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Indígenas purépechas rezan ante los restos mortales del Tata Vasco

Indígenas purépechas rezan ante los restos mortales del Tata VascoArchidiócesis de Morelia

El oidor del Emperador en Nueva España

Tata Vasco, el español al que los indígenas de México siguen rezando cinco siglos después

El Vaticano abrió un proceso de beatificación del protector de los indios purépechas

Nadie sabe si dentro de cinco siglos los indígenas mexicanos se seguirán acordando del último presidente de su país, Andrés Manuel López Obrador. Lo que sí es cierto es que hoy continúan rezando ante la tumba del obispo español Vasco de Quiroga (Madrigal de las Altas Torres, 1470-Uruapan,1565), que se encuentra en la Basílica de María Inmaculada de la Salud en Pátzcuaro, una ciudad de más de 60.000 habitantes situada en el Estado mexicano de Michoacán.

Es muy impresionante ver cómo los purépechas -indígenas de Michoacán- se acercan a venerar con sus flores, velas, bailes, cánticos y trajes tradicionales al que ellos llaman Tata Vasco (tata significa padre en su lengua). Todavía hoy muchos de ellos acogen con cariño a los españoles que les visitan porque vienen de la tierra en la que nació su protector. Pero lo que más les sorprende es que, precisamente en España, Tata Vasco sea un desconocido para la mayoría de la gente.

Fundó pueblos hospital

Tata Vasco llegó a México en 1530 enviado por el Emperador Carlos V como oidor de la Segunda Audiencia para corregir los abusos que se estaban cometiendo en Nueva España. Cuando este jurista sabio y buen cristiano visitó Michoacán, en 1533, quedó muy impresionado por la situación de los indios y compró con su salario unos terrenos sobre los que construyó un pueblo hospital en el que reunió a los indígenas dispersos. Luego fundó muchos más.

Sus pueblos, que estaban inspirados en las primeras comunidades cristianas y en la Utopía de Tomás Moro, se articulaban sobre la base de la familia y se levantaban en tierras comunales. Vasco de Quiroga enseñó artes y oficios a los indígenas -también a las niñas-, estableció una jornada laboral de seis horas, cuyos frutos se repartían entre todos y, si había excedentes, se hacían obras caritativas con los más necesitados. Pero también incorporó costumbres indígenas anteriores a la llegada de los españoles, como reconocer el papel jerárquico de los ancianos.

Evangelizar en lengua indígena

Aunque era seglar, en 1538 fue nombrado obispo de Michoacán. Entonces hizo que los clérigos aprendieran los idiomas de los indios para que la evangelización se hiciera en lengua vernácula y promovió la construcción de hospitales en todos los pueblos. Hoy se le considera el precursor de la Seguridad Social en México.

Además, supo inculcar el amor por el trabajo bien hecho y entusiasmar a cada pueblo para que se especializara en algún oficio (alfarería, metales, instrumentos musicales, bordados, tejidos...) y todavía hoy se pueden apreciar esas industrias diferentes en muchos pueblos de Michoacán. Tata Vasco enseñó a los indígenas a forjarse una vida más próspera, más digna y más interesante.

Tras su muerte

Tras su muerte, en 1565, los purépechas no lo olvidaron, sino que empezaron a acudir a venerar su tumba -como siguen haciendo hoy-, y son muchos los testimonios de gracias y favores recibidos de Dios gracias a la intercesión de Tata Vasco.

Hace diez años se abrió el proceso de beatificación de Vasco de Quiroga, y en 2016, cuando el Papa Francisco viajó a México, quiso visitar Morelia, la capital de Michoacán, y celebrar la misa con el báculo y el cáliz que usaba Tata Vasco, «el español que se hizo indio». Y en 2020, el Papa le declaró Venerable, que es el paso previo para ser declarado beato y luego canonizado.

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