Carles Puigdemont preside una reunión de la cúpula de Junts en Bruselas, este viernesJunts

El laberinto catalán

Puigdemont entierra definitivamente la posibilidad de presentar una moción de censura contra Sánchez

El líder postconvergente entrega un doble jarro de agua fría a la opción de desbancar al Gobierno junto a PP y VOX

La idea de presentar una moción de censura con éxito garantizado se aleja del escenario político. Desde que Junts empezó a votar contra el Gobierno, en especial desde que lo dejó tirado con el paquete fiscal y el impuesto a las energéticas, muchos pensaron que cabía la posibilidad de que un frente formado por PP, VOX, UPN y Junts —que alcanzaría los 178 diputados, dos por encima de la mayoría absoluta— desbancara al gobierno de coalición PSOE-Sumar

No obstante, la reunión de Junqueras con Puigdemont el jueves y la rueda de prensa del líder de Junts veinticuatro horas más tarde han hecho caer esta posibilidad como un castillo de naipes, si es que alguna vez fue una posibilidad real.

Desde finales de noviembre, Alberto Núñez Feijóo se ha ofrecido a presentar una moción de censura señalando que para hacerlo debía contar con el apoyo de VOX y Junts. En todo momento ha recalcado que la misma sería instrumental con el fin de poder convocar elecciones. El objetivo era atraer a Junts a su redil y para lograrlo, Feijóo ha hablado bien de ellos y les ha llegado a tachar de «partido coherente».

Muchos, alejados de la realidad y poco conocedores de la política catalana, pensaron que CiU había resucitado y que Junts podría repetir un pacto del Majestic tres décadas más tarde. La moción de censura fue tomando cuerpo como una serpiente de verano, pero invernal, hasta el punto que hace una semana el presidente de VOX, Santiago Abascal, llego a decir que estaba dispuesto a votar una moción junto a Junts para echar a Sánchez del palacio de la Moncloa.

Los ataques constantes de ERC a Junts, las declaraciones de su portavoz en el congreso, Gabriel Rufián, afirmando que «el fantasma de la derecha y la ultraderecha recorre el congreso, un bloque nuevo se está conformado con PP, VOX y Junts» dieron verosimilitud a una posibilidad que quizás nunca fue tan real como aparentaba.

Madrid y Barcelona

Desde Barcelona el entusiasmo por la moción nunca fue el mismo que en ciertos círculos de Madrid. El secretario general de Junts, Jordi Turull, siempre que ha tenido oportunidad ha dicho que la moción de censura junto a VOX y el PP no estaba en agenda.

La oposición a la moción no solo llegaba de las filas de Junts. El presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, dejó pocos días antes de Navidad, una vez más, clara su postura, que no pocos quebraderos de cabeza le ha traído ante la dirección de su partido en Génova 13, al declarar a Europa Press: «Hay que quitar a Puigdemont la llave de la política española, (...) es tóxico y radiactivo». Feijóo y su equipo hicieron, como en otras ocasiones, caso omiso a su líder en Cataluña y siguieron acariciando la idea de la moción.

La colaboración entre Junts y PP también ha tenido sus defensores en Cataluña, en especial desde círculos empresariales nostálgicos de la época del pujolismo, cuando CiU colaboraba indistintamente con el PSOE o con el PP.

Desde la patronal Foment del Treball, vinculada a la CEOE, se ha visto con muy buenos ojos la posición de Junts en el congreso en temas como la vivienda o el recargo fiscal a las energéticas y se ha soñado con la idea de volver al pasado, cuando el actual líder de los empresarios catalanes, Josep Sánchez Llibre, era diputado y un defensor inquebrantable de los intereses empresariales catalanes en la Carrera de San Jerónimo.

Un jarro de agua fría

La reunión del jueves en Waterloo, a las afueras de Bruselas, entre Junqueras y Puigdemont, en la que acordaron coordinar sus negociaciones con Sánchez fue un primer jarro de agua fría para los que soñaban con una moción de censura que, al estilo de la que en verano de 2018 descabalgó a Mariano Rajoy, ahora pudiera hacer lo mismo con quien la impulsó. La comparecencia de Puigdemont desde el Centro Internacional de prensa de Bruselas, al día siguiente, enterró de forma definitiva esa posibilidad.

En respuesta a los periodistas el líder de Junts dijo en relación a sumar sus siete votos en el congreso a los treinta y tres de VOX para forzar así la salida de Sánchez que «una moción, aunque sea para convocar elecciones debe ser para mejorar lo que hay y para sacar adelante una moción es preciso contar con VOX, una fuerza responsable de que siga aquí y de que se haya retrasado la ley de amnistía».

Puigdemont en su rueda de prensa ha dejado tan claro que no seguirá votando iniciativas legislativas socialistas como que no concertará nada con VOX. Los periodistas han hecho mucha incidencia en la posibilidad de la moción de censura y el expresidente catalán ha querido dejar claro cuáles son las diferencias entre la moción de confianza y la moción de censura y, para que no quedará ninguna duda, ha revelado que a lo largo de todo este tiempo no ha tenido ningún contacto con el PP.

Junts en 2025 no es la CiU de 1996. Puigdemont no es Pujol, Miriam Nogueras no es Roca Junyent y la sociedad catalana no es la misma. Los miles de votantes que a finales del siglo XX en las generales votaban a Fraga o a Aznar y luego en las catalanas votaban a Pujol ya no existen.

La política catalana sigue traumatizada y mediatizada por el independentismo hasta el punto que Illa ha logrado el gobierno catalán asumiendo parte de los postulados de ERC y ahora ve como su gobierno se atasca sin presupuestos debido a la falta de voluntad de estos de apoyarle.

En el PP hay sectores, entre los que se cuenta el citado Alejandro Fernández, que creen que la alternativa del PP no pasa por substituir al PSOE como socio de Junts, sino en desactivar el poder de los postconvergentes. Génova ha aplazado el congreso del PP catalán con el argumento de que la prioridad es reforzar al partido en esta comunidad electoralmente clave. Para lograrlo, el primer paso es definir, sin contradicciones, ni dobles mensajes, cuál es su posición estratégica. Depender de que Junts vote una moción de censura se ha demostrado ahora que es muy arriesgado.