Mario de las Heras
Castellanomanchegos célebresMario de las Heras

¿Estaba loca en realidad Juana la Loca?

Cuentan las crónicas que aquellos comuneros que vieron a la reina para sacarla de su confinamiento en Tordesillas encontraron a una mujer en sus perfectos cabales

Toledo Actualizada 13:46

Juana la Loca velando el cadáver de Felipe el Hermoso (1877) de Francisco Pradilla

Detalle de Juana la Loca velando el cadáver de Felipe el Hermoso (1877) de Francisco Pradilla

La mayoría de los historiadores coinciden en que su caso fue el de una mujer toledana, una princesa y una reina, atrapada en la cárcel de heterogéneos y metafóricos (y no tanto) barrotes de los hombres más cercanos a ella: su padre, Fernando el Católico, su marido, Felipe el Hermoso, y su hijo, el emperador Carlos I.

España, tierra de motes, es rápida y muchas veces cruel con sus sambenitos. Una niña de un pueblo una vez cogió un cachorro, cuando lo sostenía se le escurrió y al caer al suelo el pequeño perro se mató. A la niña toda la vida la llamaron «la mataperros». Lo de Juana la Loca fue algo similar, aunque mucho más enrevesado, largo y misterioso. Juana no iba a ser reina, pero la muerte de sus hermanos Juan e Isabel se podría decir que la puso a las puertas del «sanatorio».

Ocho meses junto al cadáver de su esposo

Dicen que no era muy piadosa para disgusto de sus padres, Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, sobre todo para su madre. Pero su madre también murió y la reina que no iba a ser se convirtió en pieza codiciada y marioneta de su padre y de su esposo, Felipe el Hermoso.

Tanto era para ella Felipe (y tan poco ella para Felipe) que, cuando este murió inesperadamente, se produjo el largo y extraño y espectacular y es de imaginar que aterrador hecho (todo era largo entonces, como ejemplo: tardaron seis meses en llegar a Toledo desde Bruselas para ser coronada cuando murió la reina Isabel) de acompañar al féretro desde Burgos hasta Granada (donde quiso ser enterrado Felipe) solo viajando por las noches.

Mientras Juana viajaba la política se sucedía. Todo al mismo tiempo en que, abandonado el reino dirigido casi siempre entre regentes como su padre o el Cardenal Cisneros, las historias de su locura se extendían entre el pueblo que la veía pasar en la oscuridad junto al cadáver y la comitiva. No es de extrañar que entonces ya fuera «la loca». Los rumores de «locura» ya habían empezado antes debido a los celos de su infiel marido y sus reacciones de despecho.

Encerrada en Tordesillas

El viaje mortuorio y fantasmal de ocho meses fue la definitiva razón que llevó a Fernando, su padre, a recluirla en Tordesillas por incapacidad de ser reina o para quitarla de en medio y ocupar el poder, aunque no está del todo claro. La mayoría de los historiadores cree que no estaba loca, sino triste, enamorada, trastornada o deprimida. Vejada en lo más íntimo, puede que harta de su posición, de su nacimiento. Pero, ¿y si los signos de «locura» eran inequívocos en la época? Estuvo casi medio siglo en Tordesillas de donde trataron de sacarla los comuneros para convertirla en la reina legítima que era en contra de su hijo Carlos, pero ella no quiso.

Los comuneros fueron derrotados por Carlos, el emperador, quien mantuvo a su madre en su reclusión. Cuentan las crónicas que aquellos comuneros no vieron a ninguna loca. Pero los locos a veces parecen cuerdos. Quien sabe si en su retiro forzado de cincuenta años encontró al fin la paz que no había logrado tener en una juventud llena de decepciones, traiciones y tragedias por las que el pueblo, cruelmente, la llamó «la loca», cuando no (o sí, o no exactamente) lo estaba.

comentarios
tracking