Historias de Cataluña
Incendios, glamour y peleas entre espectadores: así llegó el cinematógrafo a Barcelona
La historia del primer cinematógrafo de la ciudad es un relato accidentado
La distribución actual de la parte baja de las Ramblas, lo que hoy se conoce como Puerta de la Paz, ha cambiado desde finales del siglo XIX, sobre todo con la caída de las murallas que rodeaban Barcelona. Si miramos en dirección montaña, a mano derecha había el Parque de Ingenieros.
En aquellos terrenos estuvo, hasta 1837, el Convento de San Francisco. En 1855 se construyó el parque, y en 1927 se demolió para construir el actual Gobierno Militar. Sobre este convento hablaremos otro día, porque allí estuvieron sepultados numerosos miembros de la familia real aragonesa.
Subiendo por las Ramblas, también a mano derecha, había una serie de barracas. Eran lugares donde los barceloneses iban para distraerse. Allí podían ver, entre otras cosas, a la mujer barbuda, al hombre forzudo, a contorsionistas, a faquires…
Una de las barracas se llamaba «Museo de Figuras de Cera». Era propiedad de los hermanos Mariano y Manuel Belio García. Esta barraca estaba situada en el actual número 31 de las ramblas. Allí confeccionaban figuras de cera, que servían de figurines para dibujantes y escultores. Los hermanos Belio se instalaron allí en el 1892.
Llega el cinematógrafo
El cinematógrafo llegó a Barcelona en el año 1896. Ante aquella novedad, los dos hermanos decidieron adaptar un espacio de su barraca para poder proyectar las películas de los hermanos Lumière. Aquel espacio pasó a llamarse Cinematógrafo Belio-Graff, y se inauguró en 1897.
Los pases duraban entre 20 y 30 minutos. El precio de la entrada era de 50 céntimos. El 15 de junio de 1898, según publicó el Diario de Barcelona, a las 2,45 horas de la madrugada, un incendio acabó con la barraca. Aquel incendio provocó que muchos se pusieran en contra de la «novedad», creyendo que era un peligro.
El contratiempo no frenó a los hermanos Belio. Justo delante, al otro lado de las Ramblas, se había instalado otro cinematógrafo llamado Colón. También estaba construido con madera y tela. Decidieron alquilarlo y comprar dos proyectores Lumière. La suerte no les fue demasiado favorable, pues en 1903 otro incendio acabó con el Colón. De nuevo tenían que empezar de cero.
Alquilaron un local en las Ramblas de los Capuchinos o del Centro, números 26 al 38. Lo inauguraron el 6 de abril de 1904. El Cinematógrafo Belio-Graff volvía a funcionar. La sala tenía una pantalla rodeada de una decoración floral y en medio, un piano vertical. El local se dividió en dos zonas. La general, más cerca de la pantalla, y la preferencia, que estaba en la parte trasera de la sala.
«El mejor y más elegante»
El día de la inauguración el diario La Veu de Catalunya publicó el anuncio: «Cinematógrafo Belio Graff, junto al Lyon d’Or. El mejor y más elegante de Barcelona. Cambió de películas todas las semanas y además concierto con el magnífico Orchestrion, único en España. Las sesiones cinematográficas y audiciones musicales se verifican consecutivamente cada 30 minutos. Entrada general 25 céntimos, preferencia 50 céntimos».
En 1904 se introdujo el cine sonoro, gracias a un proyector Elgeplono, que disponía de un amplificador de sonido mediante aire comprimido. El 20 de mayo de 1911 se proyectó la película Sixto V, que no fue del agrado de todo el mundo. Durante la proyección se pelearon progresistas y conservadores. Estos últimos destrozaron el patio de butacas y amenazaron de muerte a la familia Belio.
En mayo de 1913 el Cinematógrafo Belio-Graff cerró sus puertas. Mariano Belio vendió el local al empresario José Cirera, que lo convirtió en el Cine Príncipe Alfonso. Las últimas películas que se proyectaron fueron La criolla, Diamante fatal, La agencia Griffart, Moros y perros, Las apariencias engañan, Una vida por otra y El retrato del Bebé.
Cine Príncipe Alfonso
El Cine Príncipe Alfonso se inauguró el 12 de enero de 1914 con la película Una mujer terrible. Le siguieron ¿Quién es el capitán?, Pero mi amor no muere. El Príncipe Alfonso formaba parte de la empresa que también regentaba los cines Catalunya, Kursaal y Walkyria. Se mantuvo su nombre hasta el año 1931: con la llegada de la II República paso a llamarse Cine Ramblas.
Durante la guerra civil fue sede de la CNT-FAI y sirvió de refugio para los vecinos y transeúntes de las Ramblas. Siguieron programándose películas para animar a los barceloneses. Reabrió, de nuevo, en 1939.
Durante una época fue propiedad de Matías Yáñez Colsada, que lo quería convertir en un teatro, pero desistió por los problemas de edificabilidad del edificio. El Cine Ramblas cerró definitivamente el 30 de junio de 1967, siendo propietarios Natividad y Salvador Espot.