El pasado lunes, Pablo, un vecino de Ribera de Arriba, acudió a casa de su padre y lo persiguió con un hacha hasta decapitarlo. Una vez separada la cabeza del cuerpo, acudió a una rotonda cercana y la arrojó a los coches que por allí pasaban y jugó con ella como si fuera un balón.
Esto es lo que ha trascendido, cómo los conductores de una carretera próxima alertaron a la Guardia Civil y se encontraron con este hombre –ya parricida confeso– causando el horror en todo aquel que se le encontraba.
No constan antecedentes psiquiátricos en el historial de Pablo, que también dio negativo en alcohol y drogas, por lo que todo apunta a que se trata de su primer brote psicótico. Sí era un chico reservado y puede que hubiera ensayado este crimen días antes con una oveja. Ahora serán las autoridades las que decidan si es imputable o si no lo es.
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