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DivisaderoAntonio Pérez Henares

El peor enemigo de la Constitución

¿Alguien duda que la tropa de Conde Pumpido va a declarar «constitucional cum laude» la ley de amnistía, que convierte a los secesionistas en víctimas y a los defensores de la Constitución en criminales? Lo saben hasta los ratones

Actualizada 04:30

Seguro que por el título muchos habrán pensado en Sánchez. Pero no, aunque él sea la mano, no solo que mece, sino que lo puso en esa cuna. De quien hablo es de la pieza clave que él ha colocado y que, no solo sumiso, sino encantado de hacerlo, se esmera y afana por lograr la tarea encomendada. Él es Cándido Conde Pumpido, presidente del Tribunal Constitucional y cuya tarea, ya comenzada, es demoler la propia Constitución, que se supone es su deber defender, desde dentro y sin que se note, hasta que el edificio esté ya convertido en un escombro y en el suelo.

Desde luego el personaje ha sido muy bien elegido para tal cometido. Es todo un entregado a la causa sanchista, como lo estuvo a la de Zapatero, el precursor e iniciador de todo lo que está destruyendo los pilares de nuestra convivencia, nuestra nación, nuestra igualdad como ciudadanos, nuestros derechos y nuestras libertades. Alardeó hasta de ello con aquella gráfica frase que definía sus intenciones. «El vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino». Era entonces el Fiscal General de Estado nombrado por Zapatero, «su» fiscal general, que diría Sánchez. «Porque ¿de quién depende, eh, de quién depende? Pues eso».

Pues eso mismo es ahora Cándido: «su» presidente del Tribunal Constitucional y suyos son también los demás allí colocados por él para determinar y poner en bonito-legal lo que les dicte.

Así de crudo y así de evidente. El TC, politizado siempre, ha alcanzado ahora, aunque con Zapatero y la legalización exprés de Bildu contra el criterio del Tribunal Supremo se subió ya mucho el listón, el más alto nivel de sumisión y desfachatez, a las necesidades y designios de Sánchez.

Todos sabemos y damos por hecho, pues los precedentes así lo demuestran, que sí hay que sacar de la cárcel a los condenados por el inmenso fraude de los ERE, pues para eso están, y a la calle. Por mucho que haya sentencia firme del Tribunal Supremo que ya no lo es tanto porque ahora el TC le suplanta y corrige sus funciones, aunque para nada sea ese su cometido. Y todos los condenados no solo quedan libres de culpa, sino que son, además, beatificados. En altares les va a poner la Montero en cuanto acabe de liquidar a Espadas.

Por esa misma trocha han ido e irán yendo los atropellos y desmanes de los separatistas catalanes. ¿Alguien duda que la tropa de Conde Pumpido va a declarar «constitucional cum laude» la ley de amnistía, que convierte a los secesionistas, a quienes primero indultaron del delito y luego se lo borraron, en víctimas y a los defensores de la Constitución en criminales? Lo saben hasta los ratones. Lo sabemos todos. Aunque hasta hace tan solo unos suspiros fueran ellos los que proclamaran a grandes voces que era una aberración anticonstitucional de manual y elevada al cubo. Justo hasta que Sánchez los necesitó. Entonces se convirtió en maravilla jurídica y legal.

Eso lo santificará Cándido, que de tal solo tiene el nombre, y como eso todo lo que les venga por ese lado y que tenga que ser apañado para preservar el conservar el colchón de la Moncloa. Él remendará y hará pasar por buenos todos los rotos y desgarros, sean estos obra de los de «casa» o de los dilectos socios bilduetarras, los independentistas catalanes o las extremas izquierdas podemitas de todos los pelajes. Todos ellos unidos por el objetivo final: la voladura de nuestra Constitución a la que insultan de manera miserable, tildándola de «Régimen del 78» con el que la asimilan al franquismo, al tiempo que desprecian y arrastran por el cieno la gran hazaña colectiva de la Transición.

Porque ya Doctrina, lo que se dice Doctrina con mayúscula, solo hay una. Lo que Sánchez mande. Y esa ahora y para lo que viene y tiene preparado es que el TC declarará constitucional todo aquello que vaya desguazando a la Carta Magna y convirtiendo en desperdicios nuestra igualdad y nuestros derechos como españoles. Y por contra, condenará como anticonstitucional todo aquello que pretenda defenderlos y mantenerla. Sin remedio y por muchos años. Tantos como cuantos Cándido Conde Pumpido sea su presidente. Porque es él el peor enemigo de lo que habría de preservar y defender. Es el encargado de retorcerla y cambiarla al servicio de su amo sin que el pueblo soberano, o sea todos, podamos en votación y referéndum, que sería lo preceptivo, opinar ni siquiera sobre ello.

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