Sociedad
Pablo Tosco, ganador del World Press Photo: «Una imagen debe generar muchísimas preguntas»
Desde los conflictos olvidados hasta la crisis climática, Pablo Tosco narra historias humanas con empatía y rigor, defendiendo un fotoperiodismo que trasciende titulares y señala las causas profundas de las tragedias globales
Pablo Tosco es un fotoperiodista argentino que desde 2004 ha dedicado su carrera a documentar crisis humanitarias, conflictos armados y las historias de personas invisibilizadas alrededor del mundo.
Graduado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba y con formación en documental creativo y antropología visual en la UAB, Tosco ha trabajado en proyectos de cooperación, desarrollo y acción humanitaria en África, Asia y América Latina, colaborando estrechamente con Oxfam Intermón.
Su obra aborda temas como la migración, el impacto de los desastres naturales, la sequía en el Cuerno de África o la vida en los campos de refugiados. Publicada en medios internacionales de prestigio como The Guardian, El País o The New York Times, su mirada busca visibilizar las desigualdades y generar un cambio social. Su trayectoria fue reconocida en 2021 con un premio en el World Press Photo Contest.
Actualmente, colabora con Sonda Internacional, un medio de comunicación sin ánimo de lucro, especializado en periodismo visual sobre la crisis climática.
— ¿Tu biografía en internet es diversa - hay algunas que te definen como videoperiodista, otras como fotoperiodista, otras como ambas cosas, y en otras incluso como fotógrafo. ¿Con qué etiqueta te defines y por qué?
— La verdad que todas esas disciplinas son herramientas para contar historias. A mí me apasiona y es mi mayor inquietud poder acercarme a la gente y compartir. Kapuscinski hablaba de unas cuestiones básicas del periodismo: el estar, el escuchar, el mirar y el compartir. Esta última palabra es la que me gustaría que defina cómo yo me aproximo a las historias. Después del compartir, las fotografías, las pequeñas películas o películas que podamos hacer, los reportajes, aspiro a que den cuenta justamente de ese encuentro, que sea una huella de ese encuentro con esas personas y situaciones que en la mayoría de las experiencias que he tenido son situaciones trágicas de conflictos armados, crisis humanitarias provocadas por inundaciones, por desertificación, por sequía, el desplazamiento forzoso por la violencia y la persecución ideológica.
En los últimos 20 años, he tenido el privilegio de poder cubrir las rutas migratorias y de búsqueda de refugio, y ahí conocer a personas que, de primera mano, escuchándolas e intentando comprender su trayectoria, me han habilitado, me han ofrecido esas historias y esas vivencias para poder contar a través de imágenes, a través de vídeo, a través de texto lo que han vivido.
Me gustaría pensar que soy un contador de historias a través de la fotografía, del vídeo, de los reportajes y que esas historias sean rigurosas, den contexto y puedan otra vez señalar a los responsables y explicar y describir las causas.
— El denominador común de todos tus proyectos es que siempre pones el foco en estos colectivos extremadamente precarizados. ¿Por qué?
— Fundamentalmente, porque son las personas y situaciones que en muchos casos, en la mayoría de los casos, no tienen acceso a poder contar sus historias y a narrar desde su persona, con su impronta, con su vocabulario, con su identidad, con su carisma esas historias. Y también, por otro lado, tiene que ver con el tratamiento que realizan los medios de muchas de estas situaciones, que es un tratamiento clickbait. O sea, hoy funciona hablar de Gaza y vemos que todos los medios de una forma masiva ponen el foco allí, pero, por un lado, caduca, y en el caso particular de Gaza y los medios de Estado durante mucho tiempo, o el caso de Ucrania, tampoco se explica cuál es la causa o el origen o de dónde viene esta preocupación.
Hay muchos conflictos olvidados, que está mal dicho ‘olvidados’, que están silenciados, porque el olvido es algo que uno no puede gestionar, pero el silenciamiento forma parte de una política, hay una decisión política de silenciar ciertas voces, de silenciar ciertas situaciones, que justamente conflictos o situaciones de crisis humanitaria que se podrían vislumbrar o se podría definir cuáles son las causas, cuál es el origen y quienes son los responsables.
— Muchos periodistas hablan de precariedad del periodismo social y lo relacionan con el momento actual de retroceso de derechos y libertades en Europa y el mundo. ¿Cómo lo ves tú?
— Totalmente de acuerdo. Es muy grande la importancia del periodismo social en un momento de tanta miopía, negación y conspiracionismo. Qué importante que es la información rigurosa y empática para construir una sociedad mejor donde todos estos relatos falsos, bulos, son los que dominan las redes y también los medios de comunicación por donde nos informamos y que construyen opinión, pensamiento y reflexión. Eso me parece una de las cosas más gravísimas y ahí la respuesta es un periodismo riguroso, serio, comprometido, que no responda a intereses económicos, que no responda a intereses políticos, es decir, que esté preocupado por la verdad, la rigurosidad.
— Respecto a la precariedad del periodismo de la que tanto se habla, ¿cuál es tu visión?
— Lo que no está en crisis es el oficio del periodismo, más allá de que cada vez tenemos más pseudo periodistas o personas que se jactan de informar, pero lo que están haciendo es distorsionar, manipular y modificar una realidad que no existe. Nos encontramos con un momento muy importante del periodismo, con grandes profesionales y grandes iniciativas periodísticas que cuestan mucho de financiarse, pero sometidos en muchos casos por los grandes medios mainstream.
Te pongo un ejemplo muy claro: hace un año aproximadamente pasé por un kiosco de revistas y todos los periódicos de cabecera nacional tenían una foto de unos molinos de energía eólica en un prado verde. El encabezado ocupaba toda la página y abajo era una publicidad de Iberdrola. Si todos los periódicos de tirada nacional arrancan con esa portada, esta empresa ha financiado la portada de todos los periódicos. Lo que vayas a leer dentro, si no te condiciona, es que somos muy miopes y muy inocentes.
Pero en paralelo, para no desistir y no deprimirnos, tenemos iniciativas periodísticas superinteresantes que apelan directamente al compromiso y a la entrega del lector y la lectora, como son Revista 5W, eldiario.es, Carne Cruda, Pícara, periódicos que nos han revelado una forma de hacer periodismo mucho más cerca de la función social que debe tener.
Ahí nos encontramos con Sonda Internacional, que intenta acercar información rigurosa y evidencias en múltiples formatos para entender que, por ejemplo, la crisis climática no es un fenómeno meteorológico que cae del cielo, sino que hay causas y responsables que se puede
— Como ganador del World Press Photo 2021, ¿hay un antes y un después en tu carrera?
— Si hablamos en términos laborales, no es que me convoquen para ofrecer mi trabajo por los premios o reconocimientos. Hay un antes y un después en el sentido de que mi trabajo lo entiendo como un trabajo colectivo. En mis reportajes, que me gustaría decir nuestros reportajes, han trabajado y se han entregado muchísimas personas, desde un conductor que se pasa horas recorriendo un desierto en situaciones muy difíciles en zonas de conflicto, las personas que me han traducido, con las que hemos producido, los trabajadores y trabajadoras locales de las organizaciones.
Lo que siempre queríamos es que las historias trasciendan.
Por ejemplo, que tanto Marilín de República Dominicana, afectada por un tifón que perdió su casa, como el caso de Fátima, esta mujer pescadora que conocí cuando llegué a una bahía que era un cementerio de barcos destruidos por el conflicto armado en Yemen, que esas historias trasciendan. Que no queden en una Fátima, que representa a cientos de miles de mujeres de Yemen expuestas a múltiples violencias: forzada a abandonar la escuela, forzada a casarse, sin posibilidades de continuar sus estudios o ejercer participación política, sin acceso a vivienda propia.
El reconocimiento de World Press Photo permitió que la historia de Fátima, incluso después de dos o tres años, siga recorriendo salas de exposiciones y su historia en el pequeño pie de foto permite que la gente conecte con una persona con desafíos diarios enormes, pero con una increíble capacidad de resiliencia y transformación de su entorno.
— ¿Cómo haces para narrar con el mínimo sesgo posible?
— La verdad que yo no le tengo miedo al sesgo. Con esto no quiero decir falsear ni transformar una realidad. Entiendo mi trabajo como algo colectivo y las personas con las que organizas, producís y te rodeas para sacar adelante estas historias son fundamentales.
Por ejemplo, yo tenía muy claro en mi visita a Siria, cuando comenzó el conflicto en 2011-2012, estando en Alepo, que las historias que quería documentar eran de las personas resistentes. Mi deseo no era estar en el front line, en la trinchera, empotrado con una cativa o con una milicia. Lo que me interesaba era cómo la vida sigue día a día en un entorno y contexto como ese.
— Háblame de tu última exposición, Goals for Change, en la Nau Bostik de Barcelona.
— Fue un proceso de un año de construcción de un relato fotográfico con los chicos de un equipo de fútbol llamado Darna, que significa «nuestra casa» en dariya. Es un equipo conformado por chicos marroquíes que vinieron siendo menores, sin acompañamiento familiar, de 14, 15, 16 años, y montaron este equipo para aferrarse a otra vida y que los saque de ese señalamiento y prejuicio que la sociedad tiene de estos chicos.
No hay que ir muy lejos en el tiempo para recordar las campañas contra los menores no acompañados, los llamados «menas», una etiqueta tan impersonal y burocrática que no da cuenta de cada una de esas historias terribles, resilientes y poderosas. El resultado final es una exposición de fotografías tomadas por ellos de su día a día, que editamos y seleccionamos juntos.
— ¿Cómo ves la profesión de fotoperiodista ahora mismo y a las nuevas generaciones?
— Es superinteresante la cantidad de jóvenes que están poniendo el foco en este oficio. Lo entiendo como un oficio artesano de contar historias y es muy inspirador lo que están haciendo. Sin embargo, nos encontramos en un momento donde la industria del periodismo ha llegado a niveles de canibalismo enorme, con falta de valor por parte de los medios para cuidar y reconocer dignamente el trabajo.
Hay muchos desafíos, tanto para los que llevan muchos años en el oficio como para la gente que está empezando. Hay iniciativas nuevas de medios de comunicación y proyectos culturales liderados por jóvenes que están explorando cómo conectar con ese oficio y con la realidad. El desafío principal es cómo hacer sostenible este oficio, cómo las personas pueden llegar a vivir dignamente de él.
— ¿Qué problemas observas en la práctica actual del fotoperiodismo en los medios?
— Los medios han tomado decisiones que van en dirección contraria a los códigos deontológicos, publicando fotografías que no hay forma de comprobar o contrastar cuándo, cómo, quién y dónde, que en realidad es lo más básico del oficio. Muchos medios se han lanzado a publicar fotografías sin autoría, copiadas de webs que no son rigurosas o no se puede contrastar su rigurosidad.
— ¿En qué proyectos te encuentras trabajando actualmente?
— Sigo haciendo cobertura para diferentes ONG de España y de Europa, trabajando fundamentalmente fuera del continente europeo: África, Centroamérica, Sudamérica, Asia, Medio Oriente. En paralelo, fundamos con un grupo de periodistas (Santi Palacio, Maribel Izcue, Jorge Mileto, Julia Cussó, Lili Mayers y Simón Casal) Sonda Internacional, una organización no gubernamental de periodismo visual para explicar la crisis climática.
— ¿Cuál es el objetivo y cómo funciona Sonda Internacional?
— Es una plataforma periodística exclusivamente focalizada en crisis climáticas y ecología humana. Subsiste y se financia por colaboradores y colaboradoras, por donaciones de personas que creen en la función social del periodismo. El año pasado nos focalizamos en los incendios forestales en España para explicar cuestiones que se pueden extrapolar al resto del planeta: el abandono rural, las políticas de deforestación inexistentes, el cambio del uso de la tierra, el extractivismo, la explotación forestal.
— ¿Cómo abordan estos temas en sus reportajes?
— Lo hacemos a través de conversaciones con académicos, expertos, bomberos, personas vinculadas a la administración, más todo el trabajo de reporterismo, documentando incendios actuales y pasados para aprender de ellos. Nos enfocamos especialmente en acercar la cámara, el micrófono y el bolígrafo a las iniciativas que están en el frente de batalla del cambio climático.
— ¿Qué ejemplos concretos de iniciativas han documentado?
— Por ejemplo, una agrupación de voluntarios en el Pirineo que suben varios meses al año para hacer gestión forestal y recuperar territorio para el pastoreo. También una pequeña campesina en Girona que tiene 40 chivitas y hace pastoreo en zonas con mucha maleza para reducir el combustible y prevenir incendios. O el trabajo de paisaje mosaico en Extremadura, que busca recuperar los usos tradicionales del suelo para luchar contra la desertificación y la erosión.
— ¿Cómo se financia Sonda Internacional y qué tipo de acceso tiene el público?
— Es información en abierto, todas las personas pueden acceder libremente a la página web. Nos financiamos a través de socios y colaboradores que nos dan su apoyo económico mensualmente, desde 5 euros hasta lo que puedan. Algunos lo hacen anualmente. Ahora hemos lanzado un crowdfunding para producir una serie de reportajes vinculados al tema del agua. Sabemos lo difícil que está la situación económica, pero pedimos el apoyo de aquellos que puedan permitírselo y crean en un contenido de calidad.