El excomisario jefe de los Mossos d'Esquadra Josep Lluís Trapero (i), y el comisario jefe de los Mossos d'Esquadra Eduard Sallent (d), conversan durante una visita al Complex Central de Mossos d'Esquadra, a 14 de agosto de 2024, en Barcelona, Catalunya (España). Salvador Illa ha realizado su primera visita oficial al complejo central de los Mossos d'Esquadra en Sabadell junto a la nueva consellera de Interior, Núria Parlón. Ambos se han desplazado hasta el cuartel general del cuerpo autonómico para mostrarles su apoyo tras estar en el centro de la polémica por la fuga del líder de Junts, Carles Puigdemont.
14 AGOSTO 2024;BARCELONA;CATALUNYA;MOSSOS D ESQUADRA;COMPLEJO CENTRAL CUERPO MOSSOS D ESQUADRA
Alberto Paredes / Europa Press
14/8/2024

El excomisario jefe de los Mossos Josep Lluís Trapero y el actual comisario jefe, Eduard SallentEuropa Press

El laberinto catalán

Los Mossos d'Esquadra, ¿una policía política o una policía politizada?

El cuerpo policial no escapa de la polémica en un momento en que su reputación está gravemente tocada

Los Mossos d'Esquadra vivieron su gran impulso a raíz de los llamados «acuerdos del Majestic» entre el PP y CiU para facilitar la investidura de José María Aznar, ganador de las elecciones generales de 1996 sin mayoría absoluta. El pacto entre Pujol y Aznar incluía la entrega de las funciones de policía de tráfico, seguridad ciudadana y policía judicial a los Mossos.

La estrategia pujolista, desde 1980, consistió en ir borrando de Cataluña todo rasgo de españolidad para avanzar en lo que el nacionalismo denominaba «proceso de construcción nacional». Junto a la supresión de la figura de los gobernadores civiles, la retirada de la Policía Nacional o la Guardia Civil de calles y carreteras fue, desde la perspectiva nacionalista, un éxito total.

Es importante entender cuál era el interés del nacionalismo en promover a los Mossos y relegar al CNP y la Guardia Civil para comprender como los Mossos han sido concebidos desde el primer momento como una herramienta política al servicio de una ideología determinada: el nacionalismo. Este pecado original ha acompañado al cuerpo de los Mossos a lo largo de toda su historia reciente.

El vodevil de la fuga de Puigdemont el día de la investidura de Salvador Illa, rodeado, casi, de más Mossos que asistentes a su mitin, es solo un episodio más en la historia de un cuerpo que ha sido constantemente cuestionado por su complacencia con el independentismo.

Los Mossos y el 17-A

Este sábado se cumplieron siete años de los atentados islamistas de La Rambla de Barcelona y el Paseo Marítimo de Cambrils. En esos atentados los Mossos sufrieron víctimas y heridos, y la labor de muchos de sus agentes fue heroica, pero durante esos días el principal interés del gobierno catalán, en aquel momento encabezado por Puigdemont, fue dar la sensación de que toda la labor había sido llevada a cabo por los Mossos, dejando de lado a los otros cuerpos policiales.

Los Mossos fueron manipulados para poner de manifiesto «sus capacidades frente a la incompetencia de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado». El mensaje, nada subliminal, que se quería dar estaba claro: «Cataluña es competente y España incompetente, así como desinteresada en la seguridad de los catalanes». En aquel momento el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero fue encumbrado por el independentismo gobernante a la altura de héroe.

No muchas semanas antes de los terribles atentados, en los que el independentismo de forma impúdica no se cortó un pelo intentado involucrar a los servicios secretos del estado como organizadores de los mismos, Puigdemont cesó al conseller de interior, Jordi Jané, porque este se resistía a poner a los Mossos al servicio de la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre.

Jané, un moderado histórico de CiU, fue sustituido por Quim Forn, quién dejó claro desde el primer momento de su breve mandato que los Mossos estarían al servicio de lo que dictara el gobierno catalán.

Por su actuación durante el 1 de octubre, el Mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, fue procesado y absuelto por sedición. Sus declaraciones durante el juicio, en el que dejó claro que tenía un plan previsto para detener a Puigdemont, fueron un antes y un después para Trapero en su relación con el independentismo.

Josep Lluís Trapero

Josep Lluís TraperoEFE

El ex mayor de los Mossos pasó de ser invitado a los saros de verano organizados por Pilar Rahola en los que la beautiful independentista celebraba su suerte a ser un proscrito traidor. Además, al no ser condenado, a diferencia de los lideres del procés, pasó a ojos del independentismo, de héroe a villano de la noche a la mañana.

Politización de los Mossos

La politización de la cúpula de los Mossos es una constante. Trapero fue sustituido al llegar ERC al poder por Eduard Sallent, el actual jefe de los Mossos. Este tuvo una carrera meteórica que empezó en su juventud militando en el sindicato universitario vinculado a CiU. Sallent ahora será removido de su cargo dado que Illa ya anunció en campaña su intención de restituir a Trapero al frente de los Mossos.

Más allá de la cúpula, diversos agentes de los Mossos se han visto involucrados en acciones de apoyo a Puigdemont a lo largo de sus siete años de fuga. Agentes de los Mossos acompañaban a Puigdemont en el momento en el que fue detenido en Alemania.

El exconsejero de interior, Miquel Buch, fue condenado y amnistiado gracias a la ley de impunidad judicial de Sánchez, por facilitar agentes para proteger –no se sabe de qué– a Puigdemont en Bélgica y finalmente varios Mossos fueron detenidos por colaborar con Puigdemont y su entorno a planificar su esperpéntica huida de Barcelona.

Illa realizó su primera visita como presidente autonómico a los Mossos para intentar mostrarles su apoyo, pero el proceso de despolitización del cuerpo policial catalán debería ser mucho más que una foto.

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