Fundado en 1910
Eloy Suárez

Transición, divino tesoro

Ha sido un error el haber dado por hecho que la democracia y la libertad eran cuestiones casi predeterminadas por el 'ius natural', inamovibles

Actualizada 04:30

En el año que el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decidido celebrar la muerte del dictador Franco, creo necesario hacer una reflexión de una etapa determinante para este país como fue la Transición Española.

Dos son los motivos principales: el primero es que la Transición Española hay sido un proceso muy positivo para España y el segundo es que se intenta en estos días borrar aquella parte de la historia, y eso lo están haciendo todas aquellas fuerzas políticas de izquierdas y las de corte nacionalista que pusieron palos en la rueda para hacer fracasar el proyecto de la Transición y que hoy son las mismas que quieren derribar el orden constitucional nacido de esa etapa.

¿Por qué el proceso de la Transición fue positivo para España? Gracias a la Transición española, se aprobó una Constitución de 1978, una Constitución para todos (a diferencia de la Constitución de 1931, en la que media España quedaba excluida de la misma), prueba de ello es que fue ratificada por el 89 % de los españoles.

Una Constitución que resolvía viejos problemas: permitía la alternancia política de los partidos en el Gobierno con normalidad. Resolvía los tradicionales e históricos problemas en nuestro país vinculados a la religión y educación. Clarificaba el papel de las Fuerzas Armadas. Resolvía la sucesión de la Corona, que es lo que valida una monarquía parlamentaria, tal y como pudimos comprobar con la abdicación del Rey Juan Carlos. Y por último, daba una solución al problema territorial que tantos disgustos había originado en nuestro país. En esos primeros años, los ciudadanos españoles fueron capaces de transitar de una dictadura a un momento histórico en que el pueblo español se ubicó en poco tiempo entre aquellos que lideraban la defensa de los Derechos Humanos.

La Transición se forjó sobre una gran aspiración: que en España hubiera una sociedad libre e integradora con una economía competitiva y abierta al mundo

España ingresó en la OTAN, nuestro país fue capaz de dar una respuesta judicial contundente a los golpistas del 23F, España entró a formar parte de la Unión Europea y el proceso culminaba con la entrada en el euro (cuestión que parecía impensable, y más con un partido de centro-derecha gobernando en ese momento). Así, España vinculó su futuro a un espacio de prosperidad como es la Eurozona.

La Transición se forjó sobre una gran aspiración: que en España hubiera una sociedad libre e integradora con una economía competitiva y abierta al resto del mundo. Para ello fue necesario un gran esfuerzo de todos los agentes sociales y numerosos cambios, reformas y acontecimientos, en materia política y económica, que han tenido como consecuencia que en estas últimas cuatro décadas se ha duplicado el PIB en exportaciones, así como la renta per cápita de los españoles. Todos estos son logros colectivos imputables única y exclusivamente a los españoles

¿Qué ha sucedido para que en los últimos años se cuestione todo este proceso? A mi juicio, ha sido un error el haber dado por hecho que la democracia y la libertad eran cuestiones casi predeterminadas por el 'ius natural', inamovibles y que nos habían hecho creer que nuestro sistema político era inmutable. Es muy «ingenuo» ignorar que los enemigos de la democracia nunca descansan. Lo hemos sufrido en España al igual que en otros países, que partidos amparados en los indignados, partidos de corte marxista o populista como Podemos, han irrumpido en el panorama político cuestionando de forma abierta el modelo actual, utilizando para ello como excusa que todos los males que acontecían en la sociedad española provenían de la Transición.

Siendo así y a fuer de ser sincero, considero que fue el presidente Zapatero quien de forma velada comenzó este camino erróneo que introducía lo que él llamó tensión (y que no era otra cosa que la vieja dialéctica marxista unos contra otros). Zapatero ignoró de dónde veníamos y lo mucho y bueno que habíamos conseguido con la Transición, él marcó el camino para olvidar y revisar esa etapa importante de la historia reciente, e impuso una gran distancia con el clima de respeto y concordia practicado en las relaciones Gobierno-Oposición hasta aquel momento. Zapatero no practicó el partidismo, Zapatero y su partido se enfundaron el traje del sectarismo. Y lamentablemente España empezó, otra vez, a caminar por la senda de la división, un triste retorno a aquellas olvidadas dos Españas.

Lo cierto es que a esa estrategia de cuestionar la Transición, que de forma abierta inició Podemos, se han unido los mismos partidos que en el año 1975 y siguientes apostaban por un modelo rupturista, frente al modelo que se impuso, que no fue otro que el camino que había que transitar de la dictadura a la democracia se debía de realizar buscando la reconciliación, abandonando las cuentas pendientes y sin levantar muros. Esto propició un modelo «español», sin precedentes en el mundo, que permitió pasar de una dictadura a una democracia de forma no violenta.

Son estos, los mismos partidos que ahora defienden todo el proceso catalán y su camino a la independencia, los que están convencidos de que es posible resquebrajar de forma importante el sistema constitucional actual español y, por lo tanto, de nuestra nación España. Se sigue cuestionando la Constitución y se cuestiona la Transición, a la que se hace culpable. Aunque desgraciadamente hay un cambio nada desdeñable. A ese grupo de filoterroristas, comunistas, antisistema, nacionalistas, y toda la izquierda radical se ha unido el PSOE con ímpetu. Basta recordar al terrorista Arnaldo Otegui en las manifestaciones en Cataluña defendiendo la independencia o con Puigdemont en Waterloo escenificando la dependencia del Gobierno actual, tan extremadamente débil, de dos personajes que odian a España. Pues bien, estos son los socios de Gobierno actual al que imponen de forma descarnada sus condiciones.

A ese grupo de filoterroristas, comunistas, antisistema, nacionalistas, y toda la izquierda radical se ha unido el PSOE con ímpetu

Las cesiones y concesiones del actual Gobierno, que con un cortoplacismo que se circunscribe a seguir unos días más sentado en el sillón de la Moncloa, la sucesión de acontecimientos en España en estos últimos años está intentando normalizar lo que es un evidente y grave deterioro de nuestro sistema democrático y a la vez desnaturalizar todo un proceso que fue una lección para el mundo. El éxito de la Transición fue tal que fue copiado por varios países en ese tránsito de la dictadura hacia una democracia en Latinoamérica y los países de Europa del Este.

No debemos olvidar que los mejores años de nuestra historia reciente han sido posibles gracias a una estrategia diseñada en la Transición que tenía tres premisas: la democracia solo se pacta con partidos que se quieren integrar en el sistema y están dispuestos a acatar la Constitución; el sistema debe de expulsar (ilegalizar) a quienes utilizan métodos subversivos, o violentos, en definitiva quienes no reconocen al sistema; mantenerse en la órbita o sostener relaciones con países democráticos fundamentalmente occidentales.

Pues bien, estos tres principios son los que el actual Gobierno hay dinamitado, olvidando que el mejor sistema posible es la democracia liberal, sostenida en la libertad del individuo como pilar de la soberanía nacional. El modelo por el que apuestan en estos momentos todos los grupos que sostienen al Gobierno es la extensión de la democracia al modo igualitarista y fundamentalista, que es lo que está produciendo el surgimiento de populismos y deseos de tiranías autoritarias y despóticas nada deseable.

Urge, por lo tanto, no olvidar aquella Transición que tanto y tan bueno nos ha dejado y reconducir la actual situación política de España, sin olvidar nuestra historia, especialmente la más reciente.

  • Eloy Suárez es senador autonómico del PP por Aragón
comentarios

Últimas opiniones

tracking