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José Luis Ábalos y Pedro Sánchez, en una imagen de archivo

José Luis Ábalos y Pedro Sánchez, en una imagen de archivoEuropa Press

Fuera de control

Los números de Ábalos para convertir su voto en una bomba de relojería contra el PSOE

Un solo voto decidió la investidura de Sánchez en enero de 2020 y un solo voto salvó la reforma laboral del Gobierno (por error). Las opciones del exministro pasan por Podemos y Junts

Probablemente, ninguno de los más de los 450.000 valencianos que en las pasadas elecciones generales votaron la candidatura en la que José Luis Ábalos concurría de número dos (por detrás de la ministra Diana Morant) imaginaron que el exministro acabaría utilizando su escaño para amenazar al PSOE un año más tarde.

Pero es eso precisamente lo que ha pasado después de que Óscar Puente pusiera contra las cuerdas a su antecesor con una auditoría interna que señala –aún más– el camino hacia una futura imputación de Ábalos por parte del Tribunal Supremo. De momento, el instructor del caso Koldo en la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, ha pedido a Puente una copia de esa auditoria que tanto ha enfadado al ahora diputado del Grupo Mixto.

En el partido en el que Ábalos militó durante 43 años dicen no estar preocupados por las advertencias de éste. Ni por lo que pueda contar después de meses de silencio ni por lo que pueda votar en el Congreso a partir de ahora. Aunque tan claro no lo tendrán cuando, de entrada, el grupo parlamentario socialista ha aparcado sine die la comparecencia de Ábalos en la comisión de investigación de la Cámara Baja, como contó El Debate.

Ábalos tiene solo un voto. Puede parecer inofensivo, pero a veces un solo voto marca la diferencia. Fue un voto, el del diputado de Teruel Existe, el que permitió la investidura de Pedro Sánchez la pasada legislatura, que se dirimió por solo dos síes de margen: 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones de ERC y Bildu. Y también fue un voto, el del entonces diputado popular Alberto Casero, el que salvó in extremis la reforma laboral de Yolanda Díaz en febrero de 2022. Porque Casero se equivocó con el voto telemático.

Así que tan inocuo como quiere hacer ver el PSOE no es. Sobre todo, si une su fuerza a la de Podemos o a la Junts, dos partidos con cuatro y siete diputados, respectivamente, que han prometido dar muchos quebraderos de cabeza al Gobierno este curso. Por razones distintas.

Sánchez tiene enfrente un rocoso bloque de oposición de 171 diputados del PP, Vox y UPN. A Podemos, por sí solo, le falta un voto para dinamitar cualquier votación uniéndose a la oposición, porque 171 más 4 son 175. Es decir, la suma se queda a un solo de la mayoría absoluta. Pero Ábalos puede ser el 176, si quiere. O al menos amenazar con serlo, que de eso se trata. Curiosamente, cuando el ministro de Transportes se negó a entregar su acta de diputado al PSOE y se marchó al Grupo Mixto, Ione Belarra le recriminó públicamente que debía haberse ido. Aunque ahora le viene bien que se quedara.

La líder de Podemos, Ione Belarra, en el Pleno del Congreso

La líder de Podemos, Ione Belarra, en un Pleno del CongresoEFE

El caso de Junts es distinto. El partido de Carles Puigdemont ya puede tumbar cualquier votación votando no, porque 171 más 7 son 178. Sin embargo, ocurre que el curso pasado Junts optó en varias ocasiones por la vía intermedia, la abstención. Y ahí es donde entra en juego Ábalos. Para la aprobación de leyes ordinarias y la convalidación de reales decretos ley, que se dirimen por mayoría simple (más síes que noes), el Gobierno necesita al menos 172 votos para saltar ese muro de 171 de la oposición (siempre y cuando el PP vote no, que el curso pasado se abstuvo en algunas). Hasta ahora podía permitirse siete abstenciones, las de Junts, y ninguna más. Pero con Ábalos serían ocho.

En cualquier caso, el gran problema de Sánchez no radica en que el exministro socialista se haya desencadenado, sino en que su coalición tiene 147 escaños: 120 del PSOE y 27 de Sumar. Así que gobierna 29 escaños por encima de sus posibilidades, que es la cifra que le separa de la mayoría absoluta. De ahí que ya esté preparando el terreno para prorrogar por segunda vez los Presupuestos Generales de 2023, ante su incapaz de tejer acuerdos para aprobar unos nuevos.

Es difícil imaginar al secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, o al portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, negociando con el exministro socialista su apoyo a este o aquel decreto ley, a esta o aquella proposición de ley. Pero también era difícil ver al PSOE tirar por la borda al diputado que defendió en el atril la candidatura de Sánchez a presidente del Gobierno en la moción de censura de 2018, y ocurrió.

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