Los Porxos d'en Xifré, donde se ubicaba la horchatería, en Barcelona

Los Porxos d'en Xifré, donde se ubicaba la horchatería, en BarcelonaWikimedia

Historias de Barcelona

El Tío Nelo: el valenciano que trajo la horchata a Barcelona y cocinaba deliciosas paellas para los más pobres

La suya fue la primera horchatería de Barcelona, todo un éxito entre los vecinos

La memoria popular de nuestros antepasados nos dice que la primera horchatería que hubo en Barcelona fue la del Tío Nelo, a principios del siglo XIX. Estaba situada en lo que se conoce como los Porxos de Vidal Quadras, muy cerca del restaurante 7 Portes, justo delante de la Llotja.

Esta horchatería abrió en 1836 de la mano de Manuel Arnal, un valenciano que llegó a Barcelona para enseñarles esa bebida. Manuel, apodado 'el Tío Nelo', consiguió triunfar, ya que aquella bebida —parecida a la leche, pero que era un extracto de la chufa— encandiló a los barceloneses.

El Tío Nelo consiguió vender un producto que podía comprar cualquier clase social. Solo se tenían que acercar al local y pedirlo. Además, Arnal se especializó en la venta de granizados de naranjas y limones, y también servía diferentes frutas confitadas mezcladas, conocidas como jarabes: de fresas, cerezas, frambuesas, grosellas o moras.

Tanto el Tío Nelo como los que allí trabajaban iban vestidos con el traje típico valenciano. Los vasos, tanto de granizados como de horchata, costaban 4, 6 y 8 cuartos. El negocio funcionaba tan bien que, poco tiempo después, lo amplió. Durante el invierno, cuando no apetecía tanto la horchata y los granizados, vendía turrones y buñuelos.

El escritor y periodista Conrad Roure, que tradujo al catalán la Ilíada de Homero, recopiló sus escritos publicados en el diario El Diluvio en un libro titulado Recuerdos de mi larga vida, en el que escribe lo siguiente sobre esta horchatería: «Entre los industriales, uno de los más célebres fue Tío Nelo, valenciano, que tenía un establecimiento en el cual vendía buñuelos y turrones durante el inverno y helados en el verano, instalado en los bajos de las casas de Vidal i Quadras, al lado de las de Xifré».

Un dibujo de 1860 de Josep Lluís Pellicer que muestra la horchatería del Tío Nelo en los porchos

Un dibujo de 1860 de Josep Lluís Pellicer que muestra la horchatería del Tío Nelo en los porchos

Después de la Exposición Internacional de 1888, la horchatería del Tío Nelo cerró sus puertas. El 14 de agosto de 1925, en el diario Las Provincias, se publicó un artículo titulado El Tío Nelo y la primera horchatería valenciana en Barcelona, escrito por Miquel Duran Tortajada, en el que se decía lo siguiente:

Uno de los productos que han triunfado definitivamente en Barcelona es la horchata de chufas. Desde hace unos años, en todos los bares, cafeterías y chocolaterías, la horchata valenciana, líquida o granizada, se anuncia en grandes carteles como una bebida especial y exquisita, y allí es despachada en abundancia, porque todo el mundo pide.

Además, tres establecimientos llamados Orxaterías valencianas preparan y venden sus horchatas en el centro de la ciudad; la más antigua de la Rambla del Centro, la del Paseo de Gracia —esquina en Corts— y la nueva de la plaza de la Universitat, tres establecimientos pujantes, cuyo negocio aumenta cada día, como prueban sus terrazas, que en el verano se esparce por el espacio de las casas vecinas.

Un hombre generoso

Del popular personaje se contaba también que era un hombre de sentimientos delicados. Caritativo y generoso, al ver que Dios le aumentaba cada día su clientela, y que, gracias a su buena administración, llevaba camino de hacer fortuna —tal y como en aquellos tiempos se entendía lo de la fortuna—, acentuó las manifestaciones de generosidad en favor de los pobres y desvalidos.

Otro rasgo distintivo de su talante era que tenía una gran habilidad para hacer paellas, las cuales daba a degustar a los paladares más difíciles y refinados. Tío Nelo era un fiel benefactor de las casas de caridad y beneficencia de Barcelona. Unas Navidades, él mismo compró varios pollos y un saco de arroz, hizo lo mismo con una cantidad regular de langostas, almejas, anguilas y congrios y con todo ello guisó un par de sabrosísimas calderas en un hospicio, donde, como es obvio, no comen nada de esto en todo el año.

El horchatero se ocupó de que todo fuera como es debido y trabajó en la cocina con la atención y el miramiento que dedica a sus grandes solemnidades culinarias. Y, al llegar la hora del almuerzo, reunió en tablas distintas a los asilados originarios o naturales de Valencia y, de una caldera, les sirvió una sartén buenísima, mientras otra daba al resto un magnífico arroz de pollo. Cuando todo el mundo quedó satisfecho, Tío Nelo se fue a su casa, a comer con su familia el tradicional pavo de Navidad.

Los buñuelos del Tío Nelo

En el año 1899 se publicó el libro Carmencita o la buena cocinera, escrito por Eladia Martorell. Es el libro de cocina más vendido en España, con más de 60 ediciones. La escritora, nacida en Puerto Rico, se casó con un militar llamado Antonio Carpinell Sellés, y se trasladó a Cataluña.

Hasta aquí trajo todos los sabores de su país y aquellos platos que catalanes, vascos y valencianos llevaron a Puerto Rico. En 1911, después de enviudar, montó una academia culinaria en Barcelona. En esta colección de recetas aparecen los famosos buñuelos del Tío Nelo, cuya receta es la siguiente:

Buñuelos del Tío Nelo, de la edición de 1902 del libro. Diluir en un petricó de leche —el petricó era una unidad de volumen que equivale a unos 250 mililitros— tres onzas de harina y unas gotas de limón o vinagre, dejar reposar dos horas.

Cuando se vayan a hacer los buñuelos batir tres claras de huevo a punto de nieve y mezclar con la leche y la harina. Dar forma de buñuelos a la pasta. Poner una sartén al fuego con abundante aceite, y cuando esté caliente vaya poniendo uno por uno los buñuelos, mirando que el aceite los cubra bien.

Cuando estén dorados por todos los lados, retirarlos del fuego, escurrirlos y servir bien calientes y con azúcar por encima.
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