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Ana Redondo, ministra de Igualdad del PSOE

Ana Redondo, ministra de Igualdad del PSOEPaula Andrade

El perfil

Ana Redondo, un perfil moderado que pierde demasiado los papeles

El PSOE recupera esa cartera convertida en lanzallamas político de Podemos y motivo de división irreconciliable en el movimiento feminista

Cuando Pedro Sánchez nombró en noviembre pasado a la doctora en Derecho Constitucional Ana Redondo García (Valladolid, 16 de julio de 1966), nueva ministra de Igualdad, las crónicas vaticinaban que su perfil jurídico sosegaría el Departamento que dejó hecho unos zorros Irene Montero. El presidente pospuso ese nombramiento hasta el final y cuando se difundió su designación a nadie le sonó el nombre de Ana, cuya labor se había circunscrito al ámbito autonómico y municipal.

Con Redondo, el PSOE recuperaba esa cartera convertida en lanzallamas político de Podemos y motivo de división irreconciliable en el movimiento feminista: la ley trans y la del «solo sí es sí» habían sido demoledoras para la histórica unidad de esas activistas.

Cierto es que la nueva ministra tenía una trayectoria más académica y sólida que su antecesora, pero su cercanía a Óscar Puente, del que fue concejala en el Ayuntamiento de Valladolid y número dos en su lista del 28-M, no permitía augurar que su paso por el Congreso fuera a ser el de un remedo de Gandhi.

Lo primero que tuvo que hacer fue dividirse en el apoyo a las dos manifestaciones que se celebraron el 8 de marzo: la de las feministas clásicas y las que secundan a Podemos y sus políticas tóxicas. Es decir, gestionar un colectivo que dejó incendiado la señora de Galapagar. Desde entonces, poco ha hecho que no sea lamentar las atroces cifras de violencia de género y las que afectan a los niños asesinados por padres que quieren vengarse de sus parejas.

Sigue sin dar con la tecla, porque el Ministerio erre que erre continúa ideologizando una lacra que tiene causas culturales y educativas muy diversas. Y es que, a pesar de su tono más conciliador, ha seguido la estela de su antecesora respecto a las pintorescas políticas de igualdad, que se llevan un presupuesto 500 millones de euros y que no dan fruto alguno.

Cómo olvidar el apoyo que le prestó a la delirante canción Zorra, que nos representará en Eurovisión y que, a juicio de Redondo, «es muy divertida» y «rompe con moldes y con el edadismo». Pero los datos hablan por sí solos: el Instituto de la Mujer ha recibido más de 300 quejas por una letra chabacana y denigrante para las mujeres. Pero a la feminista Redondo le hace mucha gracia.

La ministra de Igualdad, Ana Redondo, interviene en el Congreso

La ministra de Igualdad, Ana Redondo, interviene en el CongresoEuropa Press

Eso sí, lo mejor vendría hace menos de un mes cuando la titular de Igualdad perdió los papeles en el Parlamento, dirigiéndose a voces desde su escaño al diputado popular Jaime Miguel de los Santos porque este había arremetido contra Begoña Gómez por sus negocios inmorales con empresarios que luego fueron beneficiados con ayudas públicas.

Encolerizada y ante la aprobatoria mirada de su exjefe Puente, se desgañitó chillando «el negacionismo mata, vergüenza, vergüenza, vergüenza». Mas que una ministra defendiendo sus políticas parecía ser una eficiente vendedora de un puesto de abastos. Afortunadamente terminó acercándose a su rival para pedirle disculpas.

En esto se diferencia de Montero, que jamás pidió perdón por la aberración de ley que aminoró penas a más de 1.233 violadores. Hace unos días también se enfadó mucho y abandonó el hemiciclo porque le cortaron el micrófono al haber rebasado el tiempo establecido. Eso se llama «hacerse un Escrivá».

Si la conocíamos algo antes de dar el salto a Madrid es porque aparecía habitualmente con Puente en las fotos del festival de cine de Valladolid, que ayudó a prestigiar. Dicen en su tierra que es un ejemplo claro de pijoprogre: progresista de discurso, pero amante de una vida muy acomodada.

Madre de dos hijos, le gusta bailar y la ropa llamativa, que siempre combina con vistosos pendientes. La primera persona que creyó en ella fue Óscar López, actual jefe de gabinete de Sánchez, cuando lideró el PSOE castellanoleonés. Él ha sido su padrino para que recalara en el Ejecutivo socialista. Lo intentó en dos ocasiones anteriores pero Redondo nunca quiso. Ahora sí; quizá porque otro Óscar –Puente–, también formaba parte del mismo pack vallisoletano.

Ana Redondo cuenta que cuando Sánchez la llamó sintió el síndrome de la impostora: no voy a ser capaz, se dijo. Pues hay quien cree que acertó.

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