que ha perdido, el instructor del procés, el magistrado Pablo Llarena requería a Puigdemont para que, en el plazo máximo de diez días, aclarase si había pedido la medida cautelar para que le fuese reactivada la inmunidad, hasta resolver sobre el fondo del asunto, como paso previo a que, de lo contrario, podría dictarse la euroorden contra él, en suspenso desde enero pasado, de inmediato.

Puigdemont lejos de contestar a la petición, opta por recusar al instructor, consciente de que por la mera presentación de su impugnación contra él, ya no puede dictar la euroorden hasta que se resuelva esta solicitud. El instructor inadmite la recusación sin remitirla a un tribunal externo para que la resuelva y neutraliza, con ello, el quinto intento de los separatistas por apartarle de la causa que arrancó, en el Supremo, en el año 2018.

Y es que, el propio escrito de la recusación, instado por la defensa de Carles Puigdemont, en manos del letrado Gonzalo Boye, avanzaba cómo los magistrados de este órgano externo también iban a ser recusados durante la tramitación, demorando así la resolución de la recusación del instructor y la posibilidad de que éste pudiera emitir la euroorden antes de que llegue el borrado de sus delitos y de que se disuelva el parlamento europeo, ante las próximas elecciones de 2024. Un escenario, este último, en el que ya perdería cualquier protección para ser reclamado por el alto Tribunal español.

Desde las 12.00 del pasado viernes, por lo tanto, la euroorden puede ser emitida de inmediato en la situación en la que está en ese momento la causa. Sin embargo, el mismo viernes a las 17.00 horas el presidente en funciones y presidente de turno de la Unión Europea, Pedro Sánchez, admitía, por primera vez, la posibilidad de una amnistía en un foro internacional. Fuera de nuestras fronteras y con la prensa europea como testigo directo de su plan.

Una cuestión de Estado

La cuestión deja, entonces, de ser oficialmente una reclamación exclusiva del prófugo. El Estado admite que es un proyecto del país. El presidente hace el reconocimiento delante y en presencia de varias representaciones de países miembros de la UE y no volverá a mencionar la amnistía en ninguna otra comparecencia pública desde entonces.

¿Buscaba Sánchez con su mensaje hacer ver a Europa que cualquier petición judicial de cooperación puede ser una actuación erosionadora de los esfuerzos de Estado, esto es España, por resolver el 'conflicto político' con Cataluña?

¿Quería disuadir de la idea de que se pida una nueva euroorden que, así las cosas, no contaría con un ambiente de apoyo en Europa?

¿Trató de influir para que el TJUE admita la medida cautelar que se pedirá inmediatamente después de la euroorden, haciéndole ver que ésta se considera una actuación judicial precipitada y contraria a las gestiones políticas de solución desplegadas por el Estado? ¿O fue todo una casualidad que el presidente hablara de amnistía por primera y única vez en ese momento?

Sánchez habla entonces de amnistía y no antes, escoge hacerlo en un contexto europeo y, después, no ha querido asumir el desgaste de volver a hacerlo. No en vano, es consciente de que si se dictara la euroorden, Puigdemont pediría la medida cautelar de inmunidad, y es posible que ahora se la dieran si entienden que la actuación judicial trata de dinamitar una solución pactada y extrajudicial prevista por el Gobierno. Si le dan la medida cautelar, ya no se le podría poner la euroorden ni siquiera si la amnistía fracasa.

Es difícil que ningún país colabore con la euroorden, cuando el presidente ha dicho pública que considera la posibilidad política desde el Ejecutivo de indultarles de inmediato. Si aún así pudiera llegar a empezar la tramitación de la euroorden, posiblemente llegaría la amnistía antes de que ningún país llegara a completar la tramitación del proceso de entrega.

Sánchez buscó desautorizar cualquier iniciativa judicial en los países europeos, hasta que no se aclare lo de la amnistía. Por eso habló de amnistía ante la representación europea por primera vez. Y por eso, cumplido su propósito, ya no necesita decirlo en el ámbito interno. En España le desgasta el discurso y no le aporta nada. Un cable más en el laberinto de las negociaciones con Puigdemont para el futuro 'borrado' penal del procés que está por llegar.

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