El laberinto catalán
El partido de Puigdemont se desintegra
Presidente, vicepresidenta y secretario general anuncian su abandono en un plazo de dos semanas. En el caso de que Borràs fuera condenada, otros líderes de Junts esperan turno para ocupar el trono que un día fue de Pujol, Mas o Puigdemont
Junts Per Catalunya, el partido fundado por Puigdemont y considerado heredero de la Convergencia de Jordi Pujol, había convocado su congreso en Argelers (sur de Francia) para el 4 de junio. La elección del municipio costero francés, a pocos kilómetros de la frontera española, permitía a su idolatrado y prófugo líder asistir al mismo sin el riesgo de cruzar la frontera y ser detenido, pero en las últimas semanas los líderes de Junts han ido anunciando de forma escalonada su renuncia a seguir liderando el proyecto unilateralista.
El primero fue Jordi Sánchez, ex líder de la Asamblea Nacional Catalana, protagonista del asedio a la Consejería de Economía en septiembre de 2017 –que terminó con la secretaria judicial huyendo por los tejados ante la imposibilidad de hacerlo por la puerta tomada por los radicales– y hasta el próximo día 4, secretario general del partido de Puigdemont. Sánchez, que empezó su carrera política en la Crida, otro grupo radical independentista, y que luego pasó por la extinta Iniciativa per Catalunya, actualmente integrada en En Comú Podem, la marca catalana de Podemos, alcanzó de forma sorprendente la secretaría general de un partido que muchos ubican hoy en la extrema derecha en agosto de 2020. Al anunciar su renuncia a volverse a presentar, no ahorró críticas a las luchas internas, egoísmos y personalismos que, según el aún número dos del partido, caracterizan su formación.
Luego le tocó el turno a Puigdemont, quien ha anunciado que no se volverá a presentar para presidir una formación creada a imagen y semejanza suya. Puigdemont vive una situación compleja y en los últimos meses han crecido los rumores de la existencia de negociaciones entre bambalinas entre el Gobierno de España y él para facilitar su retorno a España sin tener que pisar la cárcel. Su posición política en Bélgica se ha ido debilitando.
En un congreso de este partido independentista
Puigdemont dejará la presidencia de Junts el próximo 4 de junio
Por un lado, en la vista judicial sobre el alcance de las euroórdenes planteado por el juez Llarena, la Comisión Europea y la Fiscalía belga marcaron distancias con Puigdemont, lo que podría indicar el fin de su baraka en la justicia europea, y, por otra parte, la investigación del Parlamento Europeo sobre los contactos del Kremlin con grupos de extrema derecha y extrema izquierda dentro de las fronteras de la UE que habrían actuado financiados por Moscú para desestabilizar la política interna de la Unión, han convertido a Puigdemont en un personaje sin visibilidad en los foros comunitarios, y su presencia es cada vez más incómoda para casi todo el mundo en Bruselas. Puigdemont alega para renunciar al liderazgo su interés en centrarse en presidir el Consell per la República, un organismo que ha ido perdiendo protagonismo e interés.
La última que ha anunciado su retirada es Elsa Artadi, vicepresidenta de la formación y candidata a la alcaldía de Barcelona. Artadi ya había protagonizado una espantada tras las elecciones autonómicas cuando se negó a ocupar la vicepresidencia del gobierno catalán, cargo que acabó recayendo en el gris y poco visible Jordi Puigneró. Artadi alegó entonces que quería dedicar todas sus energías a alcanzar la alcaldía de Barcelona, donde había marcado políticas muy opuestas a las de Ada Colau, pero Artadi se ha visto cuestionada en los últimos meses por diversos tanteos de candidaturas de la órbita independentista.
Primero fue la de Gerard Esteve, presidente de la Unión de Federaciones Deportivas Catalanas, que promueven la participación de Cataluña en las olimpiadas de forma ajena a España, y luego la del expresidente del FC Barcelona Sandro Rosell. Las bajas expectativas electorales de Junts en Barcelona, donde las encuestas les dan entre 1 y 2 concejales, habría hecho el resto.
Laura Borràs, futura líder de poco recorrido
Laura Borràs, la actual presidenta del Parlament, se ha postulado para sustituir a Puigdemont. La presidenta de la Cámara catalana es muy apreciada por los seguidores de Junts, dados sus posicionamientos radicales y el sectarismo con el que dirige la cámara autonómica donde siempre que puede expulsa del hemiciclo a algún diputado de Ciudadanos o Vox, pero el liderazgo de Borràs, enfrentada a Puigdemont, podría ser muy efímero dado que Borras está imputada por un presunto caso de corrupción que se remonta a los tiempos en los que dirigió el Institut de les Lletres Catalanes y donde podría haber realizado maniobras para adjudicar, de forma fraccionada, contratos a un amigo suyo por valor de 300.000 euros. Una vez la causa contra Borràs se falle, si el mismo es contrario a sus intereses, quedaría inhabilitada y perdería su posición como presidenta del Parlament. Eso llevaría a Junts a tener un liderazgo estilo Arzalluz, interno en el partido, pero sin posición institucional.
Borràs está intentando pactar con Jordi Turull la secretaria general. Si bien Turull y Borràs no tienen buena sintonía, el dirigente condenado por sedición y malversación, es importante para evitar la desintegración de Junts, dado que Turull procede de CDC y del PDeCat y tiene un buen conocimiento de la estructura territorial del partido, que es la gran baza de Junts. No obstante, cuenta con 370 de los 947 alcaldes catalanes, la mayoría de ellos en pequeños municipios, pero algunos de gran importancia como Girona, Vic o Reus.
Otros líderes agazapados esperan turno
En el caso de que Borràs fuera finalmente condenada, otros líderes de Junts esperan turno para ocupar el trono que un día fue de Pujol, Mas o Puigdemont. El más destacado de estos aspirantes es Jaume Giró, el ex directivo de La Caixa, puesto que abandonó, tras la salida de La Caixa de Cataluña. Giró no milita en Junts, pero es actualmente consejero de Economía, y ante la falta de liderazgos claros dentro del Gobierno regional se ha posicionado como una persona con visibilidad y capacidad discursiva, así como un mensaje independentista desacomplejado que está siendo bien recibido por las bases del otrora todopoderoso partido pujolista.