El rector de la Universidad Abat Oliba CEU, Rafael Rodríguez-Ponga, durante la entrevista

El rector de la Universidad Abat Oliba CEU, Rafael Rodríguez-Ponga, durante la entrevistaUAO CEU

Entrevista

El libro de poesía que vence a la muerte y muestra que la belleza tiene la última palabra: «Es liberador»

El volumen antológico de Rafael Rodríguez-Ponga alcanza su segunda edición

«¿Egoísmo? / ¿Es tal vez egoísmo / esta desolación, esta tristeza, / este querer vivir en agonía? / ¿Esta tenaz querencia / de seguir y seguir uncida al carro / de este dolor que inútilmente invoca / tu imposible presencia?». Así arranca una de las composiciones que la poeta Ana Rosa Carazo compuso para lidiar con la muerte de su nieta en un accidente de tráfico: es, también, una de las estrofas incluidas en el libro Poesía para vencer a la muerte, que ha alcanzado recientemente su segunda edición.

«La poesía tiene una utilidad saludable, no sólo por su belleza literaria, sino porque uno puede identificarse con lo que han escrito los poetas, y esa mímesis, esa vinculación con alguien que ha pasado una experiencia parecida a la tuya produce un sentimiento liberador», asegura el autor del libro, el también rector de la Universidad Abat Oliba CEU, Rafael Rodríguez-Ponga, que atiende a El Debate con motivo del Día de los Fieles Difuntos.

Poesía para vencer a la muerte no engaña: en él, Rodríguez-Ponga ha reunido la teoría y la práctica del desafío que lanza su título. Así, al abrir el volumen uno encuentra en primer lugar un ensayo sobre la relación entre la poesía, la literatura y la salud, física y mental, en relación con la superación del duelo y, a continuación, una cuidada antología de poetas contemporáneos de los cinco continentes que se miden con la muerte, en muchos casos de un ser querido.

«Lo bonito es que este libro no es ficción», señala Rodríguez-Ponga, destacando que entre los 105 elegidos no están a propósito los grandes clásicos del siglo XX –quedan fuera, así, García Lorca o Miguel Hernández–, pero sí varios poemas inéditos hasta el momento. «He buscado la contemporaneidad y la diversidad: hay católicos, musulmanes, judíos, ateos... Lo he buscado expresamente, porque el sentido de trascendencia ante la muerte y el sentimiento de amor por la persona expresado literariamente está en todos», destaca el autor.

Todo ello tiene su origen en uno de los momentos más complicados de la vida del escritor. «En 2018 murió mi mujer, y en 2020, en la pandemia, mi madre… y vi que la poesía me resultaba liberadora, que lo que otros habían escrito en situaciones parecidas me resultaba liberador», reconoce. Lo que empezó como un trabajo personal por pasión derivó en una investigación y un recopilatorio que ahora está a disposición de todo el mundo.

Poemas de la Hispanidad

Además de su calidad y el impacto que las composiciones han dejado en él, Rodríguez-Ponga deja traslucir su faceta de lingüista y enamorado de la Hispanidad en su selección: «Hay un criterio de cercanía, pero es que para mí la cercanía llega de aquí a las Marianas», señala, destacando que en el libro se encuentran hasta 16 idiomas

Rafael Rodríguez-Ponga, durante la entrevista

Rafael Rodríguez-Ponga, durante la entrevista, con el libroUAO CEU

«Hay inglés y francés, claro, pero empiezo por lo nuestro: hay autores en caló, la lengua de los gitanos españoles, o en bereber de Melilla, que es también una lengua española», apunta Rodríguez-Ponga, celebrando la diversidad de acentos. También se pueden leer obras en catalán, gallego, vasco… o en chabacano de Filipinas y chamorro de las Marianas.

«Ha sido curioso ver a poetas de Guinea Ecuatorial, de Filipinas, de República Dominicana o de España que responden en cierto modo a unos mismos patrones literarios, aunque uno sea africano, otro asiático y otro americano», apunta el lingüista. El autor celebra los elementos comunes que subyacen a todos estos orígenes: «Por eso al final queda una obra coherente, siendo tan diversa».

Todo ello se puede ver en un libro que ha llegado a su segunda edición y que no supone el final del camino: «Con el editor hemos acordado ya un segundo volumen», advierte Rodríguez-Ponga. Mientras, queda este primero, preludiado por una significativa portada en la que se puede ver el fuerte de la isla de Guam, en el archipiélago de las Marianas. «Es un cuadro pintado por mi madre –señala–, y en él está esa garita que es como el centinela siempre vigilante al futuro: observa la tierra, la vida; el mar, la muerte, y el cielo, que es la esperanza».

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