Colocarán una pantalla en el patio del Palacio de Carlos V para ver a España en la final

Este proyecto fue asignado al gran arquitecto Pedro Machuca, quien resolvió construir un edificio a la última modaAlhambra

Granada

La historia del palacio real que nunca fue habitado por ningún rey

Aunque su construcción fue iniciada hace casi 500 años, las obras no concluyeron de modo definitivo hasta 1958

Existe un palacio real en Andalucía que nunca fue habitado por ningún rey o súbdito, pese a contar con casi 500 años de antigüedad. Enclavado en el seno de uno de los conjuntos monumentales más visitados del mundo, con casi tres millones de turistas anuales, todas las primaveras se convierte también en un espacio privilegiado donde se paladea la más excelente música clásica y contemporánea, en el marco del afamado Festival de Música y Danza de Granada.

El Palacio de Carlos V fue mandado construir por el rey y emperador, allá por el año 1526, cuando, después de su boda con Isabel de Portugal, celebrada en Sevilla, vino a Granada en su viaje de novios. La pareja estuvo viviendo varios meses en la Alhambra, donde el monarca quedó absolutamente deslumbrado por la magnificencia de los palacios nazaríes. Aunque ya sus abuelos maternos, los Reyes Católicos, habían habilitado varias salas de la Alhambra después de la conquista de la ciudad, Carlos decidió entonces construir un nuevo palacio, con más espacio y mayores comodidades que el de los monarcas granadinos, pero conectado con este.

El proyecto fue asignado al gran arquitecto Pedro Machuca, quien resolvió construir un edificio a la última moda, el llamado estilo renacentista, que estaba dando sus primeros pasos en Italia. Es el único palacio de este tipo que se construyó en España.

El edificio se implantó en el corazón de la Alhambra musulmana. Para su construcción fue preciso derribar un pabellón opuesto a la torre de Comares, pero los historiadores aseguran que este hecho fue la propia garantía de la supervivencia futura de los palacios nazaríes. Ciertamente, en unos tiempos en que lo más habitual era la destrucción de los edificios emblemáticos de los pueblos conquistados, los reyes españoles dieron una lección de sensibilidad y respeto que hemos de agradecerles en su justa medida.

Los moriscos financiaban las obras

Durante el reinado de su hijo, Felipe II, la obra se paralizó provisionalmente por la rebelión de las Alpujarras, en 1568, ya que eran los moriscos quienes debían financiarla con sus impuestos. Finalmente, en 1637, los trabajos se suspendieron de forma definitiva durante casi tres siglos.

Durante la Guerra de la Independencia e incluso después de su conclusión, el palacio se convirtió en almacén de artillería. Se guardaron en su interior gran cantidad de pólvora, balas y carbón piedra, lo que suponía un grave peligro para toda la Alhambra. Dos décadas después, cuando se decidió, por fin, que el palacio dejara de ser un peligroso polvorín, su estado de conservación era lastimoso y las crónicas de la época aseguran que fue un milagro que no se desplomara.

Las obras se reanudaron a comienzos del siglo XX, en 1923, y concluyeron veinticinco años después. Desde 1958, el palacio es sede del Museo de Bellas Artes de Granada y, desde 1994, también del Museo de la Alhambra.

Su original diseño ha dado lugar a múltiples elucubraciones. La planta del palacio la conforma un cuadrado de 63 metros de lado con un patio circular inscrito en su interior. Esta disposición no tiene precedentes en la arquitectura del Renacimiento. Todo remite a viejos símbolos del conocimiento oculto. El cuadrado simboliza la Tierra y la existencia humana, mientras que el círculo representa el Cielo y, en general, todo lo trascendente y divino.

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