Entrevista a Mario Bermúdez
El bailarín que triunfó en Nueva York e Israel y regresó a su pueblo de Jaén: «Aquí también existe la danza»
Tras labrarse una trayectoria en el extranjero que ha sido reconocida con varios premios, el jiennense regresó a su Vilches natal para fundar Marcat Dance, que estrena en Sevilla el espectáculo 'Afines'
Mario Bermúdez (Vilches, Jaén, 1987) es el ejemplo de triunfador en su disciplina que, tras lograr fama y reconocimiento en el extranjero, decidió volver a las raíces. Es decir, a su Vilches natal.
Desde este pequeño pueblo jiennense que le vio nacer, este bailarín y coreógrafo de danza contemporánea ha fundado junto a la también bailarina estadounidense Catherine Coury –su pareja artística y sentimental–la compañía Marcat Dance, que estrena en Sevilla los días 29 y 30 de noviembre su nuevo espectáculo, 'Afines', en el Teatro Central de la capital hispalense, y donde ambos examinan la dualidad del ser humano.
Ambos dirigen y gestionan su sociedad desde el interior de la provincia de Jaén tras pasar por, entre otros lugares, Nueva York e Israel, donde se labraron una sólida y magnífica carrera. Los galardones de Bermúdez hablan por sí solos: Premio Ojo Crítico de Danza 2023, Max al Mejor intérprete masculino de danza, Thalía, Premios Lorca o Escenarios de Sevilla.
–Tras vivir, trabajar y actuar en el extranjero, decidiste regresar a Viches, donde recibe en su compañía a bailarines internacionales y desde donde ha impulsado el Festival Vildanza, que programa espectáculos nacionales e internacionales ¿De lo rural a lo global?
–Más que desde lo rural, pienso que mi proyecto va desde la raíz. Enraizar un producto, el de la danza contemporánea, desde lo más profundo, a llevarlo a lo más internacional.
–¿Entiende el público español de danza contemporánea?
–Por supuesto, porque está presente en los espectáculos. Es verdad que sucede más en las grandes urbes, si sales de ellas ya no lo está tanto. Por eso desde una pedanía de 4.000 habitantes como Vilches queremos decir que la danza también existe aquí y darla a conocer.
–¿Le costó adaptarse a su lugar de origen tras tanto tiempo fuera?
–Sí, era otro inicio, otro principio. Se trató de sembrar una semilla. Y el tallo para que florezca lleva tiempo, y sin saber si iba a ser del color que buscaba.
–¿Y es más difícil hacerlo desde eso que se ha venido a llamar la España vacía?
–Vilches era el lugar ideal, no me cabe duda, para este momento. Aquí tenemos un teatro y vamos a tener en breve un espacio para un estudio de danza. En España hay infraestructuras en muchos lugares, sean ciudades o pueblos: me refiero a salas culturales, centros cívicos… lo que pasa es que ahora falta apostar. Tener la confianza para apostar por la cultura y la danza, incluso en los pueblos más pequeños de España.
–¿Se puede vivir de ello en ese contexto de falta de apuesta?
–No es fácil. ¿Es posible? Sí, pero hay que trabajarlo mucho y atar muchos nudos para que el lazo no se suelte. No hay presupuesto suficiente para la cultura y los cachés están muy bajos. Ello requiere hilar mucho para que una compañía llegue a ser rentable. No nos lo ponen fácil.
–¿Qué aprendió de su estancia en Israel?
–Aprendí a conocerme como coreógrafo y a creer en mí como creador de esta disciplina. Pero también a convivir con distintas culturas, absorber sus energías y llevármelas al mundo de la danza y el arte. La combinación de convivencia y también supervivencia me afectaban a la hora de expresarme en movimiento.
–Algo que suena bien, pero que una guerra se ha llevado por delante…
–Más que bien, suena realista. Hay que convivir con esas culturas, en lo positivo y en lo negativo, algo que también afecta a la hora de crear y moverte. Yo salía de gira y tenía que convivir con el hecho de dejar a mi mujer sola sabiendo que allí se está matando a la gente.
–¿Y ese ambiente se llevó por delante su futuro allí?
–Mi tiempo allí acabó. El sueño se había cumplido, pero llegó el momento de poner en valor lo personal y seguir nuestro camino pero en otra parte y además, ya de manera independiente.
–¿Qué virtud necesita un bailarín que a la vez es empresario?
–El artista a veces se piensa que esto no es un negocio. Esto es una empresa, y hay que conocer todo lo que se necesita para sostenerla. La virtud pasa por hacerla navegar por los buenos cauces empresariales sin perder de vista la visión artística. Por eso antes decía que de la danza se puede vivir, pero si entendemos que también es un negocio.
–¿Qué encontrará el público en ‘Afines’?
–La relación entre dos personas, su unión y los vínculos que establecen. Y cómo mantenerse en calma cuando hay un desajuste gracias a la comunicación, la mirada y el amor. Al fin y al cabo, como transitar por la vida misma.
–¿Hemos pecado los medios dejando de lado determinado tipo de disciplinas en detrimento de otros grandes espectáculos de masas?
–Qué voy a decir yo, que sí, que hemos de estar más pendientes de ellas porque a veces parecen dejadas de la mano de Dios. Yo animo a dar voz y difusión a nuevos talentos y nuevas empresas.
'Afines' es una exploración poética de la conexión humana, donde dos cuerpos se convierten en un diálogo íntimo a través del movimiento, donde dos cuerpos se entrelazan y se encajan convirtiéndose en uno. Desde la unión como un cuerpo amalgama hasta la expresión individual, los intérpretes llevan al público a través de una experiencia visual y emocionalmente evocadora, un nuevo viaje sensorial. El riesgo y la exploración del espacio son elementos esenciales que enriquecen la narrativa de la obra.
Inspirados en su rica historia, Bermúdez y Coury examinan la dualidad del ser humano, revelando la belleza de la conexión y la complejidad de la individualidad. En 'Afines' los dos cuerpos orbitan uno alrededor del otro, y se atraen y se distancian, afinando al máximo sus conexiones y desarrollando una relación intensa donde también se congelan y se abrasan, se olvidan y se recuerdan, encontrando en la creatividad la única opción.