A dónde van a parar las naranjas urbanas de Sevilla, cuyo consumo está prohibido
La ciudad hispalense es la capital de los naranjos, que producen millones de este fruto al que se le han encontrado diversas utilidades
Sevilla es la ciudad de las naranjas, esa fruta que impregna con su característico olor toda la capital y que anuncia la llegada de la primavera.
Las naranjas son algo característico de la ciudad hispalense, a la altura de sus más reputados monumentos.
Desgraciadamente, mientras brotan del árbol, solo son un mero elemento decorativo, ya que su consumo directo está prohibido.
Las naranjas sevillanas no se pueden comer al estar expuestas a un entorno tóxico, donde su piel absorbe todos los productos dañinos para la salud fruto de la polución que le rodea. Además, estas frutas tienen un sabor amargo, lo que le hace totalmente desaconsejable para el humano.
Sin embargo, esta particularidad no las hace inútiles una vez caen del árbol. Su uso es variado ya que estas naranjas pueden servir para la fabricación de cosméticos o incluso tés, perfumes y aceites esenciales, o bien acabar en explotaciones ganaderas como abono o alimentación de ganado. También han servido para la elaboración de la mermelada.
Si bien en el pasado su paradero habitual solía ser el vertedero, ahora el aprovechamiento de esta producción es total, y su última utilidad es la de la generación de energía limpia.
Las naranjas abastecen de energía
Como decíamos, se estima que Sevilla es la capital europea con más naranjos, ya que pueden encontrarse entre sus calles y parques unas 50.000 unidades. Cada árbol puede generar unos 60 kilos de media.
Esta fruta es puesta como ejemplo de economía circular y apuesta por la mitigación del cambio climático. ¿Cómo lo hace?
Cada 1000 kilos de naranja pueden producir unos 50kWh de energía eléctrica, es decir, lo que consumen cinco viviendas al día.
En el año 2020, la ciudad puso en marcha un programa piloto para convertir el zumo de los naranjos urbanos en biogás. El objetivo es garantizar la autosuficiencia energética de sus depuradoras.
Los cítricos, además de por su codiciada vitamina C, son eficientes para acelerar el proceso de biogás, con el que posteriormente se producirá la energía eléctrica.
Además, los restos orgánicos se convierten en compost para el campo, por lo que se puede decir que regresan al inicio de la cadena.