Martín-Roselló: «No puede ser que tengamos una ley de la eutanasia o de la ELA y no sobre cuidados paliativos»

La Jornada de Concienciación sobre Cuidados Paliativos se celebrará este jueves, 10 de octubre, en la sede de la Agrupación de Cofradías de Málaga a modo de perfecta antesala del Día Mundial de los Cuidados Paliativos con el objetivo de concienciar acerca de la importancia del acompañamiento médico, emocional y espiritual que necesitan las personas en situación de enfermedad avanzada y terminal.

Organizado por la Hermandad de Salutación y Patrocinio de Málaga y por la Fundación Cudeca y apoyado por entidades como la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), la Pastoral de Salud de Málaga, la Fundación Dignia y la Fundación Lágrimas y Favores, el evento busca darle un nuevo significado a la palabra «compasión» e impulsar una respuesta activa desde las cofradías malagueñas y desde la sociedad en su conjunto.

«La palabra compasión es una palabra preciosa que suele tener una connotación negativa, pero que a nosotros nos gusta describir como ‘empatía en acción’», explica Marisa Martín-Roselló, directora de la Fundación Cudeca.

‘Por una ciudad más compasiva’ es el lema de esta Jornada que, tal y como resume Isidoro Jurado, patrono fundador y tesorero de Fundación Dignia, «es una oportunidad de acercar estos cuidados tan necesarios no sólo al mundo cofrade de Málaga, que por sus valores, sus principios y su forma de ser encaja a la perfección con la idea de la compasión que queremos transmitir, sino a toda la comunidad malagueña, puesto que el futuro que nos espera en cuanto a los cuidados paliativos es tremendo».

Las cifras aproximadas hablan de cerca de 80.000 personas que mueren al año en nuestro país sin asistencia de cuidados paliativos, pero «se prevé que ese número sea aún mayor debido al envejecimiento de la población, por lo que debemos involucrarnos todos y no dejarlo sólo en manos del colectivo sanitario», razona Jurado.

Y es que, en España, la medicina paliativa es «la gran olvidada». En palabras de Martín-Roselló, esta rama sanitaria «comenzó a finales de los 80 y tuvo un gran empuje con el Plan Nacional de Cuidados Paliativos de 2010, pero aún así, estamos en los mínimos deseables. Tenemos acceso a la morfina, equipos interdisciplinarios y demás, pero la demanda se ha multiplicado mucho más deprisa que la generación de recursos».

Además, no todo se simplifica a la faceta médica. «En la medicina paliativa hay un concepto que se llama ‘dolor total’ y ese dolor no se compone sólo de lo fisiológico o de lo químico, sino que hay un montón de componentes que influyen en el dolor, porque somos seres complejos. Lo primero que siempre vamos a tener que atajar son los síntomas, que haya un control suficiente para poder abordar lo emocional y lo espiritual, pero al final todo está interrelacionado», asegura Martín-Roselló.

«También existe el error de concentrar toda la atención en el paciente», apunta Jurado. «Los familiares y los propios cuidadores requieren también de un apoyo psicológico y social importante porque verdaderamente son clave en todo este proceso y tienen su parte de dolor también».

Pero el apoyo más necesario y definitivo para fomentar tanto la calidad como la garantía de los cuidados paliativos tiene que venir de las instituciones. «Me duele que haya dos leyes como son las de la eutanasia o la de la ELA que acaba de firmarse y no haya una ley de cuidados paliativos con la gran cantidad de personas que necesitan esta legislación y estos recursos», denuncia Martín-Roselló. «Las leyes traen recursos, procedimientos, mejoras, todo un sistema de evolución, de gestión y de control que me parece muy necesario dado el creciente nivel de demanda de estos cuidados», apostilla.