Casa Real El Rey y la Infanta Cristina asisten al entierro de su primo Juan Gómez-Acebo
Numerosos familiares y amigos acompañan a Simoneta a depositar las cenizas de su hermano en el Cementerio Sacramental de San Isidro
El Rey ha acudido en la mañana de este domingo al Cementerio Sacramental de San Isidro, donde han sido depositadas las cenizas de su primo Juan Gómez-Acebo y Borbón, vizconde de la Torre, fallecido el pasado 12 de agosto en Mallorca a los 54 años a causa de un cáncer, junto a los restos mortales de sus padres y su hermano. Don Felipe ha vuelto a este cementerio cinco meses después de que acudiera a despedir a Fernando Gómez-Acebo, fallecido a los 49 años.
También Don Juan Carlos tenía previsto asistir al entierro de su sobrino, aunque no se le ha visto acceder al cementerio. En cualquier caso, se le espera en el funeral que se oficiará después en la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas. Por ese motivo, el pasado viernes llegó a Madrid procedente de Abu Dabi en un vuelo regular y aceptó hospedarse, por primera vez, en un hotel, el Four Seasons.
Al entierro también han asistido la Infanta Doña Cristina, a la que se ha visto acceder en coche acompañada por sus hijos Pablo, Miguel e Irene Urdangarin, y su prima, Alexia de Grecia, así como los hermanos del fallecidos, Simoneta, Bruno y Beltrán Gómez-Acebo, y numerosos amigos de la familia.
Entre los asistentes se ha podido ver a Cristina de Borbón-Dos Sicilias con su marido, Pedro López Quesada, y a Laura Ponte, con sus dos hijos, Laura y Luis.
Tras el entierro, se oficiará un funeral en la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas, como se hizo cuando falleció Fernando Gómez-Acebo, hermano de Juan. A esa misa está previsto que asistan otros miembros de la Familia Real y de la familia del Rey.
De hecho, la fecha del entierro y funeral de Juan fue aplazada hasta este domingo por la familia Gómez-Acebo para que pudieran acudir los Reyes Don Felipe y Don Juan Carlos, ya que a la capilla ardiente instalada en Calviá en agosto solo pudo acercarse la Reina Doña Sofía, la única que estaba en aquel momento en Mallorca.