Normalizar lo intolerable
Es asombroso que un gobernante que dirige además un partido constitucionalista como el PSOE se disponga a socavar los cimientos del Estado de Derecho solo para mantenerse en el poder
La gravedad de los planes de Pedro Sánchez para revalidar su presidencia exige una respuesta contundente de todos los demócratas, por encima de sus diferencias ideológicas. Porque lo que está en cuestión es la base previa para la convivencia, que es el propio Estado de Derecho. No se está atacando lo accesorio, ni lo instrumental, sino lo esencial, el núcleo mismo de nuestra convivencia constitucional.
Es asombroso que un gobernante que dirige además un partido constitucionalista como el PSOE se disponga, sin reparo alguno, a socavar los cimientos mismos del Estado de Derecho sólo para mantenerse en el poder. Se dirá que es perfectamente legal y se retorcerán precedentes que en absoluto pueden compararse con esta barbaridad. Y escucharemos una y otra vez esas consignas repetidas en tertulias, informaciones y opiniones. Pero es aquí donde debemos ir más allá de la abrumadora propaganda socialista que pretende normalizar la amnistía de delitos gravísimos por su único y descarado interés partidista.
Que sacrificar principios constitucionales como la igualdad de todos los españoles sea legal, está por ver. Que comprar votos con dinero público sea legal, ya se verá. Que sea legal deslegitimar el trabajo de legisladores, jueces o Cuerpos de Seguridad validando actuaciones golpistas radicalmente delictivas, amnistiando incluso actuaciones terroristas, es más que dudoso. Pero lo que es claro es que nada de esto es legítimo, ni admisible democráticamente.
Y si aceptamos que todo lo que planea Pedro Sánchez es legal en pos del pacto, surge otra duda: ¿vale cualquier pacto, aunque sea con golpistas y terroristas, o aceptando cualquier barbaridad, sin límite alguno? Es decir, nadie cuestiona la legitimidad de buscar acuerdos, pero éstos no pueden traspasar límites que van más allá de los consensos democráticos esenciales. La postura del PSOE se resume en alcanzar el acuerdo con quien sea y al precio que sea. Sin límite alguno. Sin preguntar a los españoles si quieren cambiar nuestro sistema institucional. Y esto es tan grave que el propio Estado de Derecho debe encontrar la manera de poner un límite democrático a un abuso que pone en peligro la propia Democracia. ¿Puede Pedro Sánchez buscar el pacto? Por supuesto. ¿Puede hacerlo sin límite democrático alguno? Por supuesto que no. Ni puede, ni debe, ni su propio partido debería permitírselo. No todo vale. Es demasiado serio y demasiado preocupante. No se puede normalizar lo intolerable.