Imagen del Parque Nacional de Doñana

Imagen del Parque Nacional de DoñanaFrancisco J. Olmo | Europa Press

Andalucía

A vueltas con el mito: un estudio sitúa la antigua ciudad de Tartessos en Doñana

Tartessos se hallaría en la isla de La Algaida, hoy flecha litoral en el margen izquierdo del río Guadalquivir

Un estudio del CSIC, la Universidad de Huelva y la Fundación del Hogar del Empleado (Fuhem) ha comparado las evidencias científicas con las indicaciones del poema latino de Avieno Ora maritima para analizar la posible ubicación del centro político de Tartessos en la desembocadura del río Guadalquivir, en lo que es hoy el espacio natural de Doñana.

El danés G. Schöning, en el siglo XVIII, fue el primero en mostrar que entre los textos de los que se sirvió Avieno se hallaba un probable derrotero de un navegante o mercader griego del siglo VI a. C., cuando Tartessos existía y su rey Argantonio mantenía relaciones comerciales con la ciudad griega jonia de Focea.

De esa antigua fuente procedería información que revelaría que Tartessos era un país relativamente extenso, étnicamente diverso y con presencia de comunidades de fenicios, cartagineses y griegos, y que abarcaba, por la costa peninsular, desde el bajo Guadiana hasta el actual litoral de la provincia de Alicante, con un pie en la costa de Marruecos.

La ciudad se hallaba en una isla llamada Cartare, ubicada entre dos brazos de un río, llamado también Tartessos, tras salir éste de un lago cuyo nombre era Lacus Ligustinus. Este y otros pasajes han desconcertado hasta ahora a los investigadores de la historia de Tartessos, puesto que hacen referencia a paleogeografías costeras del sur de la Península que no se corresponden con ningún paisaje actual.

Un tsunami en el I milenio a. C.

Los recientes estudios permiten explicar esta discordancia y se ha sabido que pasados los efectos de un episodio marino de oleaje extremo en el golfo de Cádiz hacia el año 1.150 a. C., probablemente un tsunami que llegó a inundar buena parte de las marismas de Doñana, la zona volvió a alumbrar extensiones de tierra firme y marismas sobre una laguna costera en la que desembocaban antiguos cauces de los ríos Guadiamar y Guadalquivir.

Por el oeste, la flecha litoral de Doñana separaba la laguna del océano Atlántico. Por el suroeste y el sur, la laguna desaguaba en el océano, a la vez que se nutría de sus aportaciones mareales, por medio de dos amplias bocas, entre las que había una isla de unos 10 kilómetros cuadrados, que es hoy la flecha litoral de La Algaida.

Los antiguos cursos bajos de los ríos Guadiamar y Guadalquivir, así como la laguna costera y el litoral oceánico, han dejado huellas de su posición que son identificables en el paisaje de Doñana. Se trata de meandros y malecones fluviales sepultados bajo tierra o inactivos, marcas de erosión y sedimentación en las flechas litorales. El estudio de estas formaciones permite reconstruir los paisajes de Doñana desde hace 5.500 años.

En la década de 1960, la frustración acumulada de siglos de estudio llegó a tal extremo que se dudó de la credibilidad del poema de Avieno como fuente histórica. No obstante, el análisis del poema hecho por Schöning, seguido de los análisis de otros filólogos del siglo XIX, permitieron deslindar en el poema varios estratos narrativos sobre los que se desarrollaba la contribución personal del poeta latino.

Un paisaje distinto

Por otro lado, el geógrafo e historiador Antonio Blázquez planteó pronto, a principios del siglo XX, que el paisaje de Doñana habría sido distinto en el siglo VI a. C. y, en consecuencia, había que reconstruirlo virtualmente si se quería encontrar la ciudad de Tartessos. El geólogo e ingeniero de minas Juan de Gavala y Laborde haría suyo tal planteamiento y publicaría su edición anotada del poema de Avieno en 1959.

Aunque las conclusiones de Gavala y de otros investigadores no se vieron corroboradas materialmente, la perspectiva adoptada era la correcta. La revolución del carbono 14 como método de datación en la década de 1940 y la validación de la teoría de la Tectónica de Placas en la de 1960 impulsaron los estudios de la geología y geografía del sur peninsular, confirmando con el tiempo las transformaciones de los paisajes costeros durante el Holoceno.

Tales contribuciones están en la base de la reconstrucción publicada para la primera mitad del I milenio a. C., que viene a corresponder con aproximación al contenido del derrotero o derroteros citados por Avieno.

Respecto al pasaje sobre la ubicación de la ciudad de Tartessos, el río del mismo nombre sería el actual Guadiamar en su último tramo por el caño Travieso. Tras desembocar en el Lago Ligustino, que sería la laguna costera, el río saldría de ésta para rodear La Algaida —una isla entonces— y después desembocar en el Atlántico mediante dos brazos. Tartessos se hallaría en la isla de La Algaida, hoy flecha litoral en el margen izquierdo del río Guadalquivir.

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