Josep Miró i Ardèvol

Josep Miró i Ardèvol, en una imagen de archivoACdP

Entrevista

Josep Miró i Ardèvol: «El derrotismo en política es suicida para los cristianos»

El presidente de eCristians abandera una nueva entidad, Corriente Social Cristiana, nacida para influir directamente en la vida política catalana

La Corriente Social Cristiana arrancaba este febrero en Barcelona con el objetivo de ser un agente que intervenga directamente en la vida política catalana y en el espacio público «desde los principios y valores del humanismo social cristiano en todos los aspectos de la vida». A pocos días de que arranque la campaña electoral en Cataluña, El Debate habla con uno de los principales impulsores de esta nueva entidad, Josep Miró i Ardèvol, presidente de la plataforma eCristians.

¿De dónde nace la necesidad de crear una nueva entidad para fomentar la presencia de los católicos en la política?

–La Corriente Social Cristiana (CSS) surgió de una asamblea celebrada por eCristians a principios de 2024, en la que reflexionamos sobre las dificultades que tiene la presencia cristiana en el ámbito político y mediático. De aquello surgió CSS, para tener una intervención directa en la vida política y una mejor presencia organizada en el ámbito de la comunicación. Este mayo, previsiblemente CSS se fusionará con eCristians, para constituir una única organización.

¿Por no duplicar?

–Por eso y porque, aunque son distintas, hay demasiado espacio en común. Además, creemos que hay que predicar con el ejemplo. Hoy el campo cristiano se caracteriza por el fraccionamiento, y lo que necesita es unificación y coordinación. Queremos mostrar que esto es posible.

–El 12 de marzo se celebran elecciones. ¿Qué objetivos se plantea la CSS a corto plazo?

–De cara a las elecciones, poca cosa más podemos hacer que definir nuestra posición e invitar a una reflexión colectiva. También vamos a presentar iniciativas y a movilizar a la gente: hemos terminado de preparar una larga serie de propuestas de modificación para la Ley de Familias que se ha empezado a tramitar en el Congreso.

–¿Y a largo plazo?

–A largo plazo, tenemos dos caminos, o estrategias. Una es propiciar que existan espacios políticos amigables y receptivos con la concepción cultural y la doctrina social cristiana. La otra, que no es incompatible, es actuar directamente en el espacio político. No como un partido –somos un movimiento social–, pero sí con una fórmula legal que permita esta concurrencia política, como agrupación de electores. Habrá que ver cuál de las dos fórmulas puede dar un mejor resultado y cuál tiene más sentido.

–CSS advierte de que «la práctica totalidad de los partidos presentados en el Parlamento de Cataluña no reflejan la concepción cristiana». ¿A los católicos catalanes solo les queda resignarse al mal menor?

–Ese es el problema. Cuando eCristians nació, hace 20 años, teníamos interlocutores políticos. Podíamos dialogar con los partidos, y nos escuchaban. Nos aceptaban más o menos, pero había un flujo de comunicación que ha desaparecido. Es más: el hecho cristiano hoy está mal visto en la vida política española, está expulsado. También en los grandes medios de comunicación, sobre todo en Cataluña: solo hay que ver cómo La Vanguardia daba un semáforo rojo a la primera ministra italiana por sus medidas en favor de las asociaciones provida.

–A la hora de votar, ¿qué elementos de discernimiento tiene un católico para afrontar el 12–M?

–La Doctrina Social de la Iglesia. Respecto al contenido y también respecto a los métodos: las organizaciones han de tener un estilo que no sea incompatible con lo que podríamos llamar el «estilo evangélico»: el diálogo, la amistad civil, la concordia... Si el objetivo final es bueno, pero el método es pegar patadas a la puerta, no puede funcionar.

Doctrina social… ¿Se refiere a los «principios no negociables» de los que hablaba Benedicto XVI?

–Bueno, esta es una coletilla muy reducida. Hay muchas más consideraciones, porque más allá de estos principios, la doctrina social cristiana es muy rica. El principio de subsidiariedad implica, por ejemplo, que no puedes estar contra el sistema autonómico porque no te guste, pero también que con este sistema autonómico no basta: el principio de subsidiariedad se levanta desde la propia persona y la propia familia. La participación tampoco consiste solo en votar cada cuatro años: ha de haber un rendimiento regular de cuentas, y un interlocutor político al que puedas dirigirte con regularidad, y ser escuchado.

En su presentación, CSS apunta al «desencanto» que hay con la política, pero no se resignan. ¿Tiene sentido el derrotismo para el cristiano?

–No es solo que el derrotismo no tenga sentido: es que es suicida. La gente confunde la política con lo que hacen los partidos, y si hacen lo que están haciendo aquí la política queda por los suelos. Pero la política es mucho más: es la actividad organizada que permite construir el bien común. Si abandonamos la política, abandonamos la construcción de aquello para que nuestras vidas y las de nuestros hijos sean mejores en manos de no–se–sabe–quién. Esto es suicida. No tiene sentido que gastemos todas las fuerzas que es necesario gastar en la solidaridad y huyamos de la política. La sociedad es como una barca: la solidaridad se ocupa de achicar el agua que entra… pero la acción política se ocupa de tapar los agujeros.

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