Luna en Wenatchee

Luna en WenatcheeFrank Cone / Pexels

Leyendas de Cataluña

El pueblo catalán donde la luna cayó del cielo y la leyenda de los que intentaron pescarla

La anécdota de los 'pescallunes' se conoce en varios pueblos de la geografía catalana

En la población de Sant Feliu de Pallerols, en La Garrotxa, se explica la leyenda del Pescallunes, el «pescador de lunas». Se conoce que, una noche de luna llena, un niño del pueblo que paseaba por la orilla del río Brugent la vio reflejada en el agua.

Se quedó tan embobado por la belleza del astro que brillaba en la oscuridad del agua, que decidió pescarlo con una caña. Obviamente, no lo consiguió. Alguien al verlo en tono de burla le preguntó si quería pescar la luna. Desde entonces en Sant Feliu de Pallerols llaman pescallunes a la gente con ilusiones, sueños y muchos proyectos.

Una estatua en Sant Feliu de Pallerols que representa al 'pescallunes'

Una estatua en Sant Feliu de Pallerols que representa al 'pescallunes'Wikimedia

En Torelló

Esta leyenda, como muchas, no tiene un solo propietario, sino varios. En el municipio de Torelló, en la comarca de Osona, se explica otra leyenda relacionada con el pescallunes.

Según esta, una vez había cuatro chicos que trabajaban en el molino de Can Torner. Una noche de verano en la que volvían de juerga, el cielo era claro y lleno de estrellas. Cuando estaban pasando por el lado de una balsa junto al río Gerg, uno de ellos se quedó boquiabierto.

Y es que la luna había caído del cielo y estaba quieta, en medio de las aguas del río. ¡Madre mía! ¿Cómo era posible? Se lo dijo a sus compañeros y los cuatro decidieron afanarse y marchar a salto de mata hacia Can Torner a coger un cesto de mimbre y una cuerda con los que poder sujetar la cesta para poder coger la luna.

Corre que correrás, ya ves a los cuatro chicos, dos atando la cesta al tronco de un árbol y los otros dos cogiéndolo y adentrándose hasta la mitad del río. Justo cuando estaban dentro, rodearon la luna con la cesta. Pero cada vez que probaban de sacarla, la luna desaparecía.

En uno de los intentos estiraron tan fuerte que la cuerda se rompió, los dos chicos que estaban fuera cayeron de culo al suelo y a los otros dos se los llevó la corriente, hasta que los dejó en la orilla, boca arriba. Entonces se dieron cuenta de que la luna estaba en el cielo. Y pensaron que habían sido ellos los que la habían hecho subir hasta ahí tirándola con la cesta.

Mientras tanto, en la otra orilla del río, los vecinos del pueblo, al oír tanto alboroto habían salido a ver el espectáculo tan ridículo que estaban protagonizando los cuatro chicos, y es que, cuando les explicaron que lo único que había en el agua era el reflejo de la luna, estos se marcharon avergonzados a sus casas a dormir, pensando que habían hecho el ridículo más grande de su vida.

Y es que aquel día la gente del pueblo les dijo entre hazmerreíres y risas: «¡Sois unos pescallunes!». Y desde aquel día se convirtieron en los pescallunes del pueblo y de los pueblos y ciudades vecinas, entre los cuales corrió la anécdota de los cuatro chicos que intentaron pescar la luna.

Héroe de los 'remenses'

En Sant Feliu de Pallerols, además, vivió y murió el gran héroe de los remenses catalanes, Francesc de Verntallat. Ahí tenía su casa, que estaba cerca del río donde sucede la leyenda que explicaremos. En el lugar en el que estuvo su casa, hoy en día se levanta un monolito recordando lo que ahí había y al líder remensa, que conoció a Cristóbal Colón y tuvo amistad con el rey Fernando el Católico.

Portada del álbum ilustrado "Jo Francesc de Verntallat", de Miquel Freixa y Jordi Vila

Portada del álbum ilustrado «Jo Francesc de Verntallat», de Miquel Freixa y Jordi VilaPalahi

Francesc de Verntallat nació en Sant Privat d’en Bas en el 1426. Fue un campesino acomodado catalán, miembro de la pequeña nobleza, que capitaneó el ejército remensa durante la primera guerra remensa, por lo que al final de ella fue recompensado por el rey Juan II de Aragón con el título de vizconde de Hostoles.

Al principio de la guerra ya había recibido del rey los bienes de los señores rebeldes del vizcondado de Bas. Años más tarde, ya bajo el reinado de Fernando el Católico, recibió varias casas de la calle de Regomir de Barcelona.

Durante la segunda guerra remensa se mantuvo al margen, encabezando a los remensas moderados partidarios del solucionar el conflicto por la vía de la mediación de la Corona de Aragón, que finalmente se produjo con la Sentencia Arbitral de Guadalupe, discutida y aprobada en el Monasterio de Amer y dictada en 1486 por el rey Fernando II de Aragón, Fernando el Católico.

En febrero de 1446 se casó con Joana Noguer, perteneciente también a una familia de campesinos remensas acomodados. Tuvieron dos hijos, Miquel-Grau y Leonor. Retirado de la vida política y militar, falleció en la casa que tenía en Sant Feliu de Pallerols en el 1498. Sus hijos heredaron sus posesiones, pero no el título nobiliario de vizconde de Hostoles, que retornó a la Corona de Aragón.

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