Manuel Salinero, de la Asociación Sevillana de Gastronomía y Turismo, ha leído el manifiesto

La ciudad de Sevilla ha reivindicado la importancia de un producto como la naranjaAsociación de Hoteles de Sevilla

El idilio de Sevilla con la naranja, elemento «sustancial» de sus calles, en sus horas más bajas

Los productores de naranjas, así como la Academia Sevillana de Gastronomía y Turismo y la Asociación de Hoteles de Sevilla, que se encuentra inmersa en la organización de sus Jornadas Gastronómicas, han entendido que este era el momento de reivindicar este producto.

No obstante, tal y como ha lamentado Javier López-Esparza, presidente de Asociafruit, «nos preocupa que el consumo de fruta, y en concreto, el de naranja, esté bajando en España». Y es que la asociación ha dado a conocer un dato demoledor: el consumo per cápita de este cítrico ha pasado de 21,36 kilos en 2013 a 11,56 en 2023, lo que supone una caída del 46 %.

Para relanzar este producto, y en concreto, ponerlo en valor, por su innegable atractivo tanto para la ciudad de Sevilla como para su gastronomía, se ha presentado un manifiesto que ha sido recitado por Manuel Salinero, de la Academia Sevillana de Gastronomía y Turismo.

Sevilla pasa por ser unas de las provincias más relevantes a nivel nacional en la producción de cítricos

Sevilla pasa por ser unas de las provincias más relevantes a nivel nacional en la producción de cítricosAsociación de Hoteles de Sevilla

Manifiesto

Salinero aludía al doble valor de la naranja sevillana, tanto en la urbe, donde es símbolo imperecedero, como en el campo, donde su cultivo es representativo, alcanzando las 31.590 hectáreas: «Amarga y dulce en esa dualidad tan omnipresente en una ciudad que vive soñando en el olor y el color del azahar que inunda sus calles de alegría proclamando la pronta llegada de su Semana Grande».

«Sin duda la naranja forma parte indisoluble y sustancial de la urbe hispalense. Basta pensar en lugares como la Plaza del Triunfo, la de Doña Elvira, la de la Alianza, la de Santa Cruz, el Patio Banderas, los Patios del Salvador, de la Doncella o el inigualable Patio de los Naranjos de nuestra Catedral. Dicen que los más olorosos son los que están en la Gavidia junto a Daoiz», declaraba Salinas en su manifiesto.

«Actualmente, unos 40.000 se reparten por la ciudad con el naranja de su fruto, el blanco de sus flores y el verde oscuro de su hoja perenne», continuó. «Su árbol ayuda a combatir la contaminación y el ruido y da cobijo a numerosas aves como el herrerillo», glosando las virtudes de los naranjos urbanos, símbolo icónico de la ciudad.

Pero aparte de su valor ornamental y ecológico, también ha querido realzar su cultivo, que da un producto autóctono que se consume en España y la Unión Europea pero que en la actualidad vive amenazado por mercados exportadores pujantes como Egipto. «Ese postre que siempre ha sido distintivo de grandes restaurantes de hotel con elaboración en la mesa con distinción exquisita».

«La pulpa de la naranja dulce combina su jugo y su dulzura con un toque de acidez, y cada gajo se convierte en una explosión de sabor, de vitalidad, recordándonos toda la belleza y los aromas de Sevilla».

Para finalizar volviendo a realzar su icónico embrujo: «La naranja sevillana es un símbolo de excelencia, embellece todo el entorno en el que crece y recuerda siempre la madre naturaleza, creando en nuestra ciudad una atmósfera mágica que la envuelve y que enamora a todo visitante, embriagado por la belleza de sus rincones poblados de naranjos».

Egipto, tal y como explican desde Asociafruit, ha irrumpido con fuerza en el mercado europeo tras la guerra en Oriente Próximo y las dificultades de salida de mercancías por el Canal de Suez, desplazando a la naranja nacional.

Sin embargo, dentro de nuestras fronteras, hay que destacar que la provincia de Sevilla destaca como una de las grandes productoras, solo por detrás de Valencia.
En esta provincia hay 31.590 hectáreas de cítricos, lo que se puede considerar como unos 3.633.000 jornales, equivalente a unos 14.800 puestos de trabajo fijos durante todo el año. Este tipo de empleo se genera especialmente en zonas rurales, más sensibles a la despoblación.

Lamentablemente, el consumo de naranja en España ha caído llamativamente en los diez últimos años, algo que se observa con preocupación ya que «aporta muchos beneficios a nuestra salud».
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