El socialista Montilla y Puigdemont acuden juntos a un homenaje a 5 kilómetros de la frontera

La milenaria Abadía benedictina de San Miguel de Cuixá, en el Pirineo francés, a pocos kilómetros de la frontera española, ha sido el lugar elegido por Puigdemont para llegar hasta las puertas de España.

A pesar de que los tribunales europeos confirmaron el acuerdo del Europarlamento de retirarle la inmunidad, Puigdemont ha podido llegar hasta la frontera gracias a que el juez Llarena no ha cursado la correspondiente euroorden a la espera de que los tribunales europeos resuelvan el recurso de Puigdemont.

El llamado «acuerdo de Málaga» entre los gobiernos español y francés permitiría a la Policía Nacional entrar en territorio francés para detener a Puigdemont pero, para que eso sucediera, se debería de haber cursado la correspondiente orden desde el Ministerio del Interior, cosa totalmente improbable dado que Pedro Sánchez ha puesto su investidura en manos de Puigdemont.

El público asistente a la Universitat Catalana d’Estiu, un evento del independentismo radical, subvencionado tanto por la Generalitat catalana como el gobierno de Andorra, las cuatro Diputaciones catalanas, la región francesa de Occitania, el departamento francés de los Pirineos Orientales y los ayuntamiento de Prades (Francia) y de Barcelona, esperó a Puigdemont aclamándolo entre gritos de «Puigdemont nuestro presidente», «Ni Francia, ni España, Païssos Catalans» e «Independencia».

Una conferencia de homenaje al violonchelista Pau Casals en el 50º aniversario de su fallecimiento fue el marco y la excusa para el encuentro entre Puigdemont y José Montilla, expresidente socialista de la Generalitat, y hombre de gran proximidad a Rodríguez Zapatero, quien aguantó impertérrito la recepción a Puigdemont como héroe por parte del público asistente.

No ha trascendido cuál ha sido el contenido de la conversación entre el socialista y su posible socio de investidura, pero el encuentro era una oportunidad que los socialistas no podían dejar de pasar de aproximarse a Puigdemont.

Al llegar al acto, Puigdemont no ha realizado declaraciones. El expresidente catalán y Montilla se han sentado al lado y han mantenido una conversación en la que Puigdemont parecía llevar la voz cantante. A pesar de que Míriam Nogueras abogó ayer por que la amnistía solicitada por Junts y ERC para votar la investidura incluya casos de corrupción como el de Laura Borrás, que Junts califican de persecución política, la posición de Junts no es pétrea.

El expresidente de la Generalitat Quim Torra, que aunque no milita en Junts fue presidente a propuesta de este partido– afirmó horas antes de encontrarse con Puigdemont en el sur de Francia que «la amnistía no debe ser suficiente para votar a Sánchez, es preciso también el referéndum de autodeterminación».

José Montilla, que ha sido abucheado durante su intervención, ha cerrado la misma haciendo un llamamiento a «la España plural». Tras Montilla ha intervenido Puigdemont. Su intervención es la que ha sido seguida con más interés buscando algún mensaje encriptado a Pedro Sánchez en clave de investidura, pero el prófugo no ha soltado prenda excepto cuando ha insistido en la oficialidad del catalán en Europa.

El actual presidente de la Generalitat, el republicano Pere Aragonés, en referencia a la petición de amnistía como condición sine qua non para facilitar la investidura de Pedro Sánchez, ha iniciado su discurso afirmando que «el encuentro entre presidentes de la Generalitat tiene que celebrarse en el extranjero por la represión que afecta, especialmente, al presidente Puigdemont».