El puente de Auñón en Guadalajara, la imagen de una película todavía por hacerse
No mucho se sabe de la impresionante construcción medieval cuyos orígenes pudieron ser romanos

Puente de Auñón
Su arco central reflejado en la superficie del río remite inevitablemente a la Historia y al cine y a la literatura. Nada, más bien todo lo contrario, tiene que envidiar a los cinematográficos puentes de Central Park, como el Bow Bridge o el Gapstow, aparecidos en una infinidad de filmes lo suficientemente abundantes para que se hayan quedado en el imaginario mundial.
El puente de Auñón no tiene quien le escriba, como el coronel de García Márquez, ni tampoco quien le filme. Y desde luego es para hacerlo. Una localización impresionante, con el Tajo como espejo perenne, entre bosques, como si el tiempo se hubiera detenido para siempre. En el puente de Auñón y su entorno no hay nada que pueda confirmar que se está en el XXI y no en el XIV, siglo del que ya se tiene constancia de su existencia.
Villacampa y Ramírez de Guzmán
Su medievalismo es casi un misterio. Sí se sabe que durante la Guerra de la Independencia, el general Pedro Villacampa, junto a las tropas de El Empecinado, atacó en él la posición del ejército francés mandado por el general Hugo, recuperándolo para los españoles. El puente fue reparado después de la batalla y poco más se sabe de su historia románica inicial por sus bases de sillería y las tradicionales marcas de los canteros.
Sí se sabe, también, que fue lugar estratégico de paso y ruta comercial y puesto codiciado para dominar un territorio por donde vivió parte de sus aventuras en el XV el comendador mayor de la Orden de Calatrava, Juan Ramírez de Guzmán, protagonista de una vida extraordinaria que bien podría serlo de una película cuyo uno de sus exteriores (hay muchos más en España y en Castilla-La Mancha) es este gran (noventa metros se contemplan a sí mismos) y demasiado desconocido puente de Auñón.